De nuevo y ¿a acomodarse?, la columna de Diana Seminario
De nuevo y ¿a acomodarse?, la columna de Diana Seminario
Diana Seminario

El viernes, el Jurado Electoral Especial decidió admitir las tachas contra la candidatura de y excluir de la contienda a por haber entregado dinero a cambio de votos. Acuña y Guzmán quedarían fuera de las elecciones.

La reacción de Guzmán fue acusar al “fujiaprismo” de su eliminación, llamar “buitres” a los candidatos que esperan recoger “sus votos”. Y no ha dudado en pronunciar la palabra ‘fraude’, para resumir su situación, acusando al ente electoral de estar cocinando un fraude con el único fin de que no llegue a competir.

Mencionar la palabra ‘fraude’ no es poca cosa, sobre todo cuando hace 16 años quienes creemos en la democracia plena y el Estado de derecho debimos afrontar unos comicios con las instituciones electorales tomadas y enfrentar a un presidente que, a toda costa, quería un ilegal tercer mandato.

Entonces fue Alejandro Toledo quien tomó la bandera de la democracia, con el apoyo de diferentes partidos políticos. Las protestas llenaban la plaza San Martín, y la Marcha de los Cuatro Suyos fue una gesta histórica. El viernes, Guzmán no llenó ni la mitad de la plaza San Martín, y el sábado declinó de asistir a un mitin de apoyo en Chorrillos por falta de quórum.

Si bien aún no está dicha la palabra final, el JNE podría confirmar la exclusión de Acuña y Guzmán. De ser así, para muchos candidatos ha llegado el momento de replantear sus estrategias con el fin de que las preferencias que gozaban los postulantes eliminados pasen a ser suyas.

Si el candidato “moradito” logró llegar a los jóvenes con su discurso de “novedad”, lo lógico sería que bajo el mismo esquema uno de los más beneficiados sea Alfredo Barnechea. Lamentablemente –lo siento, chicos–, el candidato de la lampa no refleja la novedad, bajo ningún punto de vista.

Barnechea aboga por un modelo económico que ha fracasado, en el que el Estado tiene mayor participación y las regulaciones son el pan de cada día, y eso es un peligroso retroceso. Y si bien se desmarca del llamado elenco estable de la política nacional, ha sido diputado por el Partido Aprista en los años 80 y es el candidato de uno de los partidos más tradicionales, lo que no supone demérito alguno, pero que no pretenda presentarse como “nuevo”.

PPK deberá corregir mucho si quiere que le salpique la ola morada. El candidato pensó que la estrategia que lo ubicó en el tercer lugar en el 2011 funcionaría ahora y se equivocó. Y el jale de Carlos Bruce a sus filas no le sumó votos. La candidata al Congreso Celina Palomino se atrevió a decirlo, y recibió algunas críticas por ser tan “políticamente incorrecta”. Pero dijo la verdad.

Alan García también deberá jugar mejor sus cartas. La alianza con Lourdes Flores no parece haberle sumado votos y deberá volver a ser el protagonista de su campaña. Debe entender que los tiempos han cambiado, y con estos la forma de acercarse al electorado. Los bailes y los mitines no son suficientes. Una sincera autocrítica ante innegables errores podría beneficiarlo.

Keiko no puede darse por ganadora, pues el partido más difícil aún está por jugarse. “Elegirla es reivindicar la dictadura”, dice Vargas Llosa. La candidata fujimorista intenta alejarse del fantasma de los delitos y el autoritarismo del gobierno de su padre. Quizás en algo pueda Keiko oír a Vargas Llosa: ella podría precisamente “reivindicar” algunas de las pocas cosas buenas de los 90 y denunciar y condenar los crímenes del pasado. Nunca es tarde.

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