Los números y la política, por David Rivera
Los números y la política, por David Rivera
David Rivera

El fin de semana, en una columna titulada “La incapacidad de Petro-Perú”, Cecilia Blume señaló que el presidente Ollanta Humala debería decirle la verdad a los loretanos sobre por qué la petrolera no debe tomar el . La clave serían las pérdidas por US$100 millones del 2014.

Hace unos meses, desde este Diario se editorializó en el mismo sentido, y se afirmó que la única razón para estar a favor de que ingrese a la explotación de hidrocarburos es ideológica. ¿Cuán válidos son sus argumentos?

La mejor muestra de que la razón no es ideológica proviene de una mirada a otros países del mundo. Solo en la región, gobiernos de derecha como el de Pinochet en Chile o el de Uribe y Santos en Colombia han apostado por fortalecer sus empresas estatales vinculadas a minería y energía.

En el primer caso, se suele contraargumentar que Codelco se mantuvo pública para financiar las Fuerzas Armadas. Pero ¿y para qué hacerlo? Porque los Estados suelen tener criterios estratégicos, algo difícil de entender en un país donde el planeamiento y la visión de largo plazo fueron lanzados a la basura como parte de un equivocado sentido de liberalismo.

Por eso es que Chile también tiene una petrolera estatal como Enap, que inclusive se expande internacionalmente. La energía siempre ha sido, y seguirá siendo, un sector estratégico en cualquier país donde la ideología –y los fantasmas del pasado– no se han apoderado de la racionalidad.

Ahora bien, ¿es cierto que la incursión en la explotación de hidrocarburos distraería recursos públicos de otras prioridades? ¿Que, como desliza Blume, las pérdidas de Petro-Perú demuestran que sería un pésimo negocio hacerlo?

Dos de los pocos analistas que acuden a cifras para sustentar su posición son Humberto Campodónico y Germán Alarco. Ambos han demostrado que tener lotes petroleros mejoraría el flujo de caja de Petro-Perú y, por tanto, su capacidad de pago de los préstamos para modernizar Talara.

Sobre el Lote 192, que sus activos valen US$345 millones y que podrían regresar al Estado sin pagar un dólar. Además, que la petrolera no tendría que invertir en su explotación. Podría asociarse con un privado que se encargue de invertir en extraer el crudo. Por si no es suficiente, que el pago por el uso del oleoducto regresaría a la misma empresa.

Han dado más argumentos. También sobre la conveniencia de que Petro-Perú asuma el lote 64. Todo ello permitiría su integración vertical y hacerla por fin rentable. La racionalidad detrás es tanta, que la consultora Wood Mackenze ha afirmado en su informe que los lotes presentan un valor presente neto positivo aun en el peor escenario de precios (US$40 el barril).

Hasta el ex ministro Mayorga y ahora Ortiz, ambos del ámbito privado, se han manifestado a favor de hacerlo. ¿Quién se opone? El MEF. A Humala lo convencieron de que lo técnicamente correcto era primero modernizar Talara y, una vez asegurado este proceso, incursionar en la explotación.

Lo que probablemente no sabía era que tanto Castilla como ahora Segura estaban jugando con él a la política. Esa que desde hace más de 20 años busca demostrar la ineficiencia de una simple refinería para evitar su fortalecimiento y, de ser posible, privatizarla. Porque lo cierto es que participar en la explotación de los lotes 192 y el 64 mejoraría el flujo de caja de Petro-Perú.

Fue el temor a las repercusiones sociales lo que en su momento frenó a Alberto Fujimori de privatizar Talara. ¿Lograrán ahora las manifestaciones presionar como para que el gobierno se retracte? Por lo pronto, ya Keiko Fujimori se ha pronunciado a favor de que el Lote 192 regrese al Estado y ha ganado por puesta de mano.

Con el objetivo de alimentar el debate, queremos terminar invitando a este Diario a demostrar que a Petro-Perú no le conviene ingresar ni al Lote 192 ni al 64. A demostrar que lo que está detrás de su línea editorial no es ideología.

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. recibe críticas por "doble discurso" sobre el (por ) — Política El Comercio (@Politica_ECpe)