El presidente cae 19 puntos en un mes y su desaprobación se duplica, llega al 32%. (Foto: Andina)
El presidente cae 19 puntos en un mes y su desaprobación se duplica, llega al 32%. (Foto: Andina)
Erick Sablich Carpio

Era previsible que la aprobación a la gestión de sufriera una caída tras el exponencial crecimiento que experimentó como consecuencia de haber disuelto el . Una decisión –dejando al margen importantes disquisiciones constitucionales– que fue vista favorablemente por el 85% de la población y que supuso un salto de 31 puntos para el presidente, cuya popularidad alcanzó un inédito 79% a mediados de octubre, según el estudio de El Comercio-Ipsos.

Las cifras que trae el sondeo publicado el último domingo, no obstante, revelan un descenso pronunciado. El presidente cae 19 puntos en un mes y su desaprobación se duplica, llega al 32%. Los principales rostros del Gabinete siguen tendencias similares: el primer ministro, , retrocede 17 puntos, alcanza así el 30%, la titular del Ministerio de Economía y Finanzas, María Antonieta Alva, pasa de 55% a 39%, y el ministro del Interior, Carlos Morán, también pierde 16 puntos, lo que significa que es aprobado por el 36%. El efecto del cierre del Congreso parece que será más efímero de lo que le gustaría al gobierno.

Si bien el descenso no es deleznable, Vizcarra aún es aprobado por un contundente 60% de la ciudadanía, superando los niveles de sus antecesores (Pedro Pablo Kuczynski, Ollanta Humala, Alan García y Alejandro Toledo) cuando entraban al segundo año de sus mandatos. Al ser un número aún muy positivo para su gestión, surgen algunas inquietudes sobre cómo administrará el presidente sus índices de aceptación.

En primer lugar, va quedando claro que el gobierno no tiene pensado invertir capital político en plantear reformas o impulsar proyectos que puedan generar ruido político. No se trata de pedir ingenuamente a Vizcarra, por ejemplo, (ni sería recomendable) que emprenda una reforma laboral mediante decretos de urgencia, pero sí un poco de ambición para acometer ciertas mejoras institucionales y medidas para reactivar la economía. ¿Cuáles son las propuestas del Ejecutivo en lucha anticorrupción, servicios públicos, reforma judicial o seguridad ciudadana? ¿Qué está haciendo para tratar de solucionar los problemas que rodean al proyecto Tía María y en general atraer inversión privada?

La estrategia (o instinto) de no correr riesgos políticos, como reflejan las encuestas, claramente no ha impedido el desgaste del gobierno. En un mes ha tenido que cambiar dos ministros y, ante la ausencia del Parlamento, los reflectores empiezan a apuntar a sus carencias.

Pasando del campo de la omisión a la potencial acción, lo que genera preocupación es la manera en la que el presidente ha manejado en anteriores oportunidades sus caídas en las encuestas. Y es que si a los antecedentes nos atenemos, cada vez que el mandatario rondaba el 40% - 45% el Ejecutivo encontraba en el (merecidamente) impopular Congreso la salida a sus problemas inmediatos. Ahora que su enemigo ha sido liquidado, sería lamentable que recurriese a recetas populistas para contrarrestar la inexorable tendencia a la baja. Por el contrario, debería aprender a convivir con ella y dejar en el camino algunas reformas significativas. Está en la inusitada posición de poder hacerlo.

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