Resaca de campaña, la columna de Diana Seminario
Resaca de campaña, la columna de Diana Seminario
Diana Seminario

Esta ha sido una campaña atípica, con exclusiones, injerencia descarada del gobierno, candidatos que nunca despegaron, renuncias y desconciertos. Entramos a una semana crucial.

Después de tres meses de campaña, el liderazgo de de cara al 10 de abril es claro. La candidata de Fuerza Popular tiene un voto duro y, si bien tiene un alto antivoto, siempre ha mantenido su preeminencia, pese a la campaña que se viene desarrollando en su contra.

Y aunque Keiko intente deslindar de lo peor del gobierno de su padre, la posición que la coloca como favorita con holgada ventaja se la debe también a ese grupo de ‘albertistas’, para quienes el ‘Chino’ fue el ‘salvador’ de la patria, y no reconocen en él su autoritarismo, sus delitos, su ciego afán de perpetuarse en el poder y todo aquello que lo mantiene preso.

Siendo justos, el grupo de ‘albertistas’ no son sus únicos seguidores. Keiko ha sabido ganar nuevos electores, ha conectado con los jóvenes. Para quienes votarán por primera vez el domingo, Alberto Fujimori es solo una foto en algún libro, alguna conversación de adultos. Cuando cayó el fujimontesinismo, tenían 2 años.

La pelea de la última semana es entre Pedro Pablo Kuczynski y . La exclusión de Julio Guzmán jugó a favor de , quien podría estar a un paso de la segunda vuelta, siempre y cuando no dé ningún paso en falso.

PPK tendrá que ser claro y fiel a sus principios. Debe demostrar que es una alternativa superior y de confianza al riesgo que implica la presencia de Verónika Mendoza en el balotaje.

Verónika Mendoza se mete por los palos. A ella también le favoreció la salida de Guzmán, y en algo la de Acuña. El antifujimorismo, ser una cara nueva, la ignorancia de quienes desconocen que el tan criticado modelo económico actual ha sacado a miles de peruanos de la pobreza juegan a su favor. Haber escrito en las agendas de la primera dama en el 2007 juega en su contra, sobre todo cuando se sabe que esas anotaciones reportaban dinero de origen oscuro.

Mendoza no es un retroceso, ni un salto al vacío, simplemente sería una tragedia para el país.

Tras ellos, Barnechea y García. El primero parecía que podía despegar, pero no dio la talla cuando se le exigió ser un candidato de verdad, y eso no es solo comer chicharrones, sino presentar propuestas claras, y no mirar por encima del hombro.

Y, finalmente, Alan García. Al inicio de la campaña, los entendidos le daban el beneficio de la duda, porque con él “cualquier cosa podía pasar”, que cuando calentara la contienda sería capaz de voltear el partido como lo hizo en el 2001 y 2006. Pero no fue así. Ni reggaetón ni ‘teteo’. No conectó con la gente. Los jóvenes que lo llevaron a la segunda vuelta del 2001 y a la victoria del 2006 ya no lo son, los nuevos votantes exigen nuevas aproximaciones. A quienes García supo seducir por primera vez con su verbo ya frisan los 50. Los narcoindultos lo sepultaron.

A una semana de las elecciones, solo podemos votar pensando en el país. Dejando de lado odios y revanchas. El futuro nos espera.  

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