(Foto: Twitter)
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Diana Seminario

“Aquí no pasa nada” es la frase que inmortalizó don Humberto Martínez Morosini cuando narraba partidos de fútbol. Así, don Humberto nos alertaba que no habíamos metido gol alguno, pero tampoco nos lo habían hecho a nosotros. Con los años, ya forma parte del vocablo popular, y quienes pasamos los 40 la entendemos bien. En el caso de nuestra realidad y en el contexto de la política, podríamos decir más bien que venimos perdiendo por goleada, pero “aquí no pasa nada”. Para muestra, varios botones.

Resulta llamativo que el ministro de Economía, Alfredo Thorne, le diga al contralor Edgar Alarcón –cuando se encontraba elaborando el informe del proyecto de aeropuerto de Chinchero–: “Todo depende de usted. Si pasa Chinchero nos va bien, si se baja Chinchero nos va pero mal”.

En su defensa, Thorne señaló que se refería a que la economía iría muy bien si el proyecto del aeropuerto cusqueño progresaba. Pero el diálogo revela que también estaban tratando la ampliación de una partida presupuestal para la contraloría. Incluso Thorne llegó a decir que necesitaba la promesa de Alarcón (que “ayudaría” al Ejecutivo), para que el presidente Kuczynski apruebe la entrega de dinero. Fuera como fuese, el condicionamiento es inadmisible.

Muchos analistas y voceros políticos han preferido quedarse en el hecho de quién grabó y por qué lo hizo. Es reprobable y repudiable que se graben conversaciones privadas y que se difundan, pero no por eso es menos condenable el “tufillo” de presión que se desprende de la conversación.

En el interín se han conocido los negocios de Alarcón y sus hijos y cómo este benefició a una trabajadora de la contraloría, siendo vicecontralor; cargo en el que tanto a él como a su predecesor Fuad Khoury se le escaparon todas las tortugas y fueron incapaces de advertir la corrupción en más de un gobierno regional. Pero esa es otra historia.

Ha pasado una semana desde que conocimos la conversación Thorne-Alarcón, y ya estamos enterados de la prosperidad del contralor. Pero ambos siguen en sus puestos y el titular del MEF incluso acompañó a PPK en un viaje a Europa para promover las inversiones, porque “aquí no pasa nada”.

La semana pasada, Martín Belaunde Lossio se reafirmó ante la Comisión Lava Jato en la declaración que dio ante la fiscalía, en el sentido de que entregó US$400.000 a Nadine Heredia por encargo de OAS. El ex amigo de los Humala precisó que Heredia era quien actuaba para presionar o favorecer con algunas licitaciones a la empresa. Según Belaunde Lossio, el dinero también se entregó a través de contratos ficticios a nombre de Rocío Calderón. Recordemos que los contratos de ‘Chío’ con OAS están consignados en las agendas de Nadine. Pero aquí tampoco pasa nada.

Y ni qué decir de los testimonios sobre Madre Mía y las atrocidades cometidas por Ollanta Humala (el ‘Capitán Carlos’). ¡No pasa nada!

Si se actuara con la misma diligencia e indignación que hemos visto en el escándalo de Pura Vida, para sancionar actos de evidente corrupción, otro sería el cantar.

Toda esta sensación de impunidad lo único que hace es que la percepción de pesimismo avance y que la opción radical y autoritaria crezca.

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