Pedro Castillo demoraba demasiado en decirnos quien sería su primer ministro. No lo decía porque no lo tenía y, cuando finalmente hizo jurar a Guido Bellido en la Pampa de la Quinua, fue una sorpresa mayúscula hasta para sus aliados. Aquí les contaré cuáles fueron algunas de las alternativas y criterios puestos en la balanza y desechados. El fuero interior del presidente es inescrutable, pero puedo ofrecerles las observaciones de gente que habló con él y tuvo corazonadas que se confirmaron el jueves.
La primera amarga corazonada es que Castillo no se tomaba en serio, como creían sus aliados, la conveniencia de buscar un primer ministro que tendiera puentes con el centro y, al menos, sonriera a la derecha. Una personalidad de izquierda, ex ministro, conversó con él y me dijo: “Creo que va a empezar a gobernar con su ala dura y se va a dar cabezazos hasta que entre en razón”. Mi fuente había intuido, semanas atrás, lo que luego se evidenció: mientras los moderados voceaban alternativas concertadoras para la PCM, y Castillo recibía a los voceados sin prometerles nada; en realidad dejaba que Perú libre barajara alternativas para varias carteras y se reservara para la PCM a alguien de sus filas.
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Conversé con un candidato a ministro, cuyo nombre no puedo revelar, y me contó que su primera corazonada amarga se la llevó cuando Castillo le dio a entender que podría estar en un segundo gabinete, pues el primero iba a ser un ‘gabinete de choque’ que duraría poco. No es la única fuente que me comenta esa impresión de que Castillo tenía la idea temeraria de empezar su gestión buscando activar el mecanismo de la negación de la investidura. Pero he encontrado dos hipótesis al respecto: una, que el presidente comparte con Cerrón y su grupo de radicales, entre los que está Guido Bellido, la idea de confrontar al Congreso hasta las últimas consecuencias, con el concurso final del ‘pueblo’ y una vaga idea de revolución; la otra, que Castillo quiere que le veten un gabinete confeccionado por PL, y así deshacerse de ellos, para por fin nombrar a un gabinete a la medida de sus aliados moderados. Quienes sostienen la primera hipótesis acusan de ingenuidad a la segunda.
En cualquiera de los casos, a mis fuentes les cuesta adjudicar un pensamiento estratégico a lo que han visto, y más les sorprenden la irresponsabilidad, indecisión e inconsistencia. El candidato a ministro me contó que durante el miércoles, lo llamaron tres veces a ofrecerle diversos cargos. Los emisarios eran personas ligadas a Josué Gutiérrez, el abogado de Vladimir Cerrón y ex congresista radical de la bancada humalista, a quien ya había identificado como uno de los que llevaba la voz cantante en la confección del gabinete, bien instalado en una casa en San Isidro donde entrevistaban a los candidatos. Llamé y escribí a Gutiérrez para obtener su versión. Negó que tuviera injerencia en el gabinete.
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Gabinete de miércoles
Hasta finales de la tarde del miércoles, el candidato a primer ministro era, netamente, Roger Nájar, lo que sorprendió a varios de los convocados pues no solo estaba el ominoso peso de la denuncia por haberse demorado en reconocer a la hija que tuvo con una adolescente (el caso fue judicializado); sino que tiene problemas de salud que lo hicieron apartarse de la responsabilidad que debió tener en el debate técnico (que resultó un desastre para PL, y estuvo a cargo de Iván Merino, hoy ministro de Energía y Minas y pareja de Celeste Rosas, presente en el debate). Nájar es de los moderados de PL e hizo buenas migas con Francke y los de Juntos Por el Perú.
Caída la opción por Nájar, surgió la alternativa de Dina Boluarte a la PCM. Una fuente que la conoce bien me contó que ella prefería el Midis (cartera para la que ya estaba fichada y que ostenta ahora), pero estuvo dispuesta a asumir el reto mayor. Sin embargo, Cerrón no confía en su correligionaria, pues ha visto que durante la campaña mantuvo un perfil independiente y alineado con la imagen de moderación que aparentaba Castillo. Es así que, tarde en la noche, decidieron, en acuerdo con Castillo y con el silencio de Boluarte, designar a Bellido. Mi fuente ministerial frustrada, a quien habían llamado de parte de Nájar, y luego de Boluarte, me dijo que alrededor de las 10 p.m. lo llamaron por tercera vez para decirle que sería Bellido. Su decepción fue mayúscula.
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Más de una fuente me dice que Boluarte sí hubiera podido retener a Francke, a Avelino Guillén, a Daniel Salaverry, a Aníbal Torres y a otros que prefirieron apartarse. Para los moderados, lo ideal hubiera sido un primer ministro como el ex canciller Manuel Rodríguez Cuadros que, según mis fuentes moderadas, estaba disponible. Hubo conversaciones con él y se le dio a entender que podía ser el PCM. Luego se le dijo que mejor sería canciller, cosa que aceptó. Luego, se le ofrecieron otros ministerios, pues querían de canciller al veterano exguerrillero Héctor Béjar. Rodríguez Cuadros declinó. Castillo y Cerrón estaban encandilados con Béjar. Sé de buena fuente que tanto el mensaje a la Nación como el discurso del día siguiente en la Pampa de Quinua, fueron escritos en parte por Béjar.
Otros candidatos voceados por los moderados fueron Jorge Nieto y Mesías Guevara. Hasta donde he podido indagar, Nieto estaba disponible pero no llegó a tener un encuentro presencial con Castillo en el que le hubiera planteado condiciones. Otro candidato fue Mesías Guevara, aunque sin demasiado entusiasmo, pues la gobernación en Cajamarca y la presidencia de Acción Popular le acomodan mejor que una aventura castillista incierta.
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Los más consternados y divididos por el nombramiento de Bellido han sido los aliados de Nuevo Perú, el grupo de Mendoza. Roberto Sánchez, de Juntos Por el Perú, se tragó el sapo y juró al Mincetur. Para Anahí Durand fue más complicado decidirse, pues ella coordinó al equipo de NP que colaboró con Castillo, y tuvo que enfrentar la renuencia de su correligionario Francke en participar. Más pudo su voluntad de ser ministra de la Mujer y en ello la respalda su partido. Los demás cargos -ya nos iremos enterando de los detalles- fueron evaluados por el grupo de PL. Por cierto, hubo el criterio, compartido por Castillo y Cerrón, de dar un ministerio a cada partido de izquierda. NP tiene 2 (MEF y Mujer) por que hay una alianza específica, pero la paleta se completa con Sánchez (JPP), Ciro Gálvez (el líder de Runa, a Cultura) e Iván Quispe del Frente Amplio al Produce. Y si hubo un criterio transversal que primó no fue el de la paridad, ciertamente; sino el de dar un fuerte peso a los ministros venidos de regiones, empezando por el cusqueño Bellido. Los frenteamplitsas compartieron ese criterio y por eso colocaron al economista puneño Quispe. Runa también cumplió: Gálvez es huancavelicano afincado en Huancayo.
Un moderado decepcionado, ve a este gabinete insostenible en el tiempo, pero mantiene un hálito de esperanza y me lo formula así: “el presidente debe dejar la casa de Breña, meterse con su familia en Palacio y estar lejos de Cerrón y los de PL, protegido por la policía, y ahí rehacer el gabinete”. A ese punto llegan las diferencias entre las alas del presidente que se resiste a volar a la altura de su encargo.
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