Esta semana los peruanos seremos testigos de una nueva ceremonia en Palacio. Manos alzadas, juramentos a viva voz, fajines en la cintura, abrazos de felicitación, vivas de la tribuna. Todo eso está asegurado. Menos la continuidad. (Foto: Presidencia)
Esta semana los peruanos seremos testigos de una nueva ceremonia en Palacio. Manos alzadas, juramentos a viva voz, fajines en la cintura, abrazos de felicitación, vivas de la tribuna. Todo eso está asegurado. Menos la continuidad. (Foto: Presidencia)
Héctor Villalobos

Y ya van tres. Uno se fue “por amor”, al otro lo censuraron y el tercero se anticipó a una censura inminente. A pocos días de cumplir 10 meses de gestión, el gobierno de ha perdido ya a tres ministros: uno a cuenta de la oposición, dos por autogoles. Además, la continuidad del titular del Interior, Carlos Basombrío, pende de un hilo. Tampoco se sabe si a su retorno del Ecuador el mandatario aprovechará la juramentación del sucesor(a) de para hacer otros ajustes en el Gabinete que preside Fernando Zavala.

Hace casi un año, cuando PPK aún no revelaba el nombre del que sería su primer ministro –pero ya había adelantado que era hombre, independiente, joven y gordito–, el hoy presidente de la República había expresado sus esperanzas de que esta persona (Fernando Zavala) sea el único jefe del Gabinete Ministerial durante sus cinco años de gobierno.

A dos meses de que se cumpla el primer año de gestión, suman tres las salidas ministeriales, a las que hay que agregar una rotación: la de Jorge Nieto de la cartera de Cultura a la de Defensa. La permanencia de un ministro depende hoy menos de las políticas que aplica o de los logros que pueda exhibir y más de los cambios de humor de una bancada o de las patinadas dentro de casa. Sea técnico o político el perfil que este funcionario tenga, el cargo siempre será político y estará sujeto a los vaivenes de la coyuntura. Y si a eso sumamos el clima bélico que caracteriza a las relaciones oficialismo-oposición, se puede afirmar que las expectativas que tenía el entonces mandatario electo pecaron de optimistas.

En cifras, los movimientos al interior del actual Ejecutivo, sin embargo, no han sufrido tantos sobresaltos si los comparamos con el período anterior. A estas alturas de su gestión, Ollanta Humala ya había tenido que cambiar a casi un Gabinete completo. El conflicto entre el “Conga va” del gobierno versus el “Conga no va” que respaldaban algunos ministros fue el detonante de la salida de Salomón Lerner Ghitis del Ejecutivo y de la caída del primero de los siete gabinetes que tuvimos en el quinquenio pasado.

En lo que a continuidades ministeriales respecta, a las gestiones de Alan García y Alejandro Toledo les fue mejor en sus primeros diez meses. García solo tuvo que cambiar a Pilar Mazzetti del Interior y a Juan José Salazar de Agricultura, mientras que Toledo reemplazó ministros en los sectores Salud, Mujer y Defensa. Sin embargo, en el balance final, Toledo y García tuvieron cinco presidentes del Consejo de Ministros.

Si hay una característica que define al cargo de ministro en el Perú, es lo efímero. Situación excepcional es la del embajador José Antonio García Belaunde, quien permaneció como ministro de Relaciones Exteriores los cinco años que duró el segundo gobierno de Alan García.

Esta semana los peruanos seremos testigos de una nueva ceremonia en Palacio. Manos alzadas, juramentos a viva voz, fajines en la cintura, abrazos de felicitación, vivas de la tribuna. Todo eso está asegurado. Menos la continuidad.

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