PPK y sus dos vicepresidentes aparecen juntos en el mensaje a la nación que se dio antes de la votación del pedido de vacancia.
 (Foto: Presidencia)
PPK y sus dos vicepresidentes aparecen juntos en el mensaje a la nación que se dio antes de la votación del pedido de vacancia. (Foto: Presidencia)
Juan Paredes Castro

Mientras va y viene la voceada vacancia del presidente , las fuerzas políticas que lo quieren fuera del gobierno han montado un nuevo ensayo teatral.

La facción parlamentaria de izquierda Nuevo Perú, cuyos miembros facilitaron, en diciembre, con su retiro del hemiciclo, que la vacancia no llegara a los votos necesarios (87), pretende ahora replantearla, dos meses después, de la mano de Fuerza Popular y del Frente Amplio.

¿Dónde quedó el temor de Nuevo Perú, como sostenía en diciembre, de que detrás de la vacancia presidencial se movía el “proyecto golpista” del fujimorismo para controlar el poder desde un adelanto de las elecciones?

Ocurre que un importante sector de la política ha pasado del amor al rencor por Pedro Pablo Kuczynski, no por sus vínculos oscuros con Odebrecht, sino por el indulto a Fujimori. Inclusive amigos y colaboradores suyos muy cercanos renunciaron a Peruanos por el Kambio. No lo hicieron por los sarpullidos de corrupción descubiertos en la trayectoria financiera de su líder. Lo hicieron por haberlo sorprendido sacando de la cárcel al controvertido padre de Keiko y Kenji.

El segundo ensayo de vacancia que ahora se calienta en las resbaladizas tablas del verano político limeño exhibe, con una buena dosis de hipocresía, la alianza de una izquierda que quiere cobrarse, con la máscara de la anticorrupción, el gran sopapo del indulto y de un fujimorismo que vuelve sobre la vacancia a cobrarse la derrota electoral del 2016.

Como lo advierte Juan Carlos Tafur en su crónica de ayer, en “Somos”, los votos contados hasta hoy para asegurar la vacancia de Kuczynski alcanzarían, raspando, el número de 87. ¿Si el número de votos comprometidos es así de apretado, cómo confiar en su perdurable consistencia? Kenji logró desgajar 10 votos del frondoso árbol de la hermana. ¿Qué garantiza que no pueda desgajar otros cuatro o cinco, suficientes como para provocarle una nueva derrota?

Por lo visto nada descarta que finalmente la vacancia pueda concretarse. Que nada pase con Kuczynski no quiere decir que pueda maniobrar con éxito su continuidad. La impresión que tenemos de él es la de un presidente técnicamente vacado pero políticamente en funciones, una insólita combinación que no puede explicar el derecho constitucional, pero sí la naturaleza diabólicamente enrevesada del presidencialismo peruano.

El actual cruce de conspiraciones es tal que la vacancia parece al mismo tiempo tan inminente como remota. Podríamos llegar a una situación en la que Kuczynski se mantenga en el poder como su homólogo brasileño Michel Temer, en modo corrupción, con cargo a un ajuste de cuentas al final de su mandato.

Inclusive en el escenario de un Pedro Pablo Kuczynski vacado, la posibilidad de que el primer vicepresidente, Martín Vizcarra, lo releve, según los parámetros constitucionales establecidos, podría ser desbaratada por Mercedes Aráoz, la segunda vicepresidenta, a quien Kuczynski preferiría, en conspiración con ella, como su heredera en el poder.

La lucha por el relevo presidencial entre Aráoz y Vizcarra ya comenzó hace rato. Quizás ambos no saben para quién finalmente conspiran: Keiko Fujimori, tras el trono de una presidencia provisoria.

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