Bastó que el presidente Martín Vizcarra jale la manija de una camioneta oficial para acabar con una incertidumbre que tomó casi toda una mañana: cuando los congresistas no terminaban de construir sus cuestionamientos sobre la supuesta inasistencia del mandatario al juicio político que estaba por empezar, el vehículo que abordó cruzaba la avenida Abancay rumbo a la sede del Legislativo.
Las dudas sobre la presentación de su defensa personal empezaron a gestarse desde la tarde del jueves. A las 5 p.m., EsSalud envió un mensaje por WhatsApp informando a periodistas de Trujillo que el presidente estaría en la ciudad visitando las villas de EsSalud de Virú y La Libertad. La última vez que el mandatario acudió a esta ciudad fue el pasado 6 de julio.
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Este mismo día, una comisión de avanzada había arribado a Trujillo, a las 11 de la mañana, confirmó el Gobierno Regional de La Libertad. Se preparaba el llano para que el presidente cumpla una agenda oficial y paralela a la sesión en la que se debatiría el destino de su mandato.
Coordinaciones de último momento
El viernes, muy temprano, la confirmación del Gobierno Regional sobre la presencia del Martín Vizcarra en Trujillo dejaba en el aire su asistencia al Parlamento. El anuncio fue que aterrizaría a las 10 de la mañana para cumplir con un itinerario de tres puntos: inaugurar un nuevo Hospital EsSalud, visitar el Terminal Portuario de Salaverry y acudir al Hospital Virgen de la Puerta.
A las 7 de la mañana, hubo una modificación en la hora de arribo: el presidente llegaría a las 11. Debido a que la sesión en el Congreso para debatir la moción de vacancia presidencial estaba programada para las 10 a.m., se especuló sobre la posibilidad de que Vizcarra se presente, por un breve tiempo, ante los legisladores. Una fuente de El Comercio confirmó que los cambios por parte del GORE sobre la hora de llegada de Vizcarra partieron del mismo Palacio de Gobierno.
No fue sino hasta casi las 9:30 de la mañana cuando el presidente hizo sus primeros amagos de ir al Congreso. Cuando aún se sostenía que Vizcarra no transitaría las cuatro cuadras que lo separan de la sede del Legislativo, salió junto a su abogado Roberto Pereira a la puerta de Desamparados de Palacio. Se detuvieron, intercambiaron algunas palabras -aunque las rutinarias mascarillas ahora nos impiden conocer los gestos del mensaje-, y se despidieron. Pereira abordó un auto y enrumbó al Congreso. El presidente, por su parte, reingresó a Palacio.
El factor sorpresa
Seguía transcurriendo el tiempo y se acercaba la hora de inicio de la sesión. A los 10 minutos de haber partido de la casa de Gobierno, Pereira ingresó a la sede del Legislativo y una reportera del canal del Congreso lanzó la pregunta que, incluso a esa hora, aún no tenía una respuesta concreta: ¿el presidente había decidido no ir al Parlamento?
“Venimos a cumplir la obligación constitucional (…) no sabemos si va a venir o no, es probable”, afirmó Pereira, manteniendo la expectativa sobre qué estaba ocurriendo al interior de Palacio.
A las 9:57 a.m., a escasos minutos para que el pleno inicie su sesión, el presidente finalmente concretó su decisión: salió con la ministra de Justicia, Ana Neyra; y el primer ministro, Walter Martos, se despidió de ambos y, a diferencia de otras veces, los ministros aguardaron a que Vizcarra ingrese al auto oficial y parta a la sesión.
Apenas tres minutos después y con un folder guinda bajo el brazo, el presidente ingresó al Congreso, no sin antes pasar por los protocolos de seguridad sanitaria. Mientras, la medición de la temperatura política de esta jornada aguardaba en el hemiciclo. Antes de entrar a la sala de Embajadores, el presidente respondió que estaba ahí no solo para presentarse ante los congresistas, sino ante “todos los peruanos y peruanas”.
Una vez iniciada la sesión, el presidente Vizcarra dijo que acudió al Congreso pese a que algunas personas lo conminaron a no hacerlo porque, con su presencia, podría “avalarse” este proceso de vacancia que enfrenta. Para despejar esas vacilaciones que desde la mañana había reflejado, arguyó ante el hemiciclo: “no me corro”.
Cerca de las 11 de la mañana, el presidente se retiró del Parlamento y retomó la agenda oficial, que tuvo como destino la ciudad de Trujillo.