Hay demasiados muertos y no hay suficientes vacunas como para siquiera amainar el lento exterminio de los vulnerables. La tabla de la fatalidad elaborada por la Universidad Johns Hopkins coloca a nuestra tasa de mortalidad de 3,3% de contagiados como la segunda peor del mundo (luego de México con un inconcebible 9,1%), y los 163.06 muertos por cada 100 mil habitantes nos colocan en el puesto 15. Por un tiempo, durante el 2020, estuvimos a la cabeza y podemos especular si, medidos todos los países con las cifras de exceso de muertos por toda causa (la que reporta el Sinadef), saldríamos peor parados.
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Ante esta desolación, los epidemiólogos pragmáticos tienen un lema: la mejor vacuna es la que te puedas poner hoy. Aplicado a los gobiernos, el lema se convierte en: la mejor vacuna es la que puedas comprar hoy. Bueno, pues, en este momento, el lote más probable para resolver la carestía de vacunas es comprar los 2 o 3 millones de Sinopharm, de los que, en más de una ocasión, se dijo que complementarían al primer agotado millón que llegó con un ‘registro excepcional’ y que ya son parte de un acuerdo marco.
Mis fuentes del gobierno me confirman que están trabajando para asegurar esos millones chinos; sin embargo, no los cuentan en la cartera de vacunas que presentan al Congreso y a la opinión pública (ver cuadro). Esa cartera ‘para la foto’ la componen Pfizer (20 millones de dosis que serán entregadas en cuotas semanales hasta junio), AstraZeneca (14 millones a partir de setiembre) y la bolsa de Covax Facility (13,2 millones sin fecha límite, del que ya llegaron 117 mil de Pfizer y deben llegar 400 mil de AstraZeneca este mes).
Urgen, pues, vacunas para que el proceso de vacunación sea masivo como no lo ha sido hasta ahora, para pasar del padrón y la cita con cambalache de prioridades al simple “ven nomás” con tu DNI si eres adulto mayor y te vacunamos sin rodeos. Ni Pfizer ni AstraZeneca nos va a cubrir esta brecha de abril, que eso ya está descartado en los contratos firmes. Covax funciona con lentitud y sin plazo final, y los tratos con Gammaleya, Johnson y Johnson y Moderna van a tomar un tiempo. Cuando pregunto cuál es la marca más próxima luego de Sinopharm, me dicen que la Sputnik V de Gammaleya. No por gusto el canciller Allan Wagner invitó a que lo visite en Torre Tagle al embajador ruso Igor V. Romachenko, el 25 de marzo. Dos días antes, el 23, invitó a Liang Yu, el embajador chino.
Tras hablar con Yu, Wagner declaró a TV Perú que el propósito de la cita era pedir al embajador que interceda “para poder acelerar lo poco que queda para lograr el registro de la vacuna Sinopharm como un registro sanitario condicional”. Ojo, ‘condicional’ es más que el registro ‘excepcional’ con el que entró el primer millón y que está vigente hasta el 30 de abril. Tras recibir a Romachenko, habló del mismo registro, pero aclaró que recién estaban negociando la compra de 20 millones de dosis. Con los rusos no hay un acuerdo marco como ya lo hay con Sinopharm.
¿Y si China dice ya?
Hay que asegurar los primeros grandes lotes posibles. Es la consigna que se cumple en todo el mundo. Repasemos: Pfizer cumple con apreciable rigor, pero enviando lotes semanales de 50,000 que pronto aumentarán a 200,000; no cubre la brecha de abril. Astra Zeneca recién empieza en setiembre y Covax Facility tiene una oferta intermitente sin plazo final y que, ojo, solo puede llegar a cubrir hasta al 20% de la población.
Lo más a mano sigue siendo Sinopharm, pero ya el canciller Wagner mencionó la espina atravesada en la garganta: registro condicional. Lo tuvo Pfizer de arranque y con vigencia de un año, porque fue la primera vacuna en aplicarse masivamente y está bendecida por la FDA (la agencia sanitaria gringa), la EMA (el equivalente en la Unión Europea) y hasta la OMS.
Pero el mismo aval no lo tiene ni podría tenerlo Sinopharm, porque aún no ha presentado a la comunidad científica todos los resultados completos de sus estudios. Mis fuentes me dicen que, cuando le han preguntado a los chinos por el estado de su acreditación internacional, contestan que están concentrados, antes que en halagar a revistas científicas como The Lancet (que, por cierto, ya ha hecho eco en breves y enojosos artículos del ‘Vacunagate’), en obtener el aval de la OMS.
El miércoles, según reporte de Reuters, voceros de la OMS informaron en la sede de Ginebra, que Sinopharm y Sinovac, los dos laboratorios chinos con vacunas en el mercado, presentaron toda la información de sus ensayos para que el SAGE (el comité de evaluadores del organismo), confirme la eficacia de sus vacunas. El ente se pronunciará, según informaron los voceros, hacia fines de mes.
Con el aval de la OMS, el gobierno perdería el pánico de comprar e importar con documentos de emergencia, vacunas que han causado tanto ruido. Recuerden que luego del ‘Vacunagate’, vino la difusión del informe preliminar con la lectura tremendista que hizo el biólogo Ernesto Bustamante. Ello acrecentó las dudas populares y convenció al gobierno de que, el próximo lote, en la medida de lo posible, debía llegar con un mejor aval.
Ni héroes ni indolentes
Le hago a mis fuentes la pregunta que ustedes ya están pensando: ¿Qué pasa si mañana Sinopharm dice ‘tenemos listo un lote de 3 millones, firmemos el contrato y se los enviamos’? “No estamos en ese escenario, aún”, me contestan. Pero imaginemos que llegamos a él, le insisto a mi fuente, y no hay aún el aval de la OMS. ¿El lote no se recibe porque faltan papeles para un registro condicional? ¿La Digemid no expediría otro registro excepcional? “Ya veremos, esa sería una decisión heroica”, responde mi fuente.
Esa respuesta nos devuelve, pues, al ‘Vacunagate’ y sus rebrotes. El escándalo de las vacunas de cortesía provistas por Sinopharm a la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) ha costado muchas turbulencias políticas como para fingir que las relaciones bilaterales están perfectas. Tampoco estamos peleados. En realidad, las culpas por el escándalo son compartidas.
Fuentes de la UPCH y de la gestión de la ex canciller Elizabeth Astete me aseguran que en reuniones donde participaron los chinos y en conversaciones privadas durante el 2020, estos ofrecieron y alentaron la vacunación a funcionarios. Las investigaciones de la Comisión Carbone, de la Comisión Covid del Congreso, de la fiscalía y de la cancillería, apuntan en ese mismo sentido.
Los actores peruanos en torno a los ensayos y las negociaciones con Sinopharm no fueron los únicos responsables del ruido. En la génesis del escándalo estuvo el ofrecimiento hecho a funcionarios de nuestra embajada en Pekín y también a funcionarios en Lima de vacunarlos como medida de protección. Una fuente que estuvo presente en una reunión virtual entre encargados de los ensayos, representantes de entes públicos y ejecutivos de Sinopharm, recuerda con claridad que los chinos hablaron de su disposición de vacunarlos. La misma fuente me contó que, cuando los chinos fueron informados de que Vizcarra había sido vacunado (antes de que estallara el ‘Vacunagate’), les pareció una buena nueva.
Otra fuente diplomática me contó que en la investigación que sigue la cancillería a los funcionarios que se vacunaron subrepticiamente obran documentos y pruebas que refuerzan que el origen del ‘Vacunagate’ estuvo en el reiterado ofrecimiento de Sinopharm, en más de una ocasión, hecho a través de ‘Cassie’, el nombre anglosajón de su más importante ejecutiva comercial.
Mis fuentes confían en que el dilema se va a resolver en el camino. La prioridad absoluta es traer vacunas de donde sea y la brecha de abril es enorme. Si la OMS da pronto el aval a Sinopharm, el gobierno va a dar un gran suspiro.
Eso sí, más allá del ‘Vacunagate’ y de la pandemia entera, la Digemid tiene estándares de aprobación que se basan, en gran medida, en el prestigio internacional de las instituciones sanitarias de cada país. Actualmente, la Digemid tiene una lista de alrededor de 20 ‘países de alta vigilancia’, compuesta por EE.UU., Canadá, Corea del Sur, Australia y varios estados europeos. En cada caso, el país solicita ser considerado de ‘alta vigilancia’, la Digemid lo evalúa, lo aprueba y se publica un decreto supremo.
Consulté a una fuente del Minsa y me contaron que China y Rusia no están en esa lista. Recientemente Rusia y Brasil han solicitado su inscripción, más no China. Estar o no en la lista no es condición indispensable para recibir un registro condicional o excepcional; sin embargo, no ayuda su ausencia.
Si en los próximos días o semanas se concreta la compra de nuevos millones de dosis de Sinopharm antes de que la OMS se pronuncie; el gobierno tendrá que resolver su dilema chino, priorizando las vidas que podrían ser salvadas por esta vacuna por sobre las paralizantes exigencias burocráticas y la grita opositora.
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