Si bien prefiere no referirse a fallos específicos, Prado remarca la obligación que tienen los jueces de motivar sus decisiones. (Foto: Anthony Niño de Guzmán/El Comercio)
Si bien prefiere no referirse a fallos específicos, Prado remarca la obligación que tienen los jueces de motivar sus decisiones. (Foto: Anthony Niño de Guzmán/El Comercio)
Diego Chirinos

corre contra el tiempo. En dos meses dejará la presidencia del y, antes de ello, espera sentar las bases para pasar lo que él considera una “página gris”: la del prófugo ex juez supremo . Advierte, sin embargo, que no será fácil superarla.

—Usted lidera la institución encargada de impartir justicia en el país. ¿Cómo tomó la fuga del destituido juez supremo César Hinostroza?
Para todos fue una mala noticia y ha conmovido a la opinión pública, a los sectores políticos y al sistema de justicia. Teníamos claro que existía una orden de impedimento de salida. Por tanto, Hinostroza Pariachi no podía ausentarse bajo ningún factor del territorio nacional. Salir del modo que lo hizo genera una situación, cuando menos, de riesgo procesal evidente y ha de tener consecuencias jurídicas.

—¿Este hecho confirma la necesidad de eliminar el antejuicio y la inmunidad?
La inmunidad surgió como una defensa de la autonomía de los parlamentarios frente al poder que podía atemorizarlos políticamente. Con el devenir de los años se fue ampliando y ahora abarca a funcionarios que no deben tener ese privilegio.

—¿Los jueces no deberían tener antejuicio ni inmunidad?
No, eso debe ser revisado.

—El Ejecutivo, el Congreso y la fiscalía se responsabilizaron mutuamente por la fuga de Hinostroza. ¿En dónde diría usted que fallamos?
Los procedimientos que existen en nuestra legislación se han quedado en el pasado. Aquí tenemos que esperar formalmente un trámite de expediente que llegue a una unidad y esa lo pase a otra, y que a partir de allí se decida. Acumulamos días creando situaciones de riesgo que pueden generar un aprovechamiento indebido y acabar en experiencias negativas como la que hemos conocido.

—¿Cree que la extradición ha quedado obsoleta?
La extradición ha quedado totalmente obsoleta, es una pieza de arqueología jurídica. Cuando comencé a trabajar temas de cooperación judicial internacional, a fines de los 90, exigía en foros internacionales la necesidad de tener, así como existe la orden europea de detención y entrega, una orden iberoamericana. O, cuando menos, debemos tener una orden andina. Nada de eso tenemos.

—¿Cuánto le tomaría hoy al Ejecutivo extraditar a Hinostroza?
Cuando se habla de extradición no tenemos límites. Es un procedimiento engorroso que abarca una parte administrativa, una parte judicial y, finalmente, una decisión política.

—¿Podría tomar un año?
Eso es muy optimista, una extradición como la de Hinostroza tomaría dos años.

—¿El Poder Judicial hizo todo lo que estaba a su alcance para no llegar a esa situación?
El único que pudo pedir algo más era el Ministerio Público.

—¿Al tratarse de un juez supremo, era el fiscal de la Nación quien debía tomar la primera medida tras la acusación constitucional del Congreso?
Según la Constitución, quien acusa a los aforados es el fiscal de la Nación. Él desarrolló una inhibición y recién entonces correspondía a un fiscal supremo actuar. La detención internacional tiene un plazo para mantenerse y para pedir la extradición. Aquí todos deben ponerse las pilas.

—¿Cree que su institución podrá recuperar la credibilidad de la población luego de lo sucedido?
Para el Poder Judicial, César Hinostroza es pasado. Estamos actuando en nuestro presente y futuro. Y El Comercio nos dio una buena noticia el domingo pasado: el Poder Judicial subió 10 puntos en aprobación y bajó en 14 su desaprobación. La población debe mirar lo que estamos haciendo, que es bastante.

—¿El Poder Judicial puede garantizar que no hay más jueces como César Hinostroza trabajando actualmente en el sistema de justicia?
La infiltración de la corrupción, de la criminalidad organizada en instituciones públicas no es un suceso aislado ni finito en el tiempo.

—Entonces, todavía hay malos elementos en el sistema de justicia.
De hecho. Hay que hacer un trabajo de contrainteligencia. El cambio en dinámicas de los sistemas de control, de nuestra OCMA, tiene que ser para ello. Debemos seguir alertas que muestren magistrados ganados por la corrupción. Ojalá los resultados de las propuestas legislativas, entre las cuales está la nuestra que propone tener jueces contralores especializados en prevención, se hagan realidad.

—¿Cuál es la situación de los magistrados Ángel Romero, Aldo Figueroa y Martín Hurtado, quienes según el informe de la fiscal provincial Sandra Castro serían parte de Los Cuellos Blancos del Puerto?
En sala plena ellos han expuesto sus descargos y se decidió que pasen al Comité de Ética. Todavía no hay ninguna decisión respecto a ello.

—En los últimos días, miembros de Fuerza Popular calificaron la detención preliminar dictada contra Keiko Fujimori como una “judicialización de la política”. ¿Cómo toma estas declaraciones?
El lenguaje del político es muy diferente al de un juez. Tiene mucha libertad para dar opiniones y valoraciones. El juez es prudente, razonable y tiene que conocer sus límites. En ese sentido, nosotros vamos a procesar los casos que las autoridades competentes deriven. Nuestra tarea no es política, sino judicial. Dicen tantas cosas...

—¿Le incomoda que sean autoridades las que digan “tantas cosas” del Poder Judicial?
Mientras esté sentado en la presidencia del Poder Judicial exigiré respeto. En tanto haya defectos o disfunciones, las asumiremos. Pero no toleraremos que se diga que el Poder Judicial está destruido.

—La Segunda Sala de Apelaciones liberó a Keiko Fujimori y fue muy dura con el accionar del juez Richard Concepción Carhuancho. ¿Considera que se está acertando o fallando en la fundamentación de detenciones preliminares y prisiones preventivas?
El Tribunal Constitucional, que es el lector natural de la Constitución, exige que toda decisión judicial tenga una explicación razonable de argumentos que sustenten un fallo o una sanción. Los jueces estamos obligados a motivar nuestras decisiones.

—¿Qué opina sobre el juez Richard Concepción Carhuancho?
Todos los jueces del Perú son importantes para el Poder Judicial. El respeto de este presidente a todos los jueces del Perú, pero también el rechazo y el reclamo para aquellos otros que en lugar de hacer eso, nos dañan.

—Pese a que el Poder Judicial anuló hace 15 días su indulto humanitario, Alberto Fujimori sigue en una clínica local. ¿Considera que es una forma de burlar el fallo?
No puedo pronunciarme sobre eso. Lo que sé es que se anuló el indulto y la persona se encuentra delicada de salud. Lo que manda una decisión judicial es lo que tiene que ocurrir.

—Enfatizó en la necesidad de tener un líder de la fiscalía sin cuestionamientos. ¿Cómo tomó la decisión del Congreso de mantener a Pedro Chávarry como fiscal de la Nación?
No valoramos decisiones que competen al Congreso y al Ministerio Público. El Poder Judicial espera que la crisis interna de este último se supere en el corto plazo, más aun cuando hay tanto que hacer en la lucha contra el crimen organizado y la corrupción.

—¿Si fuese sindicado como miembro de una organización criminal, dejaría la presidencia del Poder Judicial?
Un funcionario público personaliza al Estado. Tiene deberes, derechos y debe explicar socialmente, con su práctica, el ejercicio de su función. Tenemos que estar a la altura.

—Usted lidera también la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción (CAN). ¿Hay alguna medida vinculada a Pedro Chávarry que se evalúe tomar?
Aunque parezca paradójico, no tengo mucha expectativa en la CAN.

—¿Por qué motivo?
Por todo lo ocurrido. Si la CAN calara en la vida nacional, no estaríamos pasando lo que pasamos. Circunstancialmente la preside el Poder Judicial pero si yo pudiera, sencillamente me apartaría de la CAN. Hay que tener organismos activos, no unos que se reúnan cada seis meses y sin efectos.

—¿El Poder Judicial se retirará de la CAN?
Meditaré seriamente la presencia del Poder Judicial en la CAN. No conozco los mecanismos para salir, pero tenemos que hacer más cosas que sentarnos y pasar hora para oír expresiones como las de la última vez [de la congresista Yeni Vilcatoma].