La amistad de Vizcarra con Evo Morales, no impidió que el Perú mantuviera distancia respecto al asilo mexicano del renunciante presidente boliviano. (Foto: GEC)
La amistad de Vizcarra con Evo Morales, no impidió que el Perú mantuviera distancia respecto al asilo mexicano del renunciante presidente boliviano. (Foto: GEC)
Fernando Vivas

El canciller mexicano, , narró, ante su presidente López Obrador que lo miraba como dándole cuerda, el periplo que llevó a de Cochabamba al Distrito Federal. Y reveló algo que hizo balbucear a su homólogo, nuestro canciller . Dijo que este le dio permiso al avión mexicano para recargar combustible camino a La Paz. Reconoció que lo acogió por segunda vez, cuando Bolivia negó la autorización que ya había dado y tuvo que volver al Jorge Chávez. Pero, cuando unas horas después, tenía a Evo a bordo, le negó un tercer aterrizaje por “valoraciones políticas”.

¿Por qué Meza-Cuadra se descuadró con el tercer pedido? Una fuente del gobierno que siguió el tema de cerca, me contó que el Perú asumió, con un suspiro de alivio, que nuestra participación en el affaire de Evo había acabado definitivamente tras el segundo despegue. Los mexicanos dieron claramente a entender que de Cochabamba partirían directo para México pues el avión tenía suficiente autonomía de vuelo.

No fue así. El avión, en la ida y venida hacia Bolivia y estacionado con los motores prendidos, gastó combustible. Debían parar en algún lugar del camino. Ebrard contó que “el peor momento”, fue cuando Perú les negó esa escala. Los mexicanos temían que los opositores que rodeaban el aeropuerto llegaran hasta el avión o frustraran el despegue. Entonces, con la mediación del presidente electo argentino, Alberto Fernández, quien ya se había presentado como una suerte de planificador de todo el viaje, consiguieron que el paraguayo Mario Abdo autorizará una escala en Asunción.

Meza-Cuadra, en llamada a RPP, minimizó el incidente. Algo balbuceante, dijo que le sugirió cordialmente a Ebrard que pensara en otra alternativa y este aceptó la sugerencia sin insistir en su pedido. Poco después, le comunicó que tomarían la vía de Asunción.

Es difícil conciliar ambas versiones, pues los mexicanos, en verdad, tendrían que haber percibido un rotundo no, antes de optar por volar a Asunción, alejándose de su destino. Pero mi fuente insiste en que Meza-Cuadra fue cordial a pesar de estar sorprendido, de que era tarde y de que hubiera tenido que hablar con el Ministro de Defensa para conseguir el permiso de aterrizaje pus no era un avión comercial sino de la fuerza aérea mexicana. Y me aseguran que Ebrard no le insistió de una forma tal que lo hubiera forzado a consultar con .

El trazo del sobrevuelo por el Perú del avión mexicano que llevó a Evo.
El trazo del sobrevuelo por el Perú del avión mexicano que llevó a Evo.

Poco después, hubo un cuarto pedido, para sobrevolar una pequeña parte de territorio peruano entre Brasil y Ecuador. Y hubo hasta un quinto pedido, en pleno vuelo (pueden ver los documentos que acompañan esta crónica), lo que configura, en la jerga aérea, un incidente. El piloto comunicó a la torre de Corpac que ya no podía pasar por Ecuador y tenía que cambiar de ruta.

Ya no sobrevolaría solo la selva peruana sino todo el norte hasta llegar al mar. La ruta se tuvo que ajustar sobre la marcha. Por todas estas razones, la locuacidad de Ebrard, el canciller cronista, ha sacado roncha en Palacio y en Torre Tagle.

Solicitud de vuelo llenado por los mexicanos, en la que se menciona al ilustre pasajero.
Solicitud de vuelo llenado por los mexicanos, en la que se menciona al ilustre pasajero.
El documento de CORPAC que describe el cambio de ruta, cuando el piloto verificó que no tenía autorización para sobrevolar Ecuador.
El documento de CORPAC que describe el cambio de ruta, cuando el piloto verificó que no tenía autorización para sobrevolar Ecuador.

-Hermano Martín-

De cualquier forma, Meza Cuadra hubiera podido sobreponerse al pedido inesperado, y decirle que sí a Ebrard, aunque este no fuera particularmente insistente. ¿Qué valoraciones políticas pudieron haber pesado para su negativa? En teoría, los países fronterizos procuran no envenenar sus complejas e intensas relaciones, inmiscuyéndose en la política del vecino. Ello incluye los asilos. De tantos destinos posibles, sería insólito que Evo buscara al Perú. Con México, en cambio, hay una distancia geográfica y una afinidad ideológica, que relativizan esa valoración política general.

Podemos presumir que Meza Cuadra, por teoría y por principio, prefería evitar cualquier participación adicional del Perú en este affaire. Ahora bien, ¿pudo tener una valoración política específica, ligada a alguna antipatía por Evo y su raigambre socialista? Mis fuentes de Torre Tagle no responden esa interrogante; pero, en todo caso, Meza Cuadra tuvo pocos segundos para deliberar su respuesta al pedido de Ebrard y, si nos atenemos a la relación bilateral con el gobierno Evo, esta fue bastante buena como para haber derivado de allí una inquina.

Perú no solo ha celebrado gabinetes bilaterales con Bolivia, embutiendo a todos los ministros en ponchos para la foto colectiva, sino que Vizcarra tenía una especial relación con Evo. Difícilmente, avalaría un trato hostil hacia él en su hora más amarga, sin descartar que pueda volver a ocupar un lugar en el futuro boliviano.

La relación de Vizcarra con Evo empezó antes de que fuera presidente, cuando lo visitó siendo gobernador de Moquegua. Un vínculo más significativo se dio en el verano del 2017, cuando era vicepresidente, y fue telefónico. He encontrado un audio, grabado en una reunión pública en Moquegua, en el que Vizcarra cuenta de una llamada telefónica que hizo a Morales. Resulta que Luis Carranza, el ex ministro de economía que era su amigo desde que trabajó en el plan de competitividad de Moquegua; estaba postulando a la presidencia de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y necesitaba los votos de cada país miembro de la comunidad andina. Con la venia de PPK, Vizcarra llamó a Evo a pedirle el voto de Bolivia y este le concedió el deseo. Y lo llamó ‘hermano Martín’.

Luego de ello, Vizcarra fue a Cochabamba a una reunión de los países que integraban el proyecto del tren bioceánico, un sueño auspiciado por los chinos y los brasileros en el que Morales creía más que los otros. Allí tuvo un cálido acercamiento con él. Unos meses más tarde, apenas sucedió a PPK, hubo una cumbre en Lima, a la que vino Morales. Hubo otras cumbres en otras sedes latinas y los gabinetes binacionales en los que se reforzó la relación. En uno de esos encuentros, Evo le regaló un retrato hecho con hojas de coca. No todos los homólogos del boliviano han tenido esa ecológica deferencia.

Que el llamado Grupo de Lima sea enemigo declarado del chavismo, no ha sido obstáculo en la relación bilateral. Bolivia y su ex presidente chavista, han cultivado una prudente relación con el Perú en el entendido que ella es fundamental para proseguir con sus reclamos hacia Chile. La excepción se dio durante el gobierno de Alan García, a quien Morales fustigó constantemente. García no le contestó.

La balanza comercial con Bolivia es favorable al Perú. En el 2018 le exportamos por un valor de $665 millones y le importamos por un valor de $465 millones. Los principales productos exportados son barras de acero, petróleo, pañales y cemento. Le importamos, sobre todo, soya y gas. Por cierto, la crisis boliviana suspendió la firma de un acuerdo por el que se iba a incrementar sensiblemente la importación de gas, inclinando la balanza a favor de Bolivia.

Son muchas, pues, las razones por las que a la diplomacia peruana le sienta bien no tener mayor participación en este enojoso affaire auspiciado por México desde otro hemisferio. Y la consigna es seguir con respeto y prudencia las tribulaciones del vecino.