La renuncia de Úrsula Letona a la ‘bankada’ de la que fue coordinadora de un plan Perú nunca plasmado, portavoz atribulada y sobrecargada enlace con muchos sectores pedigüeños fue largamente motivada, pero rápidamente decidida. O sea, fue uno de esos casos de gota que derrama el vaso. El desborde ya lo conocen bien, Yeni Vilcatoma, y al vaso de Fuerza Popular no había que agitarlo mucho. Lo estaba desde que Keiko Fujimori fue detenida preliminarmente el 10 de octubre. La liberaron el 18, pero los pronósticos de que el juez Richard Concepción le daría prisión preventiva se cumplieron el 31 de octubre. En el angustioso interín, el 22, el presidente del Congreso, Daniel Salaverry, pidió licencia a la ‘bankada’ y los voceros pusieron su cargo a disposición.
Letona, portavoz titular, y las alternas Alejandra Aramayo y Karina Beteta fueron reemplazadas por Carlos Tubino de titular y una lista ampliada de alternos: Tamar Arimborgo, Milagros Takayama, Juan Carlos del Águila, Luz Salgado y Octavio Salazar. La crisis provocó esta solución que, por tumultuosa, era el presagio de nuevas fugas y disensos, como el de Francesco Petrozzi. A los pocos días, ya confirmada la prisión de Keiko, a la que siguieron las de sus asesores Pier Figari y Ana Herz, se formó un comité de transición que reemplazó al diezmado comité político. Lo componía una oncena, ahora decena tras la salida de Letona: Cecilia Chacón, Miki Torres, Karina Beteta, Milagros Takayama, Juan Carlos Gonzales, Juan Carlos del Águila, Luz Salgado, Carlos Tubino, Luis Galarreta y Gilmer Trujillo.
Cuando pregunté “¿transición hacia qué?”, obtuve una vaga respuesta. Pero al conversar con fujimoristas y oír sus apremios, puedo resumir así el trance: ‘cambio de chip’ de oposición temerosa a colaboración abierta en la agenda país mientras el Poder Judicial atiende una apelación para que Keiko salga libre.
Por supuesto, el giro es precario, pues los canales con la lideresa son intermitentes, y entre el tumulto de vocerías, iniciativas y revanchas hay tendencias encontradas: conservadores entusiastas por el súbito liderazgo de Tubino, provincianos con sus agendas propias, los ‘traidores’ que podrían seguir a Rolando Reátegui por estar comprometidos en ‘pitufeos’ y manejos irregulares de campaña, y un ala moderada en sintonía con la propuesta (de ellos salió) de crear una “comisión para promover el diálogo entre las fuerzas políticas, hacer el seguimiento, analizar, debatir y proponer recomendaciones técnicas para la priorización de la agenda de reformas de interés nacional hasta la aprobación correspondiente”.
—¿Por qué se quedó?—
Explicar por qué se fue Letona o al menos listar algunas de las razones es muy simple: estrés familiar (es madre de cuatro hijos) enervado por las tareas en medio de la crisis política, blanco de denuncias y ataques (desde presuntas adquisiciones indebidas hasta una foto registrada con maña para que pareciera un beso con el congresista Mauricio Mulder) y, claro, que en su ‘bankada’ no hayan reaccionado como ella esperaba –ignorándola– ante la acusación de Yeni Vilcatoma respecto a que Letona le pidió no insistir en su denuncia sobre la presunta corrupción en torno a la inversión de Prom-Perú en un video de Carlos Vives en Lima.
Más difícil es explicar por qué Letona se quedó en la ‘bankada’ meses atrás, cuando varias de las razones listadas arriba ya eran vigentes y –esta información que voy a dar está corroborada por varias fuentes– la presidenta de la Comisión Lava Jato insistió en que el esposo de Letona, Carlos Guzmán Zegarra, estuviese en la lista negra de su informe final. Guzmán fue uno de los abogados que recomendaron descalificar al consorcio favorito para ganar el contrato del Gasoducto Sur Peruano, dejando así el camino libre para la entrada de Odebrecht a ese proyecto. Fueron varios los abogados que opinaron igual, pues el consorcio incurrió en una causal de descalificación, pero Bartra, que no se llevaba bien con Letona, sumó sus votos a los rivales de FP para citar a Guzmán a la comisión e incluirlo en el informe.
Letona, airada, renunció al CEN del partido y a la ‘bankada’ (una fuente me ha asegurado que vio su carta), pero más de una fuente me contó que Keiko intervino para que Bartra excluyera a Guzmán y así pudo recuperar el activismo de Letona, que luego hasta aceptó ser vocera. Irónicamente, ambas, Bartra, desde la Comisión de Constitución, y Letona, como portavoz, condujeron la accidentada carrera a trompicones y frenazos que provocó a Vizcarra dispararles una cuestión de confianza mientras Salaverry echaba chispas por la demora.
El episodio con Vilcatoma, entonces, hizo volver a Letona a la misma situación en la que ya había renunciado antes, solo que esta vez sí hizo pública su carta. Su dilema mayor, tal como lo ha contado en breves declaraciones y se lee entre líneas, es decir adiós mientras Keiko –a quien se siente muy cercana– pasa sus peores momentos. De allí que podríamos especular en que se convierta, para Keiko, en un cable a tierra, un enlace con no agrupados y otros sectores del poder.
Esta historia de vocería forzada y trueque en la interna –¿chantaje político sería mucho decir?– revela el trasfondo judicializable, pasional, precario en que se dan consensos, sumas y disidencias en la política nacional. Veremos cómo se ordena la ‘bankada’ sin uno de sus pivotes y con Yeni desatada.