“Se revisó hasta la piscina, se pensó un momento que Yenifer estaba buceando ahí”, dijo el abogado Benji Espinoza, queriendo ridiculizar el trabajo del fiscal Hans Aguirre y del coronel Harvey Colchado. Dijo una media verdad: la piscina palaciega está tapada, desde hace varios años, por un grueso cobertor que no deja ver qué hay abajo, si agua, alguna otra cosa o nada. A cualquiera que haga una pesquisa, sea Colchado o el inspector ardilla, se le ocurriría inspeccionar.
Espinoza, a su turno, protagonizó su propia comedia en el día más oscuro –hasta la fecha- de su patrocinado. Renunció en un tuit y convocó a una conferencia de prensa con la finalidad de comunicar a los medios que, en realidad, no podía contar nada. Para este novato en lides políticas, las entrevistas, son espacios para llenar retóricamente; difícilmente para explayar un plan de defensa, una coartada, una narrativa. Esa misma noche tuvo una corta reunión con Castillo y tuiteó que volvía a asumir la defensa.
Mira: Pedro Castillo y el incidente de los zapatos desatados.
Aunque Benji no soltó prenda, les cuento, gracias a fuentes cercanas a Palacio, cuál habría sido el motivo de su breve renuncia. Sucede que entre los varios grupos que orbitan y susurran ideas a Castillo, está el de Guillermo Bermejo y su partido Voces del Pueblo. Bermejo y su socia de bancada, ahora ministra de Cultura, Betssy Chávez; son tan influyentes sobre Castillo, que le hicieron oír los consejos de los abogados Raúl Noblecilla y Ronald Atencio, correligionarios de Voces del Pueblo. Ambos ya han conversado varias veces con el presidente. Benji no habría soportado esa duplicidad e hizo su desplante. Castillo aprendió –y esto no es broma, sino ley en el Perú- que a un abogado no se le puede sacar la vuelta.
Los duros y los gremios
Es fácil hacerse el duro cuando no se tienen 6 investigaciones abiertas por la fiscalía de la Nación y el miedo a que se venga otro golpe devastador, como, por ejemplo, una orden de captura a la primera dama Lilia Paredes (no exagero, pues Lilia ya está consignada en la resolución del juez Raúl Justiniano Romero, como una de las coordinadoras de la misma organización criminal por la que están detenidos Yenifer, José Nenil Medina y los hermanos. No tienen, pues, esas tribulaciones, por ahora, ni el premier Aníbal Torres; ni el ministro de Trabajo, Alejandro Salas; ni el de Justicia, Félix Chero; ni el de Comercio Exterior, Roberto Sánchez; quienes flanquearon al presidente y la emprendieron contra la oposición y los medios, por dos noches seguidas.
Torres, embargado de su peculiar mal humor, se olvidó de que había renunciado días atrás y aceptado quedarse a insistencia del presidente. Revivió lanzando diatribas contra todas las fuerzas vivas que critican a Castillo. El auditorio, la primera noche, se encendió con él, y se apagó cuando habló el presidente aplastado por sus miedos. Con ese grupo de arrebatados, y con Benji reenganchado; es muy difícil que el presidente busque la salida política concertadora que le aconsejan los realistas y templados.
Hay otros duros tras bambalinas, y no por pose, sino por inmaduro mecanismo de defensa. Están involucrados en las cuitas del presidente. El primero de estos es el subsecretario Beder Camacho quien, probablemente, sea objeto de una próxima medida cautelar. Otros, son el consejero de inteligencia Henry Shimabukuro, el asesor Biberto Castillo, y quienes están organizando las reuniones de respaldo. Por ejemplo, sumemos a quienes convocaron a prefectos que llenaron el auditorio en la segunda noche de andanadas contra la oposición.
Por cierto, en la noche del miércoles sí hubo representantes de gremios, algunos agradecidos por medidas concretas. Por ejemplo, estaban los ronderos agrupados en su central Cunarc-P, han sido incluidos por el Ministerio de Cultura, en el registro de pueblos originarios e indígenas, lo que ha causado la protesta de otros gremios como Aidesep; y estaban dirigentes de un gremio de obreros de construcción civil que agradecen la promulgación de la ley que les rebaja la edad de jubilación (otro gremio, más pequeño que ese, se ha manifestado contra Castillo). También estaba, la Fenmucarinap (Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú), cuya lideresa, Lourdes Huanca, tuvo la iniciativa de acompañar a Yenifer a entregarse.
Conversé meses atrás con Huanca y me explicó las razones por las cuales no había aceptado ser ministra de la Mujer y, en su lugar, le recomendó a Castillo fichar a Diana Miroslavich. La principal razón era no comprometer la independencia de su gremio. ¿Por qué entonces, aparece hoy tan castillista, en una hora tan crítica para el presidente? He aquí un dilema de varios gremios, sobre lo que conversé con Omar Coronel, sociólogo experto en protestas y movimientos sociales. “Estas organizaciones en el Perú no tienen bases muy numerosas y suelen tener distintas facciones enfrentadas. No les gusta asociarse a los políticos porque ello tiene sus riesgos. Por eso, cuando los dirigentes lo hacen, otras facciones suelen reclamar una distancia más institucional”.
Mira: Aníbal Torres lanza diatribas contra medios y oposición.
Para Omar son fantasías de izquierda y de derecha, creer que estos grupos -llámenles a gritos ‘la calle’ si gustan- van a marchar contundentemente de un lado u otro. Tampoco puede predecir la magnitud y fecha de un estallido, pues eso evade y desborda las predicciones. Pero sí anota que en las últimas marchas a favor del gobierno ha desaparecido la juventud de izquierda, que ponía el color de las batucadas feministas, música y performances. Quedan marchantes más adultos, organizaciones interesadas, algunos reservistas sueltos y poco más.
La apelación desesperada a estas organizaciones es, en estas circunstancias, comprensible para un gobierno que ha conjugado ‘al pueblo’ de todas las maneras posibles. Y, con distintos grados de recepción a las convocatorias, acudirán algunos que, como concluye Omar: “creen que un hijo del pueblo no traiciona al pueblo, pero eso es un asunto de fe”.
Muevan los entornos
Hasta ahora, vamos contando tres grupos distintos, que no coordinan entre sí, pero que coinciden en aconsejar dureza. Los ministros ayayeros encabezados, en esta fase, por Aníbal Torres; los turbios del despacho presidencial cuyo rostro más visible y hoy contraído por el miedo, es el de Beder Camacho; y el grupo de Bermejo sumado a Betssy Chávez.
Mira: Beder Camacho, figura clave en el entorno presidencial.
Hay otro grupo, más realista, y se nuclea alrededor del asesor Alberto Mendieta. Este ha amado un equipo con gente que estuvo ligada, como él, al gobierno de Ollanta Humala. Fueron estos, por ejemplo, quienes influyeron para fichar a Kurt Burneo en el MEF. Pero este grupo ha chocado con los duros que lograron cambiar al secretario general Jorge Alva, por Julio Palomino Duarte, abogado que fue parte del equipo que defendió a Perú Libre de las acusaciones de fraude electoral y que estuvo involucrado en investigaciones fiscales por la fuga de Carmen Burga, testigo de una estafa toledista.
Palomino, según mis fuentes, responde a los duros y el grupo de Mendieta ha perdido peso en el despacho presidencial. Con tantas tensiones y entornos desencontrados, algunos personajes que rodean a Castillo podrían hacer pronta implosión. La posibilidad de hacer cambios ministeriales –empezando por el premier, quien, como conté en “Aníbal, ¡aguanta un ratito!” (9/8/2022) aceptó quedarse por unos días más en espera de un reemplazo- se diluye en el caos/crisis.
Los candidatos a primer ministro pierden la fe en que serán llamados y empiezan a dudar en aceptar el reto. Dimitri Senmache, según mis fuentes, ha seguido conversando con Castillo y dejándole en claro que su propuesta es conversar con otros sectores políticos. Otras opciones como Gonzalo García Núñez o Máximo San Román, sondeadas días o semanas atrás, han perdido contacto con los caóticos entornos. Si alguien, en nombre de Castillo, llama a un personaje para invitarlo a ser ministro o para negociar con el régimen, no tendrá la certeza de lo que piense o puede prometer el presidente.
Castillo tampoco tiene la certeza de dónde le caerá el próximo golpe de la justicia. A este le teme más que al Congreso, por ahora concentrado en repasar sus filas y bancadas recompuestas. Los duros se han soliviantado con las últimas encuestas del IEP y CPI que muestran un ascenso de entre 5 puntos (IEP) y tres puntos (CPI) en la aprobación. Sin embargo, este repunte hay que entenderlo en la dialéctica de una población que no apoya a Castillo a rabiar, sino que desaprueba a su oposición. En cualquier caso, en esa debilidad de la oposición encuentra el oxígeno que no le dan ni los duros, ni la calle, ni los blandos.