No hay persona más convencida en que los milagros existen que Cristina Kisner. La escritora, cocinera y empresaria peruana radica hace tres años en Estados Unidos. Dejó todo para iniciar de cero con sus cinco hijas, su esposo y su perro. Toda su vida entró en 14 maletas y con dinero prestado por su familia y amigos viajaron a su nueva vida.
Cristina Kisner es creadora del libro “Mi cocina saludable” (Planeta, 2018), en donde enseña recetas nutritivas y deliciosas. Todas creadas desde cero y tras una larga investigación que surgió después de ayudar a sanar a sus hijas a través de la alimentación.
El alimento como medicina
“La alimentación es capaz de prevenir enfermedades, pero también de eliminar síntomas e incluso revertirlas”, indica Cristina Kisner. Para ella esto se volvió una realidad cuando sus hijas sufrían de rinitis alérgica y ella se resistía a pensar que las medicinas eran la única salida.
“Con mi primera hija empecé a leer mucho sobre alimentación saludable. Después de la lactancia materna, me preocupé en darle los mejores ingredientes durante la alimentación complementaria. Pero empezó con una rinitis alérgica muy fuerte. Todos los médicos me daban los mismos tratamientos y no había mejoría. Empezamos a dejar los alimentos procesados y los lácteos, comenzamos a comprar todo orgánico, a cocinar todo en casa y empecé a investigar sobre las propiedades de los alimentos y cuáles incluir, y vimos como la rinitis desapareció”, recuerda.
Ese fue el primer paso y acercamiento con la cocina saludable. Había mucho camino por recorrer, pero ella sabía que la alimentación se estaba convirtiendo en la medicina que sus hijas necesitaban. En esa época aún no había tanta información ni libros, pero Kisner buscaba la forma de crear recetas que permitieran que su familia comiera delicioso pero que también recibieran los nutrientes que necesitaban.
Cuando empezaron el colegio fue un nuevo reto. “Empezaron las loncheras. Y tenía que ver qué iban a llevar mis hijas al colegio. Quería que ellas compartieran sus loncheras con sus amigas. Para mí, era muy importante que sus compañeras conocieran otras opciones también, porque así habría menos lugar para la comida chatarra. Después de un tiempo las mamás de sus compañeras me escribían y llamaban para que les compartiera mis recetas y les diera clases. Yo jamás pensé en enseñar. Les decía que no estaba lista, pero me animaron. Iban a mi casa y les enseñaba lo que sabía. Me gustó mucho esa experiencia”, comenta.
La segunda vez que confirmó que la alimentación saludable tiene el poder de sanar fue cuando se enteró que una de sus hijas tenía intolerancia al gluten. “Mi segunda hija empezó con dolores de cabeza, de estómago, náuseas y dolor de pecho. El gastroenterólogo empezó con varios análisis y nada”, añade.
“Fue hace 10 años cuando le dije al doctor que quizás sería el gluten y me dijo que era poco probable. Tenía que seguir mi corazonada, así que eliminé el gluten de su dieta, y después de un mes, los síntomas habían desaparecido. Así que hice un par de pruebas dándole gluten dos veces, y las dos veces, los síntomas volvieron. Pensé: ¿qué hago ahora? Me puse a investigar todo lo que podía sobre el gluten y sus efectos sobre la salud. El Lima no era fácil encontrar productos sin gluten. No habían libros de cocina sin gluten y no era fácil pedir por Amazon. En casa todos dejamos de comer gluten, no solo para evitar la contaminación cruzada sino porque aprendí que es una proteína inflamatoria que es mejor evitar”, comenta.
Luego, empezó a experimentar para lograr una panadería y pastelería libre de gluten que su familia aprobara en sabor y textura. Y lo que preparaba era tan rico que cuando conoció a uno de los dueños de la pastelería San Antonio, le propuso hacer un proyecto en conjunto: café Huh Natural & Real Food.
Milagros
Cristina sabía que la comida tenía un poder sobre la salud de las personas, para bien o para mal. La comida procesada es capaz de inflamar al cuerpo, y el estado de inflamación crónica es la madre de todas las enfermedades.” Nuestros genes no determinan nuestro destino, hay muchos factores que son responsables de activar o desactivar determinadas enfermedades, la comida(y la calidad de ésta), el estrés, las horas de sueño y también nuestro estado emocional, lo que pensamos y sentimos son muy importantes”, indica Cristina.
A la hija mayor de Cristina, le detectaron una masa detrás del ojo que estaba erosionando el hueso que comunica el ojo con el cerebro. “Es un tumor maligno, nos dijeron (varios médicos), tenemos que operar porque la niña necesita empezar quimioterapia la próxima semana”, cuenta.
Durante la cirugía, según Cristina, hubo una gran cadena de oración en su escuela de sus hijas y en las redes sociales. Cuando terminó el procedimiento, le contaron los médicos que no era un tumor como indicaban los exámenes previos, sino un saco lleno de pus. “No podíamos creerlo. Los doctores nos dijeron que fue un milagro”, asegura.
Luego vendría el diagnóstico de una rara enfermedad autoinmune. “Fue una larga pesadilla, llena de problemas en el ojo operado, infecciones en piel y muchos síntomas que nadie sabía como tratar. Empecé a leer sobre la dieta AIP (protocolo autoinmune) y le propuse al pediatra hacer la prueba. Me dijo “En verdad no tenemos más herramientas, has la prueba, pero no le quites la carne” Y así fue. Empecé a documentar con fotos todo el proceso. Me dí cuenta de que no solo se trataba de qué alimentos elegir, sino la calidad de éstos. Después de 2 meses, la niña estaba bien, ni el pediatra ni yo podíamos creerlo.”, argumenta.
Ya había enfrentado varios problemas sobre todo relacionados a la salud de sus hijas, y a esto se sumó problemas financieros y según relata perdieron todo. “La empresa, la casa, los autos y las niñas ya no iban al colegio. Fue un momento difícil. La última de mis hijas nació con un defecto congenito en el riñón y ureter y su urólogo quería que la operarán, pero optamos por otra opinión, esta vez en Estados Unidos; un viaje en el que apostamos todo, aprovechando además para buscar alguna opción para migrar”, comenta.
En EEUU conocieron a un médico que recomendó no operar, recorrieron todas las cafeterías libres de gluten de la zona y volvieron a Lima donde le recomendaron darle jugo de cranberries a su hija. Cristina siguió su consejo y empezó a investigar más. “Fue a raíz de esa sugerencia que empecé a investigar todo lo que podía ayudarla; empecé a darle jugo de cranberries, pero concentrado, y además llegue al mundo de los probióticos y me dí cuenta que la raíz de todas las enfermedades empieza con una disbiosis intestinal. Al solucionar eso, el cuerpo recupera su capacidad de funcionar correctamente y sanarse. Encuentra el balance. La microbiota es la base de todo. Pero no es solo cuestión de darles cualquier pastilla (probiótico), es la combinación de una dieta correcta, y de elegir las cepas y las marcas correctas así como los prebióticos que lo acompañan. Han pasado 5 años y ella no ha vuelto a tener una infección urinaria”, añade.
Para ella, los milagros en la vida se presentan en forma de personas, momentos y lugares.
Tocar fondo
Como la vida está llena de señales. Luego de que su esposo, Sebastián tuviera un infarto debido al estrés de la quiebra, se enteraron de que una pequeña cafetería libre de gluten que tanto les había gustado en Estados Unidos estaba a la venta, así que decidieron apostar por ella. “Nos pedimos prestado de familiares y amigos para poder adquirir el espacio”, añade. Una vez que lograron concretar el proyecto llegaron a Estados Unidos en octubre del 2019.
“Llegamos con 14 maletas y el perro. Las cosas empezaron a caminar pero solo vendíamos 200 o 300 dólares a la semana. Con eso comprábamos nuevos insumos para seguir vendiendo nuestros postres y otras preparaciones. Empezó la pandemia y si bien aquí no cerramos, sí hubo un cambio. Fue un año muy duro. Trabajabamos desde las 5 a.m. hasta la 1 a.m. todos los días y aun así no nos alcanzaba para cubrir lo básico.”, añade.
A pesar de trabajar casi 19 horas diarias, Cristina recuerda que ella y su esposo se sentían agradecidos. “Estábamos aquí, viviendo una segunda oportunidad, aprendimos a vivir con gratitud. Cuando uno tiene tantos problemas hay dos opciones, o te hundes, o cambias tu forma de ver las cosas. Teníamos deudas, muchas deudas y estábamos haciendo de todo para poder pagar. Estábamos atrasados con el alquiler del local, de la casa. Pero estábamos agradecidos de estar trabajando, de estar juntos y sanos. Nuestros clientes nos regalaban ropa para las niñas y cosas que ellos no usaban, aprendimos a dejar el orgullo atrás, aprendimos a recibir.”, recuerda.
Salir a flote
Su vida, da un giro de 180 grados cuando de pronto apareció Brandon Stanton, creador de “Humans of New York”. El escritor y fotógrafo llegó a su cafetería Cristy’s Kitchen, Roswell, Georgia. “Lo ayudamos con su alimentación. Le conté mi historia y quería que lo ayudara. Estaba atravesando por problemas de salud y los médicos no estaban acertando con su tratamiento. Le cocinaba semanalmente. Él venía una vez a la semana para llevarse toda su comida congelada”.
Luego que Stanton se siente mucho mejor con la comida que recibía semanalmente de la familia de Cristina, les propuso algo. “Me preguntó: ¿cómo están?, pero fue un ‘cómo están’ de esos que te preguntan por cómo te sientes de verdad. Le conté que estábamos muy endeudados y que las cosas no andaban tan bien. Él nos escuchó (...). ‘Yo tenía a los mejores doctores, pero tú me diste esperanza, contemos tu historia, hay mucha gente que también necesita esperanza’, me dijo. Y yo también la necesitaba”, agregó.
Stanton paso varios meses entrevistando a Cristina y escribiendo su historia, la cual publicó en marzo del 2021 en un formato de 12 capitulos/publicaciones en sus redes sociales. Y en el último post, el escritor estadounidense hizo una recaudación de fondos mediante Gofundme. Se logró recaudar poco más de 1 millón de dólares. “Estábamos juntos en la cafetería mientras Brandon publicaba la historia, En eso, recibimos una llamada de una persona en Maryland, nos dijo que su hijo estaba enfermo y que nuestra historia le había dado esperanza. Brandon me miró mientras yo lloraba y sonrió. Lo habíamos logrado. Esa llamada fue todo para mí”, cuenta.
“Con el dinero recaudado pudimos devolver todo el dinero que debíamos. Pusimos todo en orden. Mejoramos el local, ahora tenemos nuevos proyectos. La cocina ha sido nuestra vida. La cocina salvó a mi familia”, revela.
Sabe que todo lo que han pasado y han enfrentado lo ha podido superar porque ha tenido un gran compañero a su lado: Sebastián. “Yo puedo cocinar, pero él es quien maneja el restaurante. Mi fuerza motora es él. Ha sido un viaje de aprendizaje. Perderlo todo en Lima, atravesar por toda esa pesadilla y empezar de cero ha sido un viaje espiritual, aprender a no rendirse, a mejorar y a seguir adelante”.
Tras la recaudación de fondos, Cristina o Cristy como la llaman por allá, empezó a tener invitaciones para trabajar con ella. Desde el 26 de septiembre junto a la editorial William Morrow/HarperCollins su nuevo libro “Cristy’s Kitchen: More Than 135 Scrumptious and Nourishing Recipes Without Gluten, Dairy, or Processed Sugars” está en preventa.
“No quiero vender un libro, quiero que las personas lean una historia de esperanza. En el libro hay muchas recetas super saludables y deliciosas, pero también les cuento mi historia. Es un libro muy sentimental. No es un historia de éxito, es una historia de esperanza, de que los milagros existen y que no importa por lo que estés pasando en este momento, no te rindas porque siempre hay una luz al final del camino. Cada paso (por más feo y duro que parezca) es necesario para el siguiente.”, concluye.
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