“Volver a creer, volver a crecer” es el propósito que se ha trazado la CADE Ejecutivos 2023 en un contexto crítico para el país. Es una renovación de las expectativas del sector privado, cuyo principal llamado a los líderes empresariales ha sido consensuar la fijación de metas más ambiciosas (ir más allá de las “metas razonables”, como dijo Oswaldo Sandoval, presidente del directorio del Grupo Sandoval) para conseguir un impacto en el PBI y en el bienestar social.

Para cumplir estas consignas, un punto importante ―sugiere Carlos Casas, profesor de Economía de la Universidad del Pacífico― es invertir en mejorar la productividad: “Nuestros sectores deben incorporar mejores prácticas, mejores tecnologías y mejor gerencia. De esa forma las empresas crecerán y tendremos una generación de mayor valor que repercutirá en el bienestar de la población”.

Sin embargo, debido a los grandes cambios tecnológicos que se dan en el mundo, Casas considera que es indispensable brindar incentivos para la generación de nuevo conocimiento. Una tarea en la que el sector privado y público deben estar alineados si el país apunta a tener un crecimiento basado en la innovación: “La inversión en sectores tecnológicos debe ser una prioridad, porque ello tiene un efecto transversal en el resto de sectores”, destaca el economista.

Si bien es cierto que la inversión privada es el motor del país, el crecimiento económico logra bienestar social si se consigue aumentar el empleo. Según Carlos Parodi, también profesor de Economía de la Universidad del Pacífico, esta condición (que depende de la capacitación de la fuerza laboral) por lo general se cumple, algunas veces más y otras menos. Pero todavía hay un reto grande: “Las mypes representan más del 99% del empleo en el Perú. Ahí está la clave para crear empleo, pero debe ser un empleo de calidad además de formal. Y ahí nos falta mucho”, advierte en momentos en que se presentan ideas y propuestas para reactivar la economía en la CADE Ejecutivos 2023.

Potenciar los emprendimientos

Karen Weinberger, decana de Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad del Pacífico, comenta que el Perú es reconocido a nivel global como un país de emprendedores, pero aún tiene uno de los más altos índices de discontinuidad de la actividad emprendedora, además de un menor número de emprendimientos con potencial de convertirse en una pyme competitiva. Y, por otro lado, hay mucha informalidad en este segmento.

“Como país, tenemos el reto de trabajar políticas públicas que incentiven a los emprendedores informales de la economía a convertirse en empresarios del sector formal. Hoy, son más los desincentivos para ser formales, y esto no es responsabilidad de los empresarios”, dice Weinberger.

Pero ¿cómo el liderazgo empresarial de las grandes compañías puede contribuir con potenciar los emprendimientos? Samuel Mongrut, profesor principal del Departamento Académico de Finanzas de la Universidad del Pacífico, tiene una idea clara: “El sector empresarial puede tener un rol clave a través de emprendimientos corporativos que puedan incorporar emprendimientos nacientes con distintas formas de asociación, desde compartir recursos, pasando por hackatones (concursos que buscan resolver un problema empresarial tecnológico), asociaciones estratégicas con emprendimientos, excubadoras (incubadoras y aceleradoras de emprendimientos), hasta invertir directamente en emprendimientos como un capitalista de riesgo o adquiriendo el emprendimiento”.

Es verdad que en un contexto de crisis, como el que actualmente vive el país, surgen emprendedores que buscan generar ingresos para cubrir las necesidades de sus familias. Sin embargo, Weinberger apunta que, cuando estos negocios pasan el nivel de supervivencia y son viables, deben pasar al sector formal, sino el país recaería en “un problema legal, moral y ético, con un fuerte impacto en la economía y la sociedad”.

Para la decana de Facultad de Ciencias Empresariales de la UP también debe ser el turno de los emprendedores: “Se debería exigir a los pequeños, medianos y grandes emprendedores del sector informal de la economía, y no solo a las pequeñas, medianas y grandes empresas formales del país, que contribuyan con el bienestar de la sociedad cumpliendo, al menos, con lo que manda la ley”.


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