Hoy, más de 2.500 familias de La Encantada pueden abrir el caño y disfrutar de agua potable 24 horas al día.
Hoy, más de 2.500 familias de La Encantada pueden abrir el caño y disfrutar de agua potable 24 horas al día.

ESPACIO PROINVERSIÓN

Cuando era un niño, el alcalde Jaime Montero solía coger un balde y recorrer largas distancias montado en su burro, en busca de agua. Eran los años setenta, y las 200 familias del pueblo La Encantada, ubicado a cinco kilómetros de Chulucanas —un distrito de Piura famoso por sus cerámicas y su comida—, vivían resignadas a recibir dos horas de agua potable al día, dos veces por semana, entre lunes y sábado. Los domingos, las familias salían al campo rumbo al río o a la lejana comunidad de Huápalas, para recoger agua y llevarla a cuestas hasta sus casas y almacenarla.

“Darse una ducha diaria era imposible, ni podías lavar tu ropa en un caño”, recuerda Montero, alcalde de La Encantada. Comprar agua era un lujo que no todos podían pagar: S/ 10 mensuales por dos cilindros al día. Así vivieron los siguientes cuarenta años. La Encantada crecía —superaba los 2.500 habitantes—, pero el agua ya no alcanzaba para todos.

La solución llega
Un día de 2006, reunidos en una Asamblea de Presupuesto Participativo, el pueblo decidió hacer algo al respecto. Inició las gestiones para tener una red de agua potable, pero pronto supieron que no tenían dinero suficiente para financiar la obra. Así quedó: seca la ilusión por un tiempo.

El camino del agua.
El camino del agua.

Unos años después, un turista llegó al pueblo. Era un ejecutivo del Banco de Crédito del Perú (BCP). Tras conocer las condiciones de vida en La Encantada, quiso apoyarlos. Contactó al Gobierno Regional de Piura y ProInversión. Con la participación de las familias, el proyecto fluyó de forma técnica, eficiente y rápida.

La maquinaria llegó a La Encantada noviembre de 2011. Cambiaron las tuberías de las redes de distribución. Se perforó un nuevo pozo tubular y se construyó un reservorio elevado de 140 metros cúbicos de capacidad, además de dos lagunas de oxidación. Instalaron 654 conexiones domiciliarias de agua potable y alcantarillado. En junio de 2012, se inauguró la obra. Lo que no se había hecho en 40 años, con trabajo en equipo y voluntad política se hizo en ocho meses.

El trabajo de ProInversión.
El trabajo de ProInversión.

“Durante años, la promesa de traer agua y desagüe a La Encantada fue el caballito de batalla de los políticos”, explica el artesano Emilio Antón Flores, expresidente de la Asociación de Ceramistas de La Encantada. “Las autoridades y la población habían perdido la confianza porque se requería mucho dinero”.
Una nueva vida

“Ahora atendemos mejor al turista, le podemos ofrecer baños adecuados, atenderlo más rápido y con higiene”, dice Isabel Elías, dueña del restaurante La Choza, mientras sirve un plato de seco de chabelo. “Tener agua y desagüe es acceder a una cultura diferente. Para los ceramistas, el agua es vital para trabajar”, dice el ceramista Emilio Antón, heredero de la milenaria técnica de la cultura Vicús. “Las diarreas agudas, disentería e infecciones respiratorias en los niños también han disminuido. ¡Ahora se pueden lavar las manos!”, dice Evelin Severino, médico del establecimiento de salud.

Isabel Elías, dueña del restaurante La Choza, y una de las beneficiadas de la obra de ProInversión y el BCP.
Isabel Elías, dueña del restaurante La Choza, y una de las beneficiadas de la obra de ProInversión y el BCP.

Después de años de espera, los vecinos de La Encantada se sienten tranquilos. Saben que, al abrir el caño de casa, el agua caerá limpia las 24 horas del día. “De no ser por Obras por Impuestos, quizá hoy seguiríamos luchando por contar con el financiamiento del proyecto”, admite el alcalde Jaime Montero, junto a un parque verde donde juegan los niños. “Ha empezado una nueva era para nuestro pueblo”.

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