Cada año, las oficinas de Policía de todo el mundo reciben muchos casos de ciudadanos desaparecidas que, en la mayoría de ocasiones, nunca encuentran respuesta. Los indicios y las pistas que entregan resultan en un laberinto que los lleva siempre a la misma salida: archivar, guardar y cerrar los expedientes.
Ante la irremediable y triste realidad que viven las personas, la esperanza de las familias se desvanece y solo queda darle paso a la resignación. Aunque, no siempre es así, los milagros en ciertas ocasiones se presentan de maneras inesperadas. Y eso bien lo conoce Eboney Brown, quien tuvo que hacer frente durante 32 años a la misteriosa y, hasta hace poco tiempo, algo que no se pudo determinar la desaparición de su madre una fría tarde de mayo de 1990.
¿QUÉ SUCEDIÓ CON MYRTLE BROWN?
El robo de su cartera de Myrtle al salir de su hogar de una de sus mejores amigas quizás fue el primer presagio de una desgracia que los atormentaría por más de tres décadas. El delincuente no solamente se hizo con la identificación de la joven mujer, sino que también le quitó una de sus medicinas que toma de por vida: la medicina para la epilepsia.
Y ante el repentino asalto y con un visible malestar, Myrtle no tuvo otra alternativa que despedirse de su familia para ir rumbo a donde creía podían ayudarla, la sala de emergencias del King’s County Hospital en Brooklyn. Sin imaginar que yendo a buscar la cura terminaría encontrando la muerte.
“Terminó yendo sola al hospital”, indicó Eboney Brown en conversación con la cadena de televisión estadounidense ‘NBC’. “Y ese fue el último momento, ya sabes, que supimos de ella”, señaló. La desesperación, la tristeza y las dudas se cernieron sobre la familia Brown, quien luchó hasta el último para conseguir información acerca del paradero de Myrtle. Desde comisarías hasta centros de salud locales y cementerios, la búsqueda se fue realizando cada vez más reducida. No había tiempo para que la resignación le ganara a la esperanza.
¿CUÁL FUE EL NEFASTO DESCUBRIMIENTO DE MYRTLE BROWN?
La incansable indagación dio resultados tras 32 años después, cuando Bob, el hermano de la mujer desaparecida, estaba viendo un reporte por televisión de los casos sin resolver de la oficina del médico forense jefe de la ciudad de Nueva York.
Una reconstrucción facial sería el elemento definitivo para dar fin, a ese capítulo en sus vidas en el que la preocupación y el miedo a recibir una trágica noticia se establecían como los principales protagonistas. Sin embargo, fue Bob, quien al ver una recreación de la cara de una mujer parecida a su hermana, decidió encender las alarmas.
“Vi a una joven que podría ser o no ser mi hermana”, informó en entrevista con ‘NBC’ y agregó: “Y me dije a mí mismo: ‘Vaya, me pregunto si podría ser ella”. “Eché un vistazo a la reconstrucción y me di cuenta, está bien, probablemente estoy buscando a una mujer negra de mediana edad”, dijo Soler. “Todo coincidía con lo que la familia nos decía, y también nos informaron que ella desapareció en mayo de 1990. Así que sabía exactamente por dónde comenzar mi búsqueda”, aclaró para la ‘NBC’.
Tras revisar detalladamente los registros de ‘desconocidos no verificados’, la larga espera dio frutos ya que para confirmar que se sea de Myrtle, Bob y Eboney pidieron una foto a Soler. Fue cuestión de segundos para que descubrieran lo inevitable. “Tan pronto como vi la foto... simplemente, lo sabes, sabías que era ella”, indicó Eboney al canal de televisión estadounidense.