Jesus Osorio Calderon

Cuando uno es niño, es frecuente oír que, al comer muchos dulces, el cuerpo se llena de gusanos que, por la noche, encontrarían su camino fuera del cuerpo a través de la nariz y las orejas. Halloween y cualquier fiesta infantil era la época y excusa perfecta para estas historias: niños embriagados de caramelos y madres recordando que el exceso de azúcar era la puerta abierta a esos seres hambrientos. Aunque nadie había visto realmente a las lombrices hacer semejante viaje, esta advertencia logró evitar que más de uno se lanzara sus atracones.