Machu Picchu, la joya arquitectónica de los Andes, ha guardado secretos durante siglos, pero un reciente estudio de ADN ha desenterrado una verdad que cambia lo que sabíamos sobre sus antiguos habitantes. Los resultados revelan que la Ciudadela Inca, conocida como el ‘Ombligo del Mundo’, no solo fue hogar de peruanos, sino que albergó una diversidad genética inesperada que desafía la historia convencional.
¿Qué otros orígenes están ocultos en las piedras de Machu Picchu? Este descubrimiento está abriendo nuevas preguntas sobre la composición cultural de una de las maravillas del mundo. Los detalles de este hallazgo en la siguiente nota, a continuación.
¿QUÉ DICE EL ESTUDIO DE ADN SOBRE LOS ANTIGUOS HABITANTES DE MACHU PICCHU?
Un reciente estudio científico publicado en la revista Science Advances ha revelado información fascinante sobre los antiguos habitantes de Machu Picchu, demostrando que esta ciudadela inca fue un crisol de diversidad étnica y cultural. A través de la secuenciación y análisis del ADN preservado en los restos dentales de 34 individuos encontrados en el sitio, los investigadores, liderados por Lucy Salazar de la Universidad de Yale, descubrieron que Machu Picchu no solo albergó a locales, sino que fue un punto de encuentro para personas de casi todo el Imperio incaico, e incluso más allá, incluyendo regiones de la vasta Amazonía. Los resultados muestran que los habitantes provenían de diversas áreas, como las costas y montañas de Perú, Ecuador, Colombia, Brasil y Paraguay.
El estudio indica que entre los años 1420 y 1532, la mayoría de los residentes de Machu Picchu eran sirvientes conocidos como ‘yanacona’ (hombres) y ‘aclla’ (mujeres), quienes eran étnicamente diversos. Esto sugiere que la ciudadela funcionaba como un centro administrativo y ceremonial del Imperio incaico, donde convivían y trabajaban personas de múltiples orígenes. Los investigadores encontraron que estos individuos llegaron desde diversas latitudes del Tahuantinsuyo y se asentaron en Machu Picchu, viviendo, reproduciéndose y siendo enterrados juntos sin lazos de parentesco evidentes, lo que resalta la heterogeneidad del lugar.
Para obtener una visión más detallada de la composición genética de los habitantes, los científicos compararon el ADN extraído con información genética de personas de yacimientos cercanos a Cusco y el valle de Urubamba, así como con 30 genomas modernos de Sudamérica. Este enfoque interdisciplinario permitió identificar que de los 34 individuos analizados, 17 tenían procedencias costeras y andinas de Perú, además de la Amazonía peruana, ecuatoriana y colombiana. Otros 13 individuos presentaban una ascendencia mixta de lugares distantes como Brasil y Paraguay, mientras que el resto parecía originario del área inmediata de Machu Picchu.
Además de la diversidad étnica, el estudio reveló que los habitantes de Machu Picchu gozaban de una vida relativamente cómoda y alcanzaban edades avanzadas sin signos evidentes de malnutrición, enfermedades graves o lesiones relacionadas con la violencia o trabajos pesados. Este hallazgo sugiere que, a pesar de la diversidad y posibles orígenes humildes de los residentes, las condiciones de vida en la ciudadela permitían un cierto grado de bienestar. Estos descubrimientos desafían la visión tradicional de Machu Picchu como un exclusivo centro aristocrático y ceremonial, y subrayan su papel como un importante nodo en la red de intercambios culturales del Tahuantinsuyo.