Un millonario septuagenario, lenguaraz, sin partido ni ideología, que usa TikTok como tribuna e irradia alegría a un electorado en crisis, se perfila como presidente de Colombia. El fenómeno de Rodolfo Hernández detonó las estrategias tradicionales de la política. Hernández, de 77 años, será el inesperado rival del senador y exguerrillero Gustavo Petro (62) en el balotaje del 19 de junio.
El independiente sacó de carrera al candidato de la clase dominante y se perfila como una opción real de poder ante el potencial apoyo que recibirá del frente “antipetrista”, que junta a la derecha en el poder, a los conservadores y a un sector de los liberales, temerosos todos de un inédito gobierno de izquierda.
Aunque rehúye las etiquetas y no se casa con partido alguno, Hernández es un popurrí de estilos: tiene algo de Donald Trump, algo del salvadoreño Nayib Bukele, pero también un contenido propio. Del primero, su “lenguaje sencillo que va a lo fundamental de las cosas”, señala a la AFP el argentino Ángel Beccassino, su estratega de campaña.
“Rodolfo hace sentir a la gente que está ante un igual, que frente a sus grandes problemas tiene soluciones que van a la raíz”, complementa. Y con Bukele comparte el “uso inteligente de las redes” y la “capacidad de asumir riesgos cuando comunica”.
POR QUÉ LE DICEN EL ‘VIEJITO DE TIKTOK’ A RODOLFO HERNÁNDEZ
Conocido como el “viejito” o el “rey del TikTok”, el exalcalde de la ciudad Bucaramanga es un boom en esa red social. Sube en promedio un video al día, y en la mayoría se muestra divertido y desenfadado. También llega a cientos de miles de personas a través de sus transmisiones en vivo por Facebook o contenido en Instagram.
“Lo que detonó Rodolfo fue una alegría en el país (...) oxigenó el ambiente de tragedia que vive Colombia y eso lo agradece la gente. Su alegría es positivismo puro”, sostiene Beccassino, evocando la crisis económica que siguió a la pandemia y pasó factura al gobierno conservador de Iván Duque.
El experto en marketing político Danny Ramírez matiza: “Es una campaña que apela a los sentimientos básicos de las personas, que busca conectarse con esa visión más primitiva de los sentimientos y recoger dos tipos de indignación: contra el gobierno” y contra Petro.
El “Donald Trump colombiano” montó una bizarra campaña desde las redes sociales con base en la “anticorrupción”. Su triunfo sobre el uribista Federico Gutiérrez amenaza a Gustavo Petro para la segunda vuelta que será el 19 de junio. VIDEO.
El magnate Rodolfo Hernández pateó el tablero de la campaña hacia la presidencia de Colombia en las últimas tres semanas. El excéntrico empresario dejó fuera al derechista Federico Gutiérrez y se metió en el balotaje que disputará con Gustavo Petro, el candidato de izquierda y líder indiscutido de las encuestas que ahora enfrenta la posibilidad real de perder la elección.
“Rodolfo Hernández es un típico populista de derecha. En el tramo final de la campaña concentró lo que los encuestadores señalan como el momentum. Da toda la impresión de que, pese a que salió segundo por 12 puntos, tiene todas las chances de ganar, porque Gustavo Petro habría alcanzado un techo”, explica a PERFIL Ignacio Labaqui, analista internacional y profesor de la UCA y UCEMA.
El batacazo electoral de Hernández, un excéntrico empresario cuyo estilo es mirado de reojo por la derecha mainstream, dejó un sabor agridulce a la victoria del favorito y un escenario abierto en una Colombia donde por primera vez dos fuerzas “antisistema” se medirán en las urnas en medio de un clima de polarización enardecido por la crisis económica y el hartazgo social.
Hernández, señalado por varios como “el Donald Trump colombiano”, es un magnate de la construcción de 77 años. Fue alcalde de Bucaramanga, una ciudad al este del país, desde donde construyó su imagen en base a un fuerte mensaje anticorrupción que permeó (incluso a pesar de que enfrenta un juicio por corrupción).
Conformó la Liga de Gobernantes Anticorrupción, desde donde comenzó a escalar. La experiencia política local lo catapultó a disputar las elecciones presidenciales, un caso similar al de Nayib Bukele en El Salvador. Su carácter y sus exabruptos lo distinguieron desde el primer momento de los típicos políticos del país de larga tradición democrática.
Entre los escándalos que protagonizó figuran agredir físicamente a sus críticos en el órgano legislativo del distrito cuando era alcalde, reivindicar a Adolf Hitler (que luego aseguró “haber confundido” con Albert Einstein) o sus dichos misóginos y xenófobos sobre las migrantes venezolanas.
Con videos bizarros como vehículo, el empresario hizo varias promesas que se volvieron populares, desde una reforma impositiva para reducir impuestos regresivos como el IVA, proteccionismo exacerbado como prohibir las importaciones de productos “producidos en Colombia” o incluso legalizar el consumo de cannabis. Sin embargo, fueron las promesas de tinte “populista” en las redes sociales fueron las que lo empujaron a la fama.
El estilo millennial del empresario Rodolfo Hernández de 77 años lo diferenció del resto de los candidatos presidenciales, que en mayor o menor medida no pudieron desligarse de las ideas asociadas al pasado de una sociedad cansada de la política tradicional.
Hernández evitó los tradicionales debates con otros candidatos y apeló directamente a sus votantes a través de sus redes sociales (conocido como “el viejito de TikTok”) la popular red social donde los jóvenes pasan muchas horas mirando videos. Sonriente, disfrazado, bailando, con memes o riéndose de sí mismo, la disruptiva campaña de Hernández llamó la atención de todos.
A través de las redes hizo propuestas “populistas”, como construir viviendas a bajo costo “para todos los colombianos”, trasladar a los presos al campo, recortar el presupuesto mediante la suspensión del uso de aviones y helicópteros presidenciales o donar su salario en caso de ser presidente. También generó polémica al proponer eliminar embajadas y consejerías de asistencia a las mujeres, como también otras medidas para achicar el gasto como bajar los sueldos de los asesores de los legisladores.
Su contenido generó una adhesión -o engagement- que fue creciendo con el tiempo a medida que sus seguidores lo replicaban. Sus insólitos videos tocan temas de campaña tienen cientos de miles de reproducciones e incontables reacciones, como cuando se mostró a favor de legalizar el cannabis, un tema de la agenda joven. “No hay que tener miedo a la legalización del cannabis. Si se administra bien es una fuente de generación de riqueza, especialmente de los campesinos que la van a cultivar”, dijo en un video viral.
“Las segundas vueltas son complicadas en general. Revertir el resultado de la primera vuelta es más la excepción que la regla, pero en los últimos años en la región hubo varios casos así, de alguien que saca una buena ventaja en primera vuelta pero pierde en la segunda”, explica Labaqui respecto al escenario de cara al balotaje en Colombia, pautado para el 19 de junio.
Entre los ejemplos destaca el de la peruana Keiko Fujimori en 2016, la derrota de Daniel Martínez frente a Luis Lacalle Pou en Uruguay en 2019, y en Ecuador con el triunfo de Guillermo Lasso, que había terminado segundo 13 puntos abajo del primero pero ganó el balotaje en 2021. “En el caso colombiano, el techo que tiene Petro frente a Hernández que viene con el momentum pareciera darle muchas chances de ganar la segunda vuelta. Pero todavía queda ver qué hacen en el final de la campaña”, cierra.
Por su parte, Petro, el candidato de izquierda que se presenta por cuarta vez a la presidencia, deberá cambiar la estrategia para atraer a los votantes desconfiados del giro a la izquierda y cansados de los políticos tradicionales, frente al excéntrico y convocante multimillonario. Sin embargo, éste último podría verse perjudicado en caso de que los tradicionales referentes de la derecha le den su apoyo abiertamente, entre ellos el impopular expresidente e histórico armador de la política colombiana, Álvaro Uribe.
El terremoto populista que genera Hernández muestra el hartazgo de la sociedad cuya democracia es la más larga del continente, que esta vez buscará por fuera del establishment un líder que pueda generar un cambio real y sacar al país de la crisis marcada por la alta inflación y el desempleo que todavía sufre el eco del -violentamente reprimido- estallido social de 2021.