Quizás una de las preguntas más frecuentes por varias personas en el mundo gira en torno a la edad y al momento en el que estas se les puede considerar como personas “viejas”. ¿Qué es lo que dice la ciencia en torno a este tema? En la siguiente nota te contaremos todo lo que debes saber sobre esta interrogante que más de uno se hace con el pasar de los años.
¿A QUÉ EDAD UNA PERSONA ES CONSIDERADA “VIEJA”?
Según un estudio mencionado por Nature Medicine, una persona comienza a ser considerada “vieja” en términos biológicos a partir de los 78 años en adelante. Este criterio se basa en un análisis exhaustivo de más de 4000 donantes, donde se identificó que a partir de esa edad, los niveles de ciertas proteínas en el plasma sanguíneo muestran cambios sustanciales que reflejan un proceso de envejecimiento acelerado.
Este cambio en los niveles proteicos se relaciona con una disminución en la capacidad de reparación del ADN, lo que implica una mayor vulnerabilidad a los efectos del envejecimiento en varios sistemas del cuerpo.
Los científicos han delineado tres etapas distintas en el proceso de envejecimiento, según los hallazgos del estudio.
La primera etapa abarca desde los 34 hasta los 60 años, caracterizada como la edad adulta, donde los cambios biológicos son más sutiles. La segunda etapa, de los 60 a los 78 años, se considera la madurez tardía, marcada por una mayor aparición de signos de envejecimiento.
Finalmente, la tercera etapa, a partir de los 78 años, se define como la vejez, donde los cambios físicos y funcionales asociados con el envejecimiento se vuelven más evidentes y pronunciados, como la disminución del metabolismo, debilitamiento óseo, pérdida de memoria y deterioro de la visión y audición.
QUÉ SE ENTIENDE POR TERCERA EDAD
La tercera edad es un término que se refiere a una etapa de la vida caracterizada por el envejecimiento y la madurez avanzada de una persona. Aunque no hay una definición universalmente aceptada, suele comenzar alrededor de los 65 años, la edad de jubilación en muchos países, y se extiende hasta el final de la vida. Durante este período, las personas mayores experimentan una serie de cambios físicos, emocionales y sociales, incluyendo una disminución gradual de la fuerza y la agilidad, así como un aumento en la susceptibilidad a enfermedades y afecciones crónicas.
Además de los aspectos físicos, la tercera edad conlleva cambios psicológicos y sociales significativos. Muchas personas en esta etapa experimentan un replanteamiento de sus prioridades y un aumento en la reflexión sobre su vida y logros. También pueden enfrentarse a desafíos emocionales, como la pérdida de seres queridos, la soledad o la sensación de falta de propósito. Sin embargo, también puede ser un período de oportunidades para disfrutar de actividades que antes se postergaban debido a las responsabilidades laborales y familiares.
En términos sociales, la tercera edad a menudo implica una transición hacia roles diferentes dentro de la familia y la comunidad. Muchas personas mayores asumen el papel de abuelos, brindando cuidado y apoyo a las generaciones más jóvenes. Además, pueden participar en actividades de voluntariado, grupos de interés o programas recreativos diseñados específicamente para personas mayores, lo que les permite mantenerse activos y socialmente comprometidos.
POR QUÉ LA TERCERA EDAD SE CONSIDERA UNA POBLACIÓN VULNERABLE
La tercera edad se considera una población vulnerable debido a una serie de factores que pueden afectar su bienestar físico, emocional y social de manera más significativa que a otros grupos demográficos. En primer lugar, el envejecimiento conlleva cambios fisiológicos que aumentan la susceptibilidad a enfermedades crónicas, discapacidades y condiciones de salud mental, lo que puede limitar la capacidad de las personas mayores para llevar una vida independiente y activa. Esto se ve agravado por la presencia frecuente de comorbilidades, lo que significa que un individuo puede sufrir de múltiples condiciones de salud al mismo tiempo, complicando su manejo y tratamiento.
Además de los desafíos de salud física, la tercera edad enfrenta riesgos sociales y económicos. Muchas personas mayores viven con ingresos fijos, como pensiones o jubilaciones, que pueden no ser suficientes para cubrir todas sus necesidades básicas, especialmente en regiones donde el costo de vida es alto. Esto puede llevar a la inseguridad alimentaria, la falta de acceso a atención médica adecuada y la dificultad para satisfacer otras necesidades básicas. Asimismo, la tercera edad está marcada por un mayor riesgo de aislamiento social y soledad, especialmente entre aquellos que han perdido a seres queridos o que tienen limitaciones físicas que dificultan la participación en actividades sociales.
Por último, la vulnerabilidad de la tercera edad se ve agravada por la prevalencia de abusos y maltratos hacia las personas mayores. Estos pueden manifestarse en diversas formas, como el abuso físico, emocional, financiero o la negligencia, y son perpetrados tanto por cuidadores como por familiares o extraños. La falta de recursos, redes de apoyo y capacidad para defenderse hace que las personas mayores sean especialmente vulnerables a estas formas de abuso, lo que puede tener consecuencias devastadoras para su salud física y emocional. En conjunto, estos factores hacen que la tercera edad sea una población particularmente vulnerable que requiere atención y apoyo especializado para garantizar su bienestar y dignidad.
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