Un músico, un hombre con su guitarra y toda Latinoamérica para escucharlo: ese era Víctor Jara. Pero tras la caída del Gobierno del presidente Salvador Allende a manos de Augusto Pinochet, se instauró una dictadura militar que no tardó ni 24 horas en escoger a sus primeras víctimas. Más de 5.000 personas fueron encerradas en el Estadio de Chile.
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El 11 de septiembre de 1973, el Palacio de la Moneda fue atacado y tomado por Pinochet —quien hasta la víspera había sido el hombre de confianza de Allende— el presidente electo resistió y finalmente se disparó antes de caer prisionero. Un día después, Víctor Jara era capturado y encarcelado.
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Jara era miembro del Partido Comunista, profesor de la Universidad Técnica del Estado (UTE), donde fue detenido junto a otros 600 académicos y estudiantes. Habían permanecido en el claustro universitario como medida de protesta ante los golpistas, los militares entraron y se los llevaron.
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Fueron trasladados al Estadio de Chile, que tenía capacidad para 2.000 personas pero a fuerza lograron meter a 5.000. Todos presos, todos aterrados ante los militares que portaban grandes armas como la “Sierra de Hitler” —una metralleta que desmembraba a sus víctimas por su gran calibre— granadas en pecho, pintura de guerra y los métodos más crueles para hacer sufrir a sus opositores.
Cuando Jara ingresó a este recinto, inmediatamente fue identificado por sus celadores. Era el rostro de la Canción Latinoamericana —la música de protesta de aquella época— era un comunista y un defensor de Allende. Tenía esas y más etiquetas que lo volvieron el centro de atención de los uniformados, quienes no pararon de patearlo en grupo y humillarlo cada vez que fuera necesario.
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Uno de sus compañeros de encierro era Littre Quiroga, de 33 años, director nacional de prisiones y también militante del Partido Comunista. Su cuerpo, también con signos de torturas, fue encontrado junto al de Víctor Jara.
Luego de cuatro días de martirio, el 16 de septiembre, Jara, de 40 años, murió acribillado por 44 balazos, según las pericias realizadas tras su exhumación.
Su cuerpo fue hallado en un terreno baldío cerca del Cementerio Metropolitano de Santiago, junto a otros cuatro prisioneros políticos, entre ellos Littre Quiroga, y se convirtió en un ícono para los cientos de artistas que sufrieron violaciones de los derechos humanos durante la dictadura de Pinochet.
Autor de temas como “Te recuerdo Amanda”, “El cigarrito” o “El manifiesto”, es considerado un símbolo de la Canción Chilena, un movimiento músico-social que se desarrolló en los años 1960 hasta el comienzo de la década de 1970, que además integraban artistas como Violeta e Isabel Parra y las agrupaciones Quilapayún e Inti-Illimani.
La justicia tarda pero llega
En diciembre de 2009, 36 años después de su muerte, la justicia chilena ordenó la exhumación de sus restos, lo cual permitió que el cantante fuera enterrado en una ceremonia oficial en la que participó la entonces presidenta de Chile Michelle Bachelet.
En cuanto a lo más reciente, en julio de 2018, el juez chileno Miguel Vázquez condenó a nueve militares en retiro por el asesinato de Jara, una de las voces más reconocidas de la música popular de Chile y Latinoamérica.
“El ministro en visita de causas de derechos humanos Miguel Vázquez Plaza condenó a 9 miembros del Ejército en retiro por su responsabilidad en los homicidios del cantautor Víctor Jara Martínez y el exdirector de prisiones Littre Quiroga Carvajal, ocurridos en septiembre de 1973 en Santiago”, indicó un comunicado de prensa del Poder Judicial.
El magistrado sentenció a los exoficiales Hugo Sánchez Marmonti, Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Ernesto Bethke Wulf, Juan Jara Quintana, Hernán Chacón Soto y Patricio Vásquez Donoso a 15 años y un día de cárcel por su responsabilidad como autores de ambos homicidios.
Los exmilitares, que tenían rangos de teniente, coronel y brigadier, fueron condenados a tres años de prisión más por su responsabilidad como autores de secuestro simple de ambas víctimas.
En tanto, el oficial Rolando Melo Silva fue sentenciado a cinco años y un día de presidio por su responsabilidad como encubridor de ambos homicidios y 61 días de presidio por encubrir los secuestros.
La justicia chilena persigue también al exoficial Pedro Pablo Barrientos Núñez, que se instaló en Florida —Estados Unidos— en 1989, a poco de culminar la dictadura del general Pinochet.
Chile pidió en 2014 oficialmente a Estados Unidos la extradición de Barrientos, pero la demanda permanece sin respuesta.
En un juicio civil, una corte federal estadounidense declaró, en junio de 2016, al exoficial chileno responsable del asesinato de Víctor Jara, y ordenó el pago de 28 millones de dólares en compensación a su familia.
Con información de AFP.