Thunderbird podría traducirse al español como ‘pájaro de trueno’. Sin embargo, el significado mitológico de esta palabra para los indígenas norteamericanos era la de un ave que gobernaba el cielo y que era capaz de provocar tormentas, vientos y truenos con sus enormes alas en los áridos desiertos de Arizona y Nuevo México.
Casi tan mítico como aquel pájaro es el Ford Thunderbird de 1966, aquella cuarta generación del modelo conocido como ‘flair bird’. El descapotable lucía un aspecto más formal y estilizado, además de un interior bien diseñado y equipado que lo convirtió uno de los más destacados de la época.
En lo referido a su mecánica, el Thunderbird llegó al mercado equipado de un propulsor V8 de 340 hp que le permitía acelerar de 0 a 100 km/h en 9 segundos y una velocidad tope de 217 km/h. Números interesantes para cualquier auto de la época.
Más allá de sus destacadas características o éxito comercial, hubo un suceso que incrementó la fama del modelo de Ford y ocurrió 25 años después de su lanzamiento. Se trata de su rol protagónico en Thelma y Louise (1991), la cinta de Ridley Scott y símbolo de la independencia femenina.
EMPODERAMIENTO SOBRE RUEDAS
La película protagonizada por Geena Davis y Susan Sarandon refleja la relación de amistad sin límites entre dos mujeres, quienes juntas deben superar diversos obstáculos para alcanzar su libertad plena.
Al margen de las dos actrices, el tercer protagonista de Thelma y Louise era el Ford Thunderbird descapotable de 1966, vehículo que simboliza la huida y vida al límite, y que es conducido a lo largo del rodaje por el dúo femenino para alcanzar su ansiada libertad.
La historia gira en torno a Thelma, una treintañera frustrada y dominada por su esposo, quien mantiene una amistad con la desenfrenada mesera Louise Sawyer. Ambas dejan su ciudad, Arkansas, para pasar un fin de semana en la montaña, pero la tranquilidad se ve finalizada cuando un sujeto intenta abusar de Thelma en un bar de la carretera.
A lo largo del rodaje, ambas mujeres tomarán justicia por sus propias manos, castigarán a los abusadores, vivirán su sexualidad sin prejuicios y protagonizarán diversas aventuras con el único fin de escapar de la asfixiante rutina y alcanzar su libertad absoluta.
Estas acciones convirtieron a Thelma y Louise en una película de culto feminista, ya que muchas mujeres de los años 90 vieron reflejadas en ambas protagonistas la liberación de sus frustraciones y la posibilidad de reaccionar valerosamente frente situaciones machistas cotidianas, saliendo airosas y demostrando que el enfrentamiento es un método de escape frente a la presión social.
Y todas estas aventuras fueron protagonizadas con Thelma y Louise al volante del Ford Thunderbird de 1966, siendo la escena más recordada aquella en la que el descapotable recorre una zona rodeada de cañones, mientras es perseguido por varios minutos por una patrulla hasta conocer el desenlace de la película.
El Thunderbird de 1966 de color turquesa e interior blanco se ponía a rodar y levantar polvo por algunas zonas del Parque Estatal Horse Point, una reserva de 2.170 hectáreas de terreno ubicada al sur de Utah.
NO FUE EL ÚNICO
La secuencia final de Thelma y Louise filmada en el Gran Cañón (Colorado, Arizona) es la más impresionante de la película, pero también la más compleja. Para esta escena, la producción requirió un total de 5 ejemplares del Ford Thunderbird: uno para las tomas exteriores, uno que incluya una cámara, dos vehículos de acrobacia y uno para reserva.
En el 2008 se subastó en Scottsdale (Arizona) el ejemplar original que fue conducido por Susan Sarandon (Louise) durante el rodaje. El Ford Thunderbird de 1966, que llevaba la firma de Brad Pitt en el reposabrazos y de Geena Davis (Thelma) en el retrovisor, alcanzó la suma de US$ 65 mil.
Como dato curioso, la producción del Ford Thunderbird llegó a su fin en 1997 luego de seis generaciones más luego del rodaje. Sin embargo, en el 2002 se lanzó al mercado sin mucho éxito una edición especial que trató de emular al biplaza original clásico.
Ninguna edición posterior a la cuarta generación del T-Bird logró alcanzar la fama de aquel modelo de 1966 que, más que un descapotable, se convirtió en un protagonista de la lucha femenina en la pantalla grande.
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