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Volkswagen Polo test

Luego de manejar el Virtus, nos toca probar el auto en el que fue basado: el Polo, que llega con una sola motorización, el 1,6 MSI de 110 HP. El mismo que lleva el Virtus. La pregunta podría sonar redundante, pero: ¿habrá diferencias entre ambos? Veamos.

Estética mejorada

Aunque no parezca, el diseño del Polo varía dependiendo de la región. Para la nuestra, hubo ligeros cambios en el frontal que se trabajaron en el Centro de Diseño de Latinoamérica, que se encuentra en Brasil. Digamos que se trató de hacer más sudaca al Polo.

Sin embargo, estos son casi imperceptibles. Hay un cambio en el diseño del parachoques y los neblineros. Ahora, si es que hay que compararlo con el Virtus, el frontal es un calco, con ese estilo sobrio característico de Volkswagen.

Por los lados, también al igual que el Virtus, hay una placa que hace referencia a la versión (Highline) sobre el guardafangos y, además, tiene llantas de 16 pulgadas, a diferencia de las versiones de entrada que equipan neumáticos de 15”.

Finalmente, en la zaga fueron menos arriesgados y hasta tiene un ventarrón con su hermano menor, el Gol, que tiene un precio mucho más accesible.

Dignos hermanos

Siguiendo con la comparación Polo/Virtus, en el interior también hay elementos en común. Bueno, no realmente, el habitáculo es el mismo. Puede que se diferencien en el color de algunos plásticos, pero algo que pasa desapercibido si es que no prestamos mucha atención en los detalles.

Si bien los plásticos duros predominan, todos estos están bien ajustados y no se produce ningún crujido con el movimiento. Aquí también encontramos el inteligente soporte para smartphone sobre el tablero, que, dicho sea de paso, tiene una orientación notable al conductor.

La pantalla central es la ya conocida de , de 6,5 pulgadas, con un funcionamiento intuitivo y compatible con Apple CarPlay y Android Auto. Se agradece el climatizador, aunque de una sola zona, y las salidas de aire para las plazas posteriores, que, a propósito, tienen un destacable espacio a lo largo, alto y ancho para dos personas; una tercera ya no irá tan bien porque el respaldar y asiento de la plaza central es más duro, así como por el falso túnel de transmisión. Lo que tampoco entendemos aquí es por qué no tenemos una cámara de retroceso en pleno 2018.

Gran equilibrio

Como mencionamos al inicio de la reseña, el Volkswagen Polo llega con una sola motorización: el 1,6 MSI que otorga 110 HP y que puede ir ligado a una caja mecánica de cinco velocidades o a una automática Tiptronic, de convertidor de par, de seis marchas.

Sí, más de Virtus. La mecánica es muy silenciosa y bastante progresiva, que muestra una mejor respuesta sobre las 3.000 rpm. Sin embargo, en el Virtus la transición entre segunda y tercera marcha nos pareció un tanto larga, algo que parece haber sido corregido por arte de magia en el Polo.

La suspensión tiene una configuración similar y es capaz de filtrar todas las irregularidades de las pistas de nuestra ciudad sin ningún problema, pero con algo de firmeza que nos permite encarar curvas sin que percibamos un balanceo pronunciado de la carrocería.

En resumen, podríamos decir que las sensaciones con el Polo fueron similares a las que tuvimos con el Virtus. Sin embargo, creemos que, si no necesitas una maletera de 521 litros, el Polo representa una opción más racional por el precio, pues los números son mucho más amigables que en el sedán.

Si quieres saber más detalles del Volkswagen Polo, te invitamos a leer nuestra reseña completa en la de Ruedas&Tuercas.

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