(Foto: Itea Comunicaciones)
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Redacción EC

Por Daniel San Román

La gloria más deseada del automovilismo peruano se pone en juego nuevamente en la cuadragésima octava edición del Gran Premio de Carreras Caminos del Inca. Setenta y dos tripulaciones, en unas horas, levantarán la tierra muerta del trazado de Trapiche con la intención de elevar el trofeo de uno de los últimos tres raids de ciudad a ciudad que sobreviven en el mundo.

Si bien desde la edición de 1966 la ruta ha cambiado, este año la prueba volverá a la esencia de su recorrido tradicional: Lima, Huancayo, Ayacucho, Cusco, Arequipa y escalofriante regreso pavimentado a Lima. Sin lugar a dudas un regalo para los puristas del trazado pese a que los primes han perdido grava producto de la pavimentación natural del progreso.

Y entre tanta tradición seis nombres llaman la atención desde la gloria alcanzada y los recuerdos históricos que protagonizaron. Sentimientos que siempre se cotizan a la alta en el Gran Premio. Ahí están Ricardo Dasso (1986), Ricardo Flores (1991), Richard Palomino (2013), Nicolás Fuchs (2009 y 2012), Jose Luis Tommassini (2014 y 2015) y Raúl Orlandini (2010, 2011 y 2017). Todos monarcas, todos conocedores del baño de champagne más deseado del calendario patrio y hoy todos protagonistas.

De todos esos nombres hay uno que salta, más que ninguno, propulsado por la melancolía: Ricardo Dasso. Aquel niño maravilla que ganó el Gran Premio a sus escasos 23 años y que hoy todos quisiéramos(32 años después) lo volviera a hacer. En ese mismo sendero también está Ricardo Flores, quien ha anunciado el fin de su fructífera carrera tras esta edición de Caminos del Inca.

Morbo aparte despierta el siempre inflamable duelo entre Nicolás Fuchs y Raúl Orlandini. Sin lugar a duda ambos serán lo llamados a marcar el ritmo de la carrera con la presión de saber que cuentan con dos escoltas desalmados como Tommassini y Palomino. Dos pilotos rápidos, regulares y que siempre saben monopolizar los excesos de entusiasmo de sus rivales.

Empieza la competencia más esperada del calendario. Esa que en su momento empolvaron Bradley, Dibos, Alvarado, Orlandini, Jochamowitz y Yangalí. Vuelve la emoción a aquellos pueblos alejados del interior de nuestro país donde el único espectáculo deportivo que tienen al año es el que les brinda este clásico que no deja de recorrer las venas de los caminos peruanos desde 1966. Larga vida al Inca.

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