El pasado del cine no deja de revisarse, de recrearse, de corregirse y cambiar de piel. Felizmente. Pero la historia del cine no solo la transforman los libros, con nuevas lecturas que critican viejos sesgos machistas, racistas, o eurocéntricos. Las mismas películas se hacen, a veces, para hacer justicia respecto a los estereotipos o mitos que formaron cierta tradición fílmica. Ese es el caso de “Cowboys de Filadelfia”, de Ricky Staub.
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Inspirada en la novela “Ghetto Cowboy”, de Greg Neri, esta opera prima, que se acaba de estrenar vía Netflix, cuenta la historia de Cole (Caleb McLaughlin), chico afroamericano de quince años que, ante su comportamiento irresponsable —que lo lleva, cada vez más, a la mala vida—, es enviado, por su madre, a que viva en Filadelfia con su padre, Harp (Idris Elba) —de quien se habían distanciado tiempo atrás—.
La cinta empieza, así, como un relato de aprendizaje. No obstante, la aparición casi surrealista de un caballo blanco, en la morada de Harp, da un giro completo a la naturaleza del filme. Nos encontramos, de pronto, con una comunidad de cowboys afroamericanos en las zonas más marginales de la ciudad. Harp es un líder del grupo de criadores de caballos y jinetes que, ante la rápida urbanización de la zona, pronto podrían perderlo todo.
El filme se convierte en una especie de western moderno y crepuscular, casi postapocalíptico, donde el grupo de jinetes representa el pasado de Estados Unidos, y está condenado a desaparecer. Pero lo interesante es que estos cowboys son negros, es decir, todo lo opuesto a la imagen “blanca” del cowboy que la tradición clásica del cine de Hollywood fijó, desde sus inicios, en el imaginario de los cinéfilos de todo el mundo.
Staub se cuida de no utilizar una fotografía de tipo publicitario, esa que privilegia colores primarios o una iluminación excesiva —tan común en los productos de Netflix—. Esta decisión estética guarda coherencia con la propuesta callejera, de cierto realismo de aliento documental. De hecho, el director logró incorporar, como personajes, a varios jinetes auténticos de la localidad de Filadelfia, en la búsqueda del mayor verismo posible.
Sin embargo, en el filme también hay una estrella: Idris Elba; uno de los actores afro-británicos más cotizados de los últimos años. De alguna manera, Elba, quien ya ha logrado convincentes performances callejeras como la que hace en la serie “The Wire”, es aquí la perfecta contraparte afrodescendiente a la figura icónica de carácter, masculinidad y nobleza que, en los westerns clásicos, cumplía alguien como John Wayne.
Pero el nudo argumental, más allá del papel revisionista del western, es la posible desviación hacia el mundo del crimen por parte del adolescente Cole, quien es tentado para ese propósito por Smush (Jharrel Jerome). De hecho, uno de los flancos más débiles del filme tiene que ver con Cole, quien, junto con su padre, representa a la familia de cowboys como esa arcadia del pasado que la gran ciudad moderna traiciona y pervierte.
Es paradójico que el mejor personaje del filme sea Smush —excelente actuación de Jerome—, el más débil y tentado por el mal. Con él, la verdadera transmutación negra del western blanco cobra vida. Si bien Staub logra un retrato atento a las peculiaridades culturales de este grupo humano, parece como que le costara ver los lados de sombra que humanizarían aún más a sus héroes. “Cowboys de Filadelfia” cumple su propósito revisionista respecto al mito del vaquero americano —uno, de cada cuatro cowboys estadounidenses, era negro—, pero falla en mostrar sus heridas y tormentos.
LA FICHA
Título original: Concrete Cowboy
Género: Drama
País y año: EEUU/ Reino Unido, 2020
Director: Ricky Staub
Actores: Idris Elba, Lorraine Toussaint, Caleb McLaughlin, Jharrel Jerome.
Plataforma: Netfix.
Sinopsis: Obligado a pasar el verano con su distanciado padre, un adolescente rebelde encuentra la amistad en una integrada comunidad de vaqueros afrodescendientes.
Clasificación: 16+.
Duración: 1 hora y 51 minutos.
Calificación:
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