Guillermo del Toro tiene razón. En la última edición de los Premios de la Academia, el director mexicano se llevó la estatuilla dorada por la tan fascinante como laboriosa “Pinocchio”, película estrenada en la plataforma Netflix y que, según el cineasta, le costó años y un trabajo arduo producir y llevar a la pantalla.
En su discurso, el creador de películas como “El laberinto del fauno” o “La forma del agua”, mencionó lo que para muchos podría ser la piedra angular en un cambio de paradigma respecto a cómo se valoran las formas de hacer cine: la animación no es un género sino un medio.
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Y vaya que le han tomado la palabra. Además de los estudios dedicados a este tipo de producciones (Disney, Pixar, Dreamworks, entre otros), muchas veces enfocadas de audiencias infantiles, hay otros como Adult Swim o plataformas de streaming como la mencionada Netflix o Amazon Prime, que no han escatimado en explorar formas, diseños, trazos y movidas conceptuales para llevarlo todo al siguiente nivel. Y aquí entra “Entergalatic”.
Como seguidor de series tan disímiles en fondo como en forma y técnica (De “Bojack Horseman” a “Undone” o “Primal”), me sorprendí al toparme recién con “Entergalatic”, una maravilla cocreada por Ian Edelman y el famoso rapero Kid Cudi (y dirigida por Fletcher Moules) quien se propuso llevar su álbum musical de rap y R&B experimental, de nombre homónimo, al audiovisual y que, de la mano de Netflix, nos cuenta una historia de trama sencilla, con elementos millennials, artísticos y afrofuturistas.
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El filme nos presenta la historia de un joven grafitero de nombre Jabari que acaba de ser contratado por una reconocida editorial de cómic para llevar su trabajo al papel. Aquí asistimos a la dinámica que tiene este treintañero con sus amigos con quienes salta de fiesta en fiesta mientras vive la vida que probablemente muchos añoraríamos: con sueldo y trabajo fijo, una aparente estabilidad emocional y un piso en Manhattan que se puede permitir gracias a su talento. Aquí, en esta vorágine que todavía no contempla conflictos, irrumpe Meadow, su vecina, una fotógrafa de sonrisa risueña y dreadlocks definidos.
Durante los poco más de noventa minutos que dura la película, vamos a ver a través de montajes que abrazan la ternura, planos imposibles y mucho rap melódicos, cómo dos personas se van enamorando y van interactuando con un mundo que ya sabemos que es hostil pero que no necesariamente lo tenemos en las narices siempre.
Aunque ante ciertos ojos el filme podría mostrar una ingenuidad poco valorada y popular en nuestros días, es más que cierto que no necesita de una dialéctica poderosa o de un subtexto agresivamente político para bosquejar un espacio como el Nueva York presentado en él.
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Los criterios para interpretar la película esta vez no están del lado de su capacidad crítica con los contextos desfavorecidos ni con unas estructuras evidentemente desiguales. Y es que “Entergalatic” no navega por la profundidad de esos tópicos, pero tampoco los ignora sino que, al igual que en el mundo, siempre los tiene presentes, pero deja que sus personajes hagan algo que los seres humanos de a pie hacemos: perseguir cierta felicidad y paz mental en nuestras relaciones más próximas.
Por eso es que resulta una celebración de la conexión humana en tiempos en los que estar “conectado” implica en la mayoría de casos encontrarse solo. Además, no tiene miedo en decir lo que es: un festín de estímulos sensoriales y una encantadora historia de amor.
De otro lado, el crítico español Álvaro Wasabi acuñó un término que me parece más que pertinente para lo que aquí se aborda: la “despixariación” de la animación. Hace más de dos décadas, precisamente en 1995, Toy Story, la primera película de Pixar Studios, revolucionó la manera de hacer animación poniendo al 3D por todo lo alto y relegando la animación tradicional u otras técnicas a espacios más específicos o, como diríamos ahora, de nicho.
Sin embargo (y sin que esto haya significado una supresión total de lo mencionado) en 2018 se estrenó “SpiderMan: across de spiderverse” y lo cambiaría todo marcando una nueva tendencia. Esta película del famoso superhéroe ha servido hasta el momento como faro que echa luz sobre producciones que tienen un ambición similar como las nuevas Tortuninjas o ciertos segmentos del último largo del gato con botas.
Volviendo a lo dicho por Wasabi, este señala que desde el descubrimiento de esta técnica su empleo ha sido constantemente regular, sin embargo, es ahora que recién lo empezamos a ver como algo menos underground y con la capacidad para contar cuestiones mucho más complejas o quizá historias más adultas que nos hagan ponerle pause y pensar si efectivamente estamos llorando porque despidieron de su trabajo o porque no le alcanza para pagar la luz a un dibujo animado y no solo por la muerte de un personaje (Mufasa, la mamá de Bambi, Bing Bong).
Finalmente, “Entergalatic” se muestra a sí misma con pocas pretensiones de guion, acercando a cierta audiencia joven con su propuesta musical afroamericana y su capacidad para pasar de lo calmo a lo vertiginoso: todo muy afro, muy arty, con una estética semivintage con toques de veganismo antimilitante que solo desea ser una fotografía impresionista en un mundo de hiperrealidad e inteligencias artificiales.
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