Sin importar el continente donde se ubique, un puerto siempre será imaginado como aquel espacio en donde no solo arriban y parten inmensos barcos, generando movimiento de seres humanos y mercancía, además de divisas, claro está. Asimismo, hablamos de un lugar capaz de retrotraernos a momentos históricos, como la época de la esclavitud, los grandes conflictos entre naciones o, incluso más recientemente, la crisis migratoria que complica a diversos gobiernos.
Todo lo vinculado a una locación como esta se siente ciertamente palpable en “Mano de hierro”, la nueva apuesta de Netflix que tiene lugar nada menos que en el puerto de Barcelona, uno de los más importantes de España y del continente europeo.
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Creada por Lluís Quílez, “Mano de hierro” cuenta en ocho episodios el remezón sufrido por el imperio que Joaquín Manchado (interpretado en su edad adulta por el actor Eduard Fernández) creó a lo largo de cuatro décadas en el mencionado muelle catalán, desde que llegó como un inmigrante cualquiera junto a su hermano Román (Sergi López en versión adulta), hasta que se convirtió en una especie de ‘todopoderoso patrón’, logrando que ni siquiera una mosca vuele sobre los containers sin que antes él lo autorice.
Ese remezón está vinculado a un atentado contra Manchado. Pero antes de todo esto, la nueva propuesta de Netflix se preocupa en rodear a esta especie de ‘El Padrino’ catalán con singulares personajes secundarios. En esa línea, tal como pasaba con Vito Corleone en el clásico del cine estrenado en 1972, el protagonista de esta serie dramática y criminal tiene familiares, socios, empleados, sicarios, y, por supuesto, varios enemigos que buscarán tirarlo abajo.
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El detalle de la extensión de cada uno de los ocho episodios de “Mano de hierro” no es menor. Y es que, a diferencia de muchas de las series que vemos en Netflix y demás plataformas, aquí tendremos capítulos que en su gran mayoría pasan la hora de duración. Abundante, sin embargo, no es solo el tiempo, sino también son los detalles componen la idea escrita por Quílez y compañía. Y eso es lo que intentaremos comentar en la siguiente nota.
Lo primero que tal vez salta a la vista en “Mano de hierro” es lo nutrido de su elenco. Aunque popularmente los rostros de Jaime Lorente (Néstor) y Chino Darín (Víctor Julve) tal vez son los más llamativos, la nueva serie de Netflix está plagada de actores con una trayectoria envidiable. Desde los ya mencionados Fernández y López –que acumulan múltiples nominaciones y premios en su país—hasta trajinados artistas de la talla de Cosimo Fusco (El Francés), pasando inclusive por rostros emblemáticos de la ‘vieja TV’, como el mexicano Roberto Mateos (Rafael Ramírez Pereira).
Así pues, cantidad y calidad son dos factores que van intercalándose en pantalla durante los ocho episodios que tenemos por delante. Aunque a primera vista pareciera que los legados criminales y las implicancias del narcotráfico internacional son los dos grandes temas de esta serie, la verdad es que conforme avanza la trama son varios los sub-tópicos que van surgiendo, exigiendo muchas veces atención absoluta por parte del televidente.
Retratado como un espacio donde se filtra todo por intereses oscuros o porque simplemente revisarlo de forma plena es humanamente imposible (“solo se inspecciona el 2% de los 6mil contenedores que se mueven diariamente”, se nos aclara al comienzo), el puerto de Barcelona termina siendo el escenario donde todos buscan algo para sí mismo. Así lo muestra el inicio de la serie, cuando un empleado cualquiera se roba un paquete pequeño de droga y, tras ser descubierto, termina lapidado por los ‘mil ojos y mil oídos’ de ‘todopoderoso patrón’ Manchado.
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Dejando brevemente la droga en un segundo lugar, habíamos dicho que la serie de Lluís Quílez es también en gran medida una historia sobre sucesiones criminales. Porque como pasa en “El padrino” (juzgará cada uno al final de esta temporada si la serie es o no un homenaje al clásico de Coppola), detrás de un viejo jefe hay varios que ansían hacerse de dicho poder.
El primero es nada menos que su hermano Ramón, con quien Joaquín batalló cuatro décadas para ser quién fue (hasta el atentado). Aquí la interpretación de Sergi López es a ratos notable y a ratos chirriante. Pasa lo primero cuando se convierte en una especie de titán invencible, capaz de luchar a balazos y puñaladas por venganza; pero cae en lo segundo cuando –en una actitud cuasi adolescente-- no hace otra cosa que beber alcohol para olvidar el amor de una dama de compañía.
Joaquín tiene dos hijos. El primero es Ricardo (Enric Auquer), un camionero ludópata que, incapaz de hacerle frente a su adicción, solo sabe meterse en problemas. La segunda es Rocío (Natalia de Molina), tal vez el personaje cuya trayectoria resulta más cambiante a lo largo de la trama. Ella, jefa de controladores, comienza siendo ‘la hija de’ y/o ‘la esposa de’ (Néstor/Lorente), pero las circunstancias la develarán como una inesperada sucesora. No se trata, entonces, de un personaje totalmente poderoso ni indudablemente débil. Rocío es tan humana como cualquiera de nosotros.
Retomar el tema de la droga puede servirnos para hablar de ‘los buenos’. Porque, aunque a ratos esta parezca la historia de ‘la chacra de los Manchado’, lo cierto es que la autoridad también se hace presente en “Mano de hierro”. Una jueza (Ana Torrent) comanda lo que sería un operativo para dar con el cargamento descargado en el muelle catalán. Para este propósito se vale de su agente infiltrado, Víctor Julve (chino Darín), un hombre nacido en el muelle y que esconde secretos que lo vinculan a Rocío y al ‘todopoderoso patrón’. Aunque más allá de estos nexos, en honor a la verdad, la presencia física del portentoso oficial resulta, en varias ocasiones, inversamente proporcional con su agilidad. Y todo esto se reflejará en sucesivos traspiés que, aunque pequeños, fortalecen a los miembros del ‘lado oscuro’.
Componer la imagen de un puerto a merced del delito y de una autoridad que termina doblegada –por corrupción o por ineficacia—es un acierto innegable de la serie de Lluís Quílez, Otro bien podría ser el jugar con la posibilidad de una guerra a tres bandas (italianos, mexicanos y españoles) por el paradero del cargamento de droga. Los varios saltos temporales hacia el pasado también sirven, no solo porque dotan de humanidad a personajes siniestros como Joaquín, sino también de cierta lógica a pusilánimes como Ricardo.
El problema termina siendo la serie de elementos que acompañan cada uno de estos pilares. Imaginar un ‘todopoderoso patrón’ como Joaquín desplazándose fuera del puerto sin la más mínima seguridad es un reto a la verosimilitud. Más si en varias instancias de la trama se repite que hay muchos que buscan hacerle daño por sus excesos. Luego, el dúo de narcotraficantes que conforman los hermanos Ariel (Raúl Briones) y Lucía Ramírez Pereira (Giannina Fruttero) termina siendo víctima de una explotación desmedida de clichés. Entre la ‘jerga’ mexicana repetida cada dos palabras y los excesivos rituales místicos de ‘protección ante la muerte’, se corre el riesgo de hacernos olvidar que ambos personajes han sido lo suficientemente fuertes para cruzar océanos y abatir a peligrosos piratas.
Junto a México y Argentina, España es uno de los países que más produce contenido para el streaming. De esa industria han salido series muy populares como “La casa de papel”, otras elogiadas por la crítica como “Fariña”, inclusive películas como la recientemente nominada al Oscar “La sociedad de la nieve” (estrenada primero en cine, claro). “Mano de hierro” podría ubicarse en un segundo escalafón. En esta línea, de concretarse la segunda temporada en Netflix, la serie de Quílez tiene la oportunidad de enfocarse en sus fortalezas: la sucesión del poder detrás del inconmensurable puerto, la guerra de mafias internacionales o la incapacidad de la autoridad local ante el delito global. En todos estos caminos hay, felizmente, todavía mucho por explotar.
MANO DE HIERRO/NETFLIX
Sinopsis: El puerto marítimo de Barcelona recibe cerca de 6000 contenedores diarios con mercancías procedentes de todo el mundo que, en tan solo un año, pueden ocultar más de 30 000 kilos de cocaína. Eso convierte a la ciudad portuaria en una de las puertas de acceso más importantes de Europa para del lucrativo negocio del narcotráfico. Joaquín Manchado lo sabe muy bien, pues es el propietario de su terminal principal. Si alguien quiere importar mercancías ilegales a través del puerto debe contar con su ayuda y con la colaboración de la red criminal que ha montado a su alrededor. Sin embargo, un accidente imprevisto y la desaparición de un importante cargamento de cocaína desencadenan una guerra sin cuartel plagada de asesinatos y venganzas.
Elenco: Chino Darín, Jaime Lorente, Natalia de Molina, Sergi López, Enric Auquer, Eduard Fernández
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