Mare (Kate Winslet) es la chica que, ya convertida en policía, decidió quedarse en su pueblo. No se fue a la ciudad, como la Clarice (Jodie Foster) de “El silencio de los inocentes”. Esta serie, dirigida por Craig Zobel, trata sobre los que se quedaron. Trata sobre una mujer, madre, y abuela muy joven, que vive y trabaja, con más o menos dignidad, en un pueblo periférico, donde la más dulce intimidad se intercala con la más cruda sordidez.
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La comparación con la cinta de Jonathan Demme viene a cuento por más de una razón —el cinéfilo incluso descubrirá la recreación de una secuencia clave—. Pero la razón principal es el delineamiento de la heroína femenina. Algo que va en paralelo a un cambio de época. La Clarice de Foster representaba a la mujer joven e independiente que, en su enfrentamiento con el mal, aprende a ser policía en un mundo de hombres.
En cambio, la Mare de Winslet es una mujer madura, con una hija adolescente y un hijo trágicamente fallecido, que vive con su nieto y su madre, mientras acepta la separación de su marido. Lo que en los años noventa podía ser novedoso, con una Jodie Foster tan femenina y frágil, como estoica en el esfuerzo por apropiarse de un rol tradicionalmente masculino; ahora se cambia por otro reto: exhibir sin pudor las marcas del paso de los años, y ser una mujer policía tan fuerte como necesitada de afecto, ni idealizada ni demonizada.
El mayor triunfo de esta miniserie recae en la configuración de la protagonista, personaje tan rico que parece ensombrecer el interés en los otros. En un ejercicio de sabotaje que rechaza cualquier estilizamiento hollywoodense de su propia belleza, vemos a Winslet subida de peso, con arrugas y poco maquillaje, en consonancia con el retrato de una policía de pueblo chico. En ella no hay glamour, ni nada grotesco. Solo una mujer real.
Pero el triunfo de este personaje también tiene que ver con la configuración de una psicología compleja. El carácter de Mare, duro y cínico, parece obstinado en no querer avanzar, ni vencer los traumas o miedos que la aquejan. La persigue su pasado, en la forma del hijo de destino trágico. Pero también su presente, con su divorcio y los crímenes irresueltos. Junto a ella, los pilares que podrían irse, su hija, su nieto, y su propia madre.
“Mare of Easttown”, no obstante, tiene más que ofrecer. Es muy logrado el misterio que rodea el crimen inicial, con un convincente retrato de la clase obrera, que además incluye a una aún minoritaria población afroamericana. Las drogas, los embarazos secretos, las mentiras y engaños que entrelazan a todos, se envuelven en una pátina de violencia por lo general soterrada. La violencia gráfica, en cambio, se hace más cruenta en su omisión.
El aspecto de película de detectives, con dos pesquisas retorcidas —el asesinato de una chiquilla y la desaparición de unas prostitutas— está llevada con la prudente dosificación de una narración por episodios. Sin embargo, lo más importante está en los detalles que sobrevuela el examen que hace Mare de su propio pueblo, casi como desconociéndolo, en una observación que también la lleva a mirar en su propio interior.
Era difícil dar con una versión femenina de los antihéroes del cine negro. Es decir, mujeres adultas que exhiban sus heridas, que sean atractivas en su dureza y hosquedad, y que puedan verse desde costados también corruptos, débiles, atormentados. A veces solo las mejores actrices pueden lograr una contraparte que sea, también, original, y que de un poco de luz a una nueva feminidad. Es el caso de Kate Winslet. El guionista Brad Ingelsby, y el realizador Craig Zobel, hicieron un excelente marco para ese lucimiento.
LA FICHA
Título original: “Mare of Easttown” (Miniserie de 7 episodios, HBO)
Género: Drama, thriller
País y año: EEUU
Director: Craig Zobel
Actores: Kate Winslet, Evan Peters, Sosie Bacon, David Denman
Calificación: ★★★ y 1/2 de un total de 5.
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