“Dune”, la cinta dirigida por Denis Villeneuve y protagonizada por Timothée Chalamet, Rebecca Ferguson, Javier Bardem, Zendaya, entre otros actores, pisaba fuerte la 94 edición de los premios Oscar, con 10 nominaciones al premio de La Academia, incluida Mejor película. Hasta el momento, la película es la favorita de la noche al levantar el premio en 5 categorías: Mejor Banda Sonora, Mejores Efectos Visuales, Mejor Fotografía, Mejor Diseño de Producción y Mejor Montaje.
A continuación, nuestra crítica, publicada en octubre, mes en que se estrenó la cinta en los cines de todo el mundo.
Ocurre que, al terminar una saga de ficción, sea en TV, cine o literatura; quieres llenar el vacío. Eso me pasó en 2011, cuando leí las novelas que inspiraron “Game of Thrones”. ¿Resultado? El agujero en mi corazón en la forma de Westeros solo podía llenarse con más ficción, de escala épica para ser precisos. En ese contexto leí “Dune” (1963) de Frank Herbert, que me ofrecía un contexto “similar” y, encima, era extensa. Miles de páginas que prometían replicar el efecto que obtuve con los “Tronos” y prolongar la experiencia.
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Antes de leer “Dune”, tenía vago conocimiento de su historia: desmadres en un planeta desierto con gusanos gigantes. Eso era todo. Al empezar, choqué contra una cantidad descomunal de detalles, el ‘lore’ que explica este mundo de viajes espaciales, estructurado con similitudes a Tolkien y “El señor de los anillos” o al mismo George R.R. Martin con su “Game of Thrones”. Tras el inicio complejo, la historia me atrapó hasta la última página. Luego fui por la secuela, “Mesías de Dune”. Y luego por la secuela de la secuela, “Hijos de Dune”, y así hasta leer 14 novelas en poco más de un año: las seis originales y varias precuelas y secuelas escritas por el hijo del autor, Brian Herbert, en colaboración con el escritor Kevin J. Anderson (el autor original falleció antes de concluir su trabajo). Mis expectativas por la nueva película, dirigida por Denis Villeneuve, eran altas. Tenían que serlo. A la sala de cine entró, antes que la mente del periodista, el corazón de un fan.
Dune para principiantes
“Dune” se desarrolla en el año 10.191 D.C, donde la humanidad abandonó la Tierra tras una guerra que la dejó inhabitable. La economía del Imperio Galáctico gira alrededor de la adictiva especia melange, que alarga la vida y permite ver el futuro. Esto último es necesario para viajar por el espacio, hace que los navegantes sepan, de manera segura, a dónde llevar las naves sin que en el camino choquen contra algún cuerpo celeste. La especia se encuentra solo en el planeta Arrakis, llamado también Dune, un lugar desértico habitado por los Fremen. En este planeta también están los gusanos de arena, seres que llegan a medir cientos de metros y que atacan todo lo que se mueve.
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En este contexto, el emperador Shaddam Corrino IV ordena la Casa Atreides encargarse de la cosecha de especia de Arrakis en reemplazo de la cruel Casa Harkonnen. Aterrizan en Dune el duque Leto Atreides, su concubina Lady Jessica y el hijo de ambos, Paul Atreides. Este último es el más reciente resultado del plan de la hermandad Bene Gesserit, a la cual pertenece Jessica, que durante milenios ha buscado crear al ser humano superior. Los Atreides terminan en medio no solo de un conflicto político, sino uno místico-religioso donde los poderes de Paul podrían cambiar para siempre el destino de la humanidad.
Sobre la última película
Con un ‘lore’ extenso y una narrativa tan laberíntica como la de “Dune”, no faltaron las sospechas de que si alguna vez esta historia “infilmable” podría llegar al cine con dignidad. Villeneuve, director de “Arrival” y “Blade Runner 2049″, ha sido un fan de esta saga por décadas y en todo momento ha querido transmitir confianza con su trabajo. Pero una cosa es disfrutar una novela y otra, muy distinta, traducirla a narrativa audiovisual. David Lynch lo intentó en 1984, pero fracasó. El cineasta, famoso por su propuesta lisérgica, ofreció una historia deslúcida, llena de información que no termina por aterrizar en la audiencia. Lo único bueno de su película es que así conoció a Kyle MacLachlan, que terminó protagonizando su obra maestra de TV “Twin Peaks”.
También hubo una miniserie de tres episodios, “Frank Herbert’s Dune” (2003), que no estuvo mal, pero en general pasó sin pena ni gloria.
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El nuevo “Dune” es mejor que la versión de Lynch y la miniserie. No por los efectos visuales, evidentemente superiores con la actual tecnología, ni por el estilo de la fotografía de Greig Fraser o la música de Hans Zimmer. Es una cinta superior porque se centra en los personajes antes que en los mitos. ¿De qué otro modo podrías hacer que la gente se interese por el conflicto que describí líneas atrás? Con tanta información, Villeneuve menciona verbalmente solo lo esencial, con los diálogos justos para que los personajes se muestren tal cual son, dejando para el aspecto visual otras referencias a la saga.
Varios aspectos del ‘lore’ no se mencionan más que una vez, y a veces ni se mencionan, como el por qué los ojos de Thufir Hawatt se ponen blancos al hacer cálculos (el personaje de Stephen Mckinley Henderson es un mentat, una computadora humana); quiénes son esas figuras cuyo casco no deja atisbar rostro alguno (los navegantes, que respiran especia muy concentrada) o, incluso, algo sobre ese ser mitad araña y mitad ser humano (que, presumo, fue creado por la Bene Tleilax). “Dune” no tiene por qué ahondar en los detalles cuando su objetivo es otro: mostrar a personas en un conflicto con el que te puedes identificar. Es un efecto similar al de “Game of Thrones”, que al menos en sus primeras temporadas no subestimó a la audiencia y reveló datos de la historia previa, pero sin ahondar mucho en ellos. En cierto modo, esa serie preparó el camino para aceptar “Dune” sin problemas.
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De otro lado, es casi una muletilla hablar de actores que canalizan en su performance ideas opuestas, como mostrar poder y, al mismo tiempo, vulnerabilidad. Sin exagerar, la Jessica de Rebecca Ferguson cumple eso a cabalidad. Por momentos brutal y efectiva, por momentos angustiada por el futuro de su familia; aunque jamás deja que los otros la vean así. Ferguson es de lejos la que mejor performance tiene, seguida de cerca por el Paul de Timotheé Chalamet, un adolescente forzado a crecer demasiado rápido.
Por el lado de la acción, la cinta tiene sus peleas y batallas a gran escala, pero no son lo principal. Son la consecuencia de una serie de acontecimientos y no son lo que más destaca de la película. En lo visual, los diseños de las naves traen a la mente las ilustraciones clásicas de las novelas de ciencia ficción.
El nuevo “Dune” no es solamente sobre la lucha por el poder y traiciones a escala galáctica. Parte de lo que Frank Herbert quiso contar en los años 60 se encuentra en la película, pero no de manera evidente. Uno de los muchos temas de la obra original es la inevitabilidad del destino y cómo ver el futuro nos puede convertir en esclavos. Hay una escena en particular que da pie a esa trama, que debería cobrar fuerza en la secuela prometida. Como fan que ha invertido decenas de horas en esta historia, me doy por bien servido. No solo por ver en la pantalla escenas que solo había imaginado, sino porque, pase lo que pase con el futuro de esta franquicia en los cines, más personas se dejarán envolver por la historia y la recomendarán. Algunos leerán las novelas. Otros volverán a la cinta de Lynch para curiosear. Otros harán memes. “Dune”, como los Fremen del desierto, vivirá.
Calificación
★★★★★
Datos
- “Dune” está disponible en HBO Max.
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