“The Mandalorian”, con una primera mitad sin gracia ni ritmo, parecía indicar lo peor. Este ha sido un espacio que de manera constante ha criticado la temporada, episodios que han sido ejemplo de decadencia antes que de virtud. Pero es el sexto episodio donde ocurre todo lo contrario: parece una serie distinta. El resultado es positivo.
Din Djarin (Pedro Pascal) y Bo-Katan Kryze (Katee Sackhoff) llegan al mundo independiente Plazir-15 para seguirle la pista a los mandalorianos que lidera Axe Woves, grupo que abandonó a la princesa heredera por considerarla indigna de liderar. En el planeta, los gobernantes locales les piden ayuda para resolver una serie de hechos que apuntan a un malfuncionamiento masivo de droides. Tras resolver el problema, Din y Bo-Katan encuentran a los mandalorianos que huyeron. Tras una pelea y un discurso, la guerrera reclama el darksaber y recupera el mando sobre su gente.
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Antes que cualquier lucha épica del bien contra el mal, la saga creada por George Lucas es narración sostenida en acción, que a su vez bebe de las historias pulp, del western, del cine de samuráis; en resumen, esta historia existe gracias a obras previas que remueven sentimientos. Con este episodio, “The Mandalorian” recordó sus influencias, mostrándonos el lado más lúdico de la galaxia y con eso no me refiero solo a poner chistes y referencias, que las hay.
En sí, una historia como “Star Wars” tiene que ser divertida: hay criaturas no humanas, sables de luz, sables de luz negra (?), villanos que dan discursos omnipotentes e incluso un bebé con telekinesis. El episodio reconoce lo divertido de toda esta mezcla desde el arranque, al presentar una historia de amantes complicados por el destino, donde la capitana Quarren y un noble Mon-Calamari deben separarse. En este asunto de dos, los mandalorianos de Woves son el ente antagónico. De todas las cosas que podrían esperarse de estos mercenarios, inmiscuirse en una relación amorosa no está en el primer lugar vde la lista.
Una vez establecido qué hacen estos mandalorianos, queda en duda si ellos, de verdad, liberaron a Moff Gideon como el episodio previo da a entender. Pero no hay tiempo para dudas, pues el capítulo vuelve a la carga, esta vez centrándose en Din Djarin, Bo-Katan Kryze y Grogu, quienes llegan a Plazir-15 para buscar a los antes mencionados “enemigos del amor”. A partir de aquí “The Mandalorian” emula al episodio típico de una serie sindicada, donde los protagonistas enfrentan una situación para la que no se necesita saber mucho, pues el episodio está pensado en cautivar a cualquier persona, sea fan o no.
El episodio también incluye actores invitados, maniobra típica de las series para crear más interés en la audiencia. Priomero aparecen Lizzo y Jack Black, que interpretan respectivamente a la pareja gobernante de la Duquesa y el capitán Bombardier (exintegrante del Imperio); dos nobles que encargan a los visitantes descubrir qué pasa con los droides del planeta. La recompensa será avalar a Bo-Katan como gobernante mandaloriana ante la Nueva República.
La química de Black y Lizzo es tan evidente, y distinta a lo que ofrece normalmente esta saga, que pareciéramos estar ante otra serie. Pero es un cambio positivo luego de semanas de tedio. Estos nobles le piden a sus potenciales salvadores que vayan a otra dependencia a buscar información, desde la cual les piden buscar otra área, que a su vez alude responsabilidad; todo como parte de un chiste largo sobre la burocracia en mundos democráticos en cuyo medio destaca el rol de Christopher Lloyd como el comisionado Helgait, un zabrak con piel de porg.
Vale resaltar que este episodio, escrito por Jon Favreau, alcanza estos niveles de diversión por el trabajo de Bryce Dallas Howard, actriz y cineasta que de manera consistente ha ofrecido los mejores episodios de esta serie. De lejos se nota el cariño que ella tiene por estos personajes, además de entender sus conflictos. Por eso mismo este es el primer episodio de toda la temporada donde Bo-Katan Kryze por fin se muestra como un personaje, no solo una boca para decir palabras.
La escena que mejor grafica la diferencia entre ella y Din Djarin es la conversación con los ugnaught, donde la líder demuestra se muestra desubicada, escasamente diplomática para tratar con una cultura distinta. Los gestos de la actriz quedan como testimonio de la incomodidad de la princesa, de sentirse hasta cierto punto inadecuada ante la eficiencia de Djarin.
La resolución del conflicto es, más bien, escasa en clímax, pero ese no fue el objetivo del episodio, sino mostrar un viaje consistente. El episodio decae recién en su recta final, cuando Bo-Katan y Din encuentran a los mandalorianos de Axe Woves. La pelea entre la princesa y el rebelde no es cautivante, al igual que la resolución del conflicto por el liderazgo de Mandalore. Aquí, otra vez, “The Mandalorian” regresa a las andadas, donde la serie ataca la suspensión de la incredulidad que series como esta exigen: ¿Qué tan posible es que un grupo de militares curtidos crean a pie juntillas la palabra de un forastero? ¿Cómo así basta solo con la palabra de Din para que Bo-Katan gobierne? Allí hay un problema que hace decaer al episodio. También le quita puntos al episodio lo poco que parece contribuir a la historia en general la aventura con los droides Plazir-15. Para una serie que en casi toda su temporada ha perdido el tiempo, cada minuto cuenta.
En resumen, “Star Wars” ofreció un episodio divertido, que nos recordó a todos por qué esta saga ha perdurado tanto, sin hacerse problemas en asuntos como la construcción de personajes, donde la historia avanza solo en justa medida. En lugar de arriesgarse a meter la pata como en semanas previas, la serie fue a lo seguro y, desde allí, prosperó.
Pensamientos sueltos
- ¿Es casualidad que Bombardier sea un exintegrante del Imperio? A lo largo de la temporada hemos visto el fallido proceso de redención, por lo que este personaje no parece puesto al azar.
- Din Djarin, al patear a los droides, parece referenciar un video paródico sobre Boston Dynamics, empresa creadora de robots. Tal y como en la serie, en la parodia las cosas no van bien para los humanos.
- En el canon de “Star Wars”, los Mon-Calamari y los Quarren tienen relaciones políticas tensas. No del todo distintas a Romeo Capuleto y Julieta Montesco en el clásico de William Shakespeare.
- Grogu, sin pensarlo dos veces, abandonó a su padre para que lo mimen como un bebé. Eso no es muy mandaloriano de tu parte, niño.
- Que los mandalorianos de Woves tengan naves imperiales da que pensar sobre los trabajitos que han llevado a cabo.
- Necesito ir a un bar de droides.
- Como me comentó hace unas horas un amigo, Fortunato Ávila del podcast El Langoy, este ha sido un episodio de “Star Wars” con alma de “Star Trek”. La fórmula está ahí: los protagonistas llegan a un mundo nuevo, resuelven un problema, y se van. Clásico y efectivo.
CALIFICACIÓN
3.5 ESTRELLAS DE 5
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