En un breve recorrido por varios dramas que cuentan historias de la comunidad LGBTQ+, el productor Ricardo Morán, el actor Adolfo Aguilar, la actriz trans Marina Kapoor y el dramaturgo trans Arturo Nicolás Dávila rememoran personajes peruanos en el cine y la televisión. ¿Fueron Santiago Magil y Christian Meier actores representativos en el mundo homosexual? ¿La televisión se vale de estereotipos transgénero? ¿O solo son etiquetas del drama? ‘Elles’ responden estas preguntas.
LEE TAMBIÉN | José Dammert: su carrera en Italia y por qué regresó a Perú, una charla íntima con el actor peruano
Los años 90 son la época más antigua al recordar personajes con identidades y orientaciones diversas, según Morán, Aguilar, Kapoor y Dávila. Algunas películas y programas en los que se muestran roles gay o trans son “No se lo digas a nadie” (1998) de Francisco Lombardi, “Risas y salsa” (1980-1990), los programas de “Jaime Bayly en vivo” (1994-1995) y otros. Por supuesto, no todos los contenidos se arriesgaron a hablar de la forma más adecuada de la comunidad LGTBQ+, pero, para bien o para mal, marcaron un precedente.
MIRA EL VIDEO
COCO Y NAAMIN
“Es entendible que, en aquellos tiempos, inicios y mediados de los 90, Coco Marusix y Naamin Timoyco se hayan sentido afortunadas de poder estar en televisión”, comenta la actriz trans Marina Kapoor, en referencia al programa de “Risas y salsa” donde participaron sus antecesoras. “Ellas trataban de no decir mucho para que no las expectoren. Fue una época muy difícil. Por eso, digo que, de cierto modo, marcaron precedente. Si bien es cierto, no hicieron activismo netamente abierto, pero su sola presencia visibilizaba a las mujeres trans”.
Actualmente, el panorama ha cambiado. En series de Pro TV y Del Barrio Producciones, existe una ola de demostración de las identidades desde hace varios años, donde se muestra a personajes LGBTQ+ en espacios comunes. En las series peruanas, el motor sigue funcionando al paso del tiempo, pues producciones como “Los Vílchez 2″ (2020) y “Junta de vecinos” (2022) ya empiezan a mostrar besos de personas del mismo sexo en escenas.
“En estas series, hay parejas de chicos gay. Bueno, en un caso, es el típico gay ‘caleta’. Vamos a ver todavía ciertos estereotipos”, agrega Kapoor, quien ve a estos personajes como representaciones tímidas de las identidades.
Sin embargo, para el director de cine y actor Adolfo Aguilar, todo funciona como un estereotipo en el drama, más allá de la apariencia del personaje. Da un ejemplo: la película “La mujer de mi hermano” (2005) trata de una pareja de novios, los roles de Barbara Mori y Christian Meier, que se separan cuando ella se enamora del hermano de su pareja, en el papel, el colombiano Manolo Cardona. Quien es el hombre abandonado era gay, por lo que el romance en la sombra de su mujer era “permitido”. La imagen de Meier en la ficción es más masculina que femenina, y su comportamiento bordea lo metrosexual, algo que en el inconsciente colectivo está permitido siempre y cuando no llegue a revelarse como una persona homosexual. “Estaba escondido en este mundo de la metrosexualidad”, agrega Aguilar.
“Creo que el problema, ni siquiera, es el estereotipo. Eso se dio en el cine en los años 50, 60, 70, cuando los personajes villanos y asesinos eran homosexuales. Pero ser afeminado o no serlo no significa ser homosexual. (…) No sé si existe un punto de caricatura o no en la ficción, sino, más bien, de querer ocultar lo que es natural y normal bajo 30 capas de estereotipos. (Otro tipo de películas) generan paredes en las personas y los jóvenes, un rechazo, porque lo pueden ver como algo malo”, apunta Aguilar.
LA BURLA
En otros espacios televisivos, aún existe la representación de las personas de la comunidad con tintes de burla, y las actrices transgénero son el caso.
“La televisión es la total decepción, al hablar de los personajes trans que hay. Existe pura mofa. Entiendo a la televisión como un medio para acercarse a las personas, pero también el humor tiene formas para aproximarse a las personas sin necesidad de que sea burla, dolor o violencia”, afirma el activista y dramaturgo trans, Arturo Nicolás Dávila, quien ha participado en varios espacios audiovisuales, teatrales y publicó el año pasado el poemario “Las Luces y Las Flores”.
"Hay una urgencia de representar dignamente una identidad que está en riesgo de muerte todos los días en un contexto transfóbico y homofóbico, como lo tiene América Latina"
Arturo Nicolás Dávila activista y dramaturgo trans
Un ejemplo actual que Dávila lanza es ‘La Carlota’. “El primero es Carlos Vílchez disfrazado de mujer en un personaje que sigue dando risa y vendiendo. Es un hombre machista que hace comedia y usa las corporalidades femeninas y trans para hacerlos menos. Tal vez, hay desinterés de la televisión de conocer a cuerpos de actrices trans que están haciendo presentaciones y son conocidas. Además, existe la urgencia de representar dignamente una identidad que está en riesgo de muerte todos los días en un contexto transfóbico y homofóbico, como lo es América Latina”, apunta.
Ricardo Morán lanza una pregunta sin ánimos de respuesta: ¿cuánto tiempo va a pasar para que en el centro del afiche tengamos a un personaje LGTBIQ+?
“La gente dice que los productores y los directores tienen miedo de tratar este tema, porque creen que a la gente no les va a gustar. ¡Pues no les falta razón! Nos ha pasado como productores. Nos hemos quemado, porque nuestro público también es un público que, si tú miras Latinoamérica, es el que está más atrás en términos de todos los reconocimientos de derechos, identidades y orientaciones sexuales. Pero hay que entender que no puedes forzarle a la audiencia un producto que no quiere ver. El cambio social es difícil y toma tiempo”, cuenta Morán.
Aparte de producciones peruanas donde aparecen personajes LGBT, como “Medias hermanas” (2021) y “La peor de mis bodas” (2016), Ricardo Morán menciona ejemplos internacionales, como “Will & Grace” (1998), una serie que marcó la pubertad del productor de “La Voz Perú” cuando sentía que el único referente gay en la televisión de señal abierta peruana era Jaime Bayly en sus programas nocturnos. Por lo mismo, al cambiar de canal hacia el contenido de cable, escalaba en otro tipo de referentes, como Will, un abogado gay soltero en Estados Unidos.
“De chico, mis referentes homosexuales eran hombres que fingían ser homosexuales”, cuenta Morán. “El homosexual se entendía como un hombre que quería ser mujer, muy amanerado y dedicado a la prostitución. Y que moría de SIDA. O sea, al personaje, solo se le permitían tener esas facetas. Y, al final de la historia, contaba su chiste, gritaba ‘¡Serenazgo!’, porque supuestamente a los gays los persigue Serenazgo cuando se dedican a la prostitución, y luego le pegaban. Entonces, de niño, vivía aterrorizado de que ese sería mi futuro, mi vida”.
Hoy, con producciones como “Love, Simon” (2018), a pesar de las sutilezas dramáticas de Disney, Morán llora desconsoladamente cuando ve esa serie, porque es parte de las infancias actuales, con más espacios LGBTQ+ a su alcance, sea streaming u redes sociales, algo que él no tuvo y tanto le hacía falta.