Hay una escena en “This is not for tears” donde Logan le dice a Kendall que, si bien lo consideró para liderar la compañía, sus certezas han pasado a ser dudas. “No eres un asesino. Tienes que ser un asesino”, le dice y Kendall, con su característica expresión de conejo ante el cuchillo, lo mira y calla. Esa temporada no acabó bien para el padre, quien sonríe levemente al darse cuenta de su error: su ‘number one boy’ es, realmente, un asesino. Cuatro años después, el episodio del último domingo de “Succession” es la confirmación a esa trama.
El funeral de Logan Roy se desarrolla sin complicaciones hasta que Frank Vernon (Peter Friedman), ejecutor del testamento de Logan Roy, descubre un documento secreto. Allí el finado empresario detalla que, en caso de morir, Kendall Roy (Jeremy Strong) será nombrado CEO. Karl propone desaparecer el documento, mientras Gerri prefiere ver por dónde sopla el viento. Ellos deciden revelar el documento a los hijos, quienes tienen reacciones heterogéneas y donde Kendall, desde ese entonces, pasa escudarse en el papel para cualquier cosa que salga de su boca.
Mientras Tom y Greg intentan sobrevivir ahora que Logan, su protector, ya no está presente; Roman Roy (Kieran Culkin) y Kendall se proponen como nuevos CEO, dejando a Shiv (Sarah Snook) como el “poder detrás del trono”. Le dicen que tendrá poder de decisión, pero que por un tema de experiencia serán los hombres quienes manden. La única hija de Logan, quien ese mismo día supo de su embarazo, intenta mantenerse ecuánime, pero su cuerpo la traiciona. Finalmente, Kendall hace lo que tiene que hacer para sostener su nuevo cargo.
Duelo a muerte con cuchillos
Al desarrollarse en espacios cerrados, “Succession” refuerza la sensación de opresión para todos sus personajes, sean los hijos del finado, sean los otros altos cargos de la compañía. En este sector de la realidad, entre el lujo y el duelo, la serie usa hasta los detalles más pequeños para contar su historia: la falta de acción se compensa con las escaleras, que ofrecen agitación a todos los personajes, mientras que la cercanía presenta la posibilidad de que alguien esté escuchando, ofrece tensión.
Para mostrar la relación entre los hijos y su padre está la ropa, donde Kendall es el ejemplo que resalta al ponerse una camiseta de cuello, la única persona con estilo sport en el funeral (aunque tuvo el tino de vestirse de negro). Roman es el mismo de siempre, mientras que es Shiv no oculta su fastidio. Si el rostro de la única hija de Logan Roy fuese un arma letal, Tom Wambsgans sería el primer caído. Y ahora que mencionamos al todavía marido de Shiv y exprotegido de Logan, si bien se encuentra desamparado intenta mantener como puede la escasa dignidad que le queda. No es así con Greg Hirsch (Nicholas Braun), incapaz de leer el ambiente por el cómo despliega contactos físicos no deseados con los hermanos Roy, abrazos recibidos con asco.
La cercanía de todas las partes en un solo espacio y cómo los personajes aprovechan esto para conseguir, o mantener algo de control, es un clásico de “Succession”. El mejor ejemplo es Greg, que le hace caso a Roman y se busca una “nueva mami” en Marcia (Hiam Abass), viuda de Logan. No le tomó nada de tiempo establecer una nueva relación de poder donde él es quien obedece. En cambio, a Shiv no le queda otra que compartir el mismo espacio que Tom. El noviazgo y posterior matrimonio de ambos estuvo lleno de problemas, donde las relaciones de poder eran inseparables de los sentimientos. La dinámica se mantiene, aunque esta vez ambos dialogan en su momento más bajo. Por su parte, Connor (Alan Ruck) vuelve a la carga con otra relación utilitaria al acordar de palabra que comprará el lujoso departamento de Logan por 63 millones de dólares. En el juego de poder también entra Hugo Baker (Fisher Stevens), vicepresidente de Comunicaciones cuya hija vendió acciones con conocimiento privilegiado de que Logan murió. Una falta ética por donde se le mire.
Saber perder
La cercanía potencia conflictos, pero también alianzas. Parece funcionar bien para Kendall y Roman, quienes establecen un vínculo para ejercer como CEOs en Waystar-Royco, movida que no contradice el deseo de Logan, pero que tampoco cumple los deseos de todos los hermanos. Aun así, poder compartido es mejor que ausencia de poder, aunque con Shiv la historia no es tan satisfactoria. A pesar de todo, la unión no necesariamente hace la fuerza, como muestra el pobre poder negociador de los hermanos ante Lukas Mattson, quien se hace el difícil y elige no contestar el teléfono. Estos lobos no saben qué hacer ahora que el alfa ya no está, por lo que seguir como manada tal vez no sea lo mejor para la supervivencia.
Mientras la compra multimillonaria todavía está en suspenso, el destino de la empresa es claro. Shiv, por su puesto, no está feliz con el resultado, pero mantiene la calma, al menos frente a sus hermanos. El proceso mental que sigue el personaje de Sarah Snook tiene varios matices; por un lado el histórico menosprecio a la mujer en los espacios corporativos estadounidenses, por otro la relación que tiene con sus hermanos, donde tanto ella como Roman saben que Kendall no es confiable y aun así eligen tenerlo en la cima. Ella, en la práctica, vale menos que un homicida.
Shiv no pone mucha pelea y aquí es donde entra el talento de Sarah Snook, en la que bien podría ser la mejor secuencia de actuaciones que ha mostrado en toda la serie. ¿Es el cansancio de quien ha luchado por años y que no ve cambios? ¿Acaso tiene algo que ver que ahora está embarazada y no se lo ha dicho a nadie? Eso solo lo sabe la actriz como parte de su proceso. Lo que sí es claro es el fastidio que siente el personaje tras capitular, así como su necesidad de mostrarse como alguien relevante ahora que ha sido relegada. Allí está su ingreso a la reunión, brazos abiertos y primero que nadie, cuando sus hermanos le anuncian el nuevo orden de la empresa. Pero también se deja ver en su caída al bajar unos peldaños, donde es el cuerpo el último en traicionarla. Ella intenta mantener el equilibrio, mental y físicamente, pero la realidad es más fuerte. Shiv, como Tom, recoge lo poco de dignidad que le queda y se va. Su historia da nombre al episodio, “honeymoon states”, al conformarse con victorias pequeñas que, al final del día, importan poco.
El asesino
Los escritores de “Succession” aman mostrarnos a Kendall triste. Lo vemos así al inicio del episodio, pero no por mucho. El hermano que entra a la casa de Logan es más ecuánime que lo usual. Su prudencia no es temor, como lo vemos después en el mismo capítulo. La practicidad que ejerce al enfrentar los problemas revela por qué Logan lo habría considerado para el puesto, mientras que el impulsos infantil de escudarse en un documento de legalidad cuestionable prueba por qué no fue siempre el número uno en la línea de sucesión. Por eso mismo la discusión de si el nombre de Kendall ha sido subrayado, o tachado del papel, no será resuelta nunca. El veneno con el que Logan alimentó a sus hijos todavía está en la dieta.
Pero en el nombre también está la clave: el papel dice que Kendall Logan Roy (su nombre completo) será CEO en caso de la muerte del magnate. El segundo nombre del hijo, Logan, es una forma de presentarlo como el sucesor natural. En una lectura, quien lleva el nombre del padre es, literalmente, quien continúa el legado. Es el sucesor, la secuela. Logan sabía eso hasta cierto punto por la sonrisa que mostró en “This is not for tears”, y ahora es el hijo quien refuerza esas ideas cuando, una vez está solo con Hugo, le ordena perjudicar la imagen de su fallecido padre y reforzar así la propia, en oposición a lo que este hermano y Roman acordaron minutos atrás. Lo hace con un chantaje al conocer el secreto del otro. Logan Roy no ha muerto, solo tiene otra cara.
La muerte del magnate acelera conflictos que se han sembrado a lo largo de las tres primeras temporadas, pero también saca a la luz la verdadera naturaleza de varios personajes. Por un lado, la ambición de los mandos medios; por otro, el rompimiento de relaciones fraternales, que mal que bien se habían mantenido. La situación de Shiv fue la primera rajadura, la treta de Kendall en oposición a los deseos de Roman, la segunda. El cadáver de Logan ni siquiera está bajo tierra y las traiciones entre los hijos ya toman cuerpo. Papá estaría orgulloso.
Pensamientos sueltos
- Hasta hace unos días aún había gente convencida de que Logan Roy no murió. Esto habla de la relevancia del personaje, pero también sobre el duelo. La negación es inevitable.
- Que Connor quiera comprar la casa de Logan tal vez sea una manera de conectarse con el padre que lo descuidó de niño.
- “Somos un grupo fluido”, dijo Shiv al hablar del control actual que ella y sus hermanos tienen sobre la compañía. O sea, nadie controla nada definitivamente. Hay mejores vendedores en la calle.
- “Eres un intruso torpe y nadie confía en ti. El único hombre que te apoya está muerto y, ahora, solo estás casado con la hija del exjefe a la que ni siquiera le gustas”. Karl, demostrando su aprecio a Tom.
- “Mira lo lejos que has llegado”, le dice Marcia a Willa (Justine Lupe), quien le responde con lo mismo. La mirada de Marcia es épica.
- “Las reseñas ya salieron. Mayormente, de 5 estrellas”. La frase se refiere a los homenajes de la prensa a Logan, pero también se aplica a “Succession” como serie. Los escritores saben que su serie es excelente. ¿Por qué no decirlo ellos mismos?
- Logan le dejó un reloj a Colin. En vida él usó la exclusiva marca suiza Jaeger-LeCoultre, que tiene modelos que pueden llegar a costar más de un millón de dólares. Para los amigos, todo.
- Hay algo sádico en ver a Kerry (Zoe Winters), amante confirmada de Logan, perder los papeles. Greg, por su parte, describe lo que ve con una mezcla de satisfacción y asco.
- Me gusta la teoría de que Logan murió cuando quiso rescatar su iPhone del inodoro del avión. Yo habría hecho lo mismo.
Puedes ver nuevos capítulos de "Succession" todos los domingos a las 8:00 p.m. (Perú, Colombia, Ecuador) en el canal HBO y la plataforma HBO Max.