¿Podemos ser malhablados sobre los Verdes, odiarlos, sin necesariamente incluir a Alicent en la conversación? El noveno episodio de “House of the Dragon” (“La casa del dragón”) hace de eso una realidad al mostrar qué tan distinta es de su padre y otros “aliados”, pero al mismo tiempo la desarrolla como un personaje cautivante en medio de un bando visto como el de los villanos. El capítulo no da motivos para cambiar la opinión desfavorable a los Hightower y aliados, pero cimienta a la reina como un personaje al que puedes comprender, puede que hasta apoyar.
A continuación, SPOILERS de “House of the Dragon” 1x09, “The Green Council”:
La Muerte del rey Viserys pone en alerta a los Verdes y desata un plan gestado con anticipación: colocar a Aegon II como rey, en oposición a los deseos del predecesor de que sea Rhaenyra la que gobierne. Un tenso intercambio de palabras, y golpes, cierra el acuerdo. Con unos pocos leales a la princesa del bando Negro ejecutados, y el resto de nobles ahora en lealtad a los Verdes, Aegon II asume el mandato en una ceremonia multitudinaria en Pozo Dragón. En medio de tanta gente, la princesa Rhaenys, que escapó de su cautiverio en el castillo, monta a su dragón Meleys y, tras contemplar sus opciones, se va, pero deja claro que si Aegon y los suyos viven, es gracias a ella.
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Alicent y el destino
Si bien los Verdes en conjunto son considerados los villanos de esta historia al oponerse al deseo de Viserys, sus motivos no son precisamente descabellados. Saben que un bando no puede gobernar si otro pretendiente al trono existe y tiene el poder para desafiarlo. Así, la sobrevivencia de uno implica la muerte del otro. Alicent (Olivia Cooke) escucha toda esta conversación en el consejo, atónita, con ojos abiertos; ha vuelto a ser la muchacha ansiosa que conocimos en episodios previos. Solo que la madurez la ha transformado en alguien que ya no se guarda sus ansiedades, las expone.
La calidad actoral de Olivia Cooke nunca estuvo en discusión, pero es recién en este episodio cuando la serie hace uso de sus talentos. Su leve y expectante inclinación en la mesa, la mueca de su boca al escuchar cuando la llaman traidora, no por desdén al otro, sino por genuina preocupación. Una tormenta de señales la pone como una persona que, si bien no conspiró para darle el poder a su hijo, sabe que hay cosas más grandes de que ella, que no puede controlar la marea de los acontecimientos, pero sí tiene suficiente muñeca para orientar el destino que ella, y los suyos, tomarán.
De por sí la escena del concilio post muerte de Viserys es una delicia en detalles: el lord comandante Harrold Westerling (Graham McTavish), que sopesa la traición; y el leal, aunque imprudente, Lyman Beesbury (Bill Paterson), que no mide sus palabras y muere a manos de Criston Cole (Fabien Frankel). Y Jason Lannister (Jefferson Hall), presto para traicionar, y también para escapar del peligro apenas ve que dos capas blancas están a punto de batirse cerca de él.
Pero la riqueza del episodio va más allá de este concilio. Allí están las dinámicas de poder, y de manejo de información como estrategia para ganar la guerra antes de que empiece. Momentos ejecutados junto al desarrollo de personajes, como la ambición de Aemond (Ewan Mitchell) por el trono ante la desaparición de Aegon, las diferencias fundamentales entre los hermanos y caballeros de la Guardia Real Arryk y Erryk Cargyll, etc.
Alicent y los rivales
“The Green Council” es un episodio lleno de detalles, pero que si mantiene unificación, consistencia que lo lleva a no ser solo un capítulo más, es gracias, nuevamente, a Olivia Cooke. La prueba está en un puñado de escenas, primero entre Alicent y Rhaenys Targaryen (Eve Best) y luego también con la reina, pero esta vez junto a su padre Otto Hightower. En la primera escena, Alicent intenta mantiene el control, pero también sabe cómo negociar con un posible aliado. El discurso de la reina es sólido, Rhaenys lo sabe y se lo dice.
—“Eres más sabia de lo que pensé que eras, Alicent Hightower.”
—”Una verdadera reina evalúa el costo para su pueblo”.
— “Y, aun así, estás al servicio de los hombres. Tu padre, tu esposo, tu hijo. No deseas ser libre, sino poner una ventana en la pared de tu prisión”.
Alicent quiere ser cercana, le toca las manos a Rhaenys, intenta apelar a la camaradería sin saber que la princesa usaría todo eso en su contra. Alicent, que da uso a su educación recatada y prudente típica de la cultura del Dominio, cambia de tema y se va. Luego toca hablar con su padre, cuando ya Aegon (quien había desaparecido) está en poder de ella para dirigir el curso de los acontecimientos. Ella decide no matar a Rhaenyra, pero sí enviar términos de subordinación. Con Otto, es todo lo contrario a Rhaenys: mantiene la distancia, es cortante, se permite dudar. La relación padre e hija está desgastada por tantos años de manipulación política, la reina está cansada.
En teoría Alicent ganó, demostró estar por encima de las acusaciones de Rhaenys. Pero entonces ocurre otra escena, una tercera, donde para obtener información clave de lord Larys Strong (Matthew Needham), ella tiene que mostrarle los pies. Sí, algo básico, pero que alimenta el fetiche del lord informante, quien no actúa tanto como alguien leal, sino como otro oportunista de la corte. Las palabras de Rhaenys resuenan.
Entonces llegamos a la coronación y, finalmente, la reaparición de Rhaenys, esta vez montada en su dragón, lista para huir y perfectamente capaz de transformar en chicharrón a Alicent, Otto, Aegon, Aemond y todo el clan. Pero no lo hace. Eve Best ha explicado los motivos del personaje, una decisión acertada en lo político pero que ha sido severamente criticada en redes. Aun así, es difícil no ver este último encuentro de ambas mujeres y no relacionarlo a su conversación previa, a los argumentos de peso de la reina. Puede que Rhaenys sea la reina de la genialidad por esta movida extravagante, pero el juego a largo plazo lo ha estado ganando Alicent. Eso no es poca cosa.
Con este episodio, “House of the Dragon” termina de vivir bajo la sombra de “Game of Thrones” y encuentra vida propia gracias a sus caracterizaciones, al contar las tramas grandes, que tienen influencia a todo el continente, desde personas a las que puedes entender, aunque no necesariamente apoyar o perdonar. Sin esa base, ni siquiera el fuego de todos los dragones de Westeros podría darle solidez a una historia.
Pensamientos sueltos
- A solo un capítulo del final, “House of the Dragon” ofrece otro gran episodio, el cual recuerda más que nunca a “Game of Thrones”.
- “No deseas ser libre, sino poner una ventana en la pared de tu prisión”. Los que hemos leído “Fuego y sangre” sabemos qué significa esto.
- “Hay un monstruo bajo el piso”, dice Helaena Targaryen (Phia Saban), hija de Alicent. Al final del episodio, el dragón surge del suelo. Otra vez, su clarividencia.
- Helaena nuevamente da señales de estar en el espectro de la neurodivergencia. Sus actitudes me recordaron al punto de vista del protagonista de la novela “El curioso incidente del perro a la medianoche”, cuyo protagonista tiene autismo.
- A lo largo de los episodios Rhaenys, la “Reina que no Fue” ha tenido presencia constante, con escenas claves para cimentar su personalidad. Es ella frente a poderosos, con palabras claras, sin amagues ni ironías, sino la verdad que otros prefieren ignorar. La escena sobre su dragón confirma lo evidente.
- Es curioso que Otto Hightower no pueda decir a su hija, en su cara, “como usted desee”.
- Mysaria (Sonora Mizuno) se revela como alguien a quien le preocupan los niños de King’s Landing, que son usados como peleadores en luchas clandestinas. Algo interesante para este personaje, le da volumen, aunque no termino de comprender cómo se atará a su trama ahora que ya no tiene casa.
- Con la muerte de lord Beesbury, tenemos un asiento libre en el concilio que bien podría ahora tener el nombre del jefe de la casa Strong, Larys.
- “Cada mujer es una imagen de la Madre, de la que se habla con reverencia”. Con esa frase Criston Cole se confirma como un conservador, ¿cierto?
- “Es nuestro destino, creo, anhelar eso que le ha sido dado a otro. Si alguien posee algo, el otro lo tomará”. Helaena Targaryen, con la frase precisa.
- En el libro, el comandante Westerling muere antes que Viserys. Ahora es un agente libre que renuncia a su capa blanca (como también hará Barristan Selmy más de un siglo después), mientras Cole asume el mando de la Guardia Real.
- Hay que resaltar el trabajo de Tom Glynn-Carney como un Aegon reticente a gobernar, pero que ante el baño de popularidad siente algo cambiar dentro de sí.
- Si no ha aparecido hasta ahora Champiñón, el bufón del Red Keep, es que Jason Lannister ya cumple ese papel. Cero pruebas, cero dudas.
- Reitero: el gran personaje del episodio fue Alicent, pero la foto abridora de esta nota tenía que ser de Rhaenys, poderosa como ella sola.
Calificación
5 estrellas de 5
"House of the Dragon" estrena nuevos episodios todos los domingos por el canal HBO y la app HBO Max.
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