Cuando Tess, Joel y Ellie están por salir de un hotel en ruinas, encuentran un obstáculo y uno de los personajes tiene que pasar por una abertura para, con suerte, hallar otra salida para los demás. Esto requiere que alguien más lo impulse, que le haga “caballito”. Un momento de escaso interés, sea para el espectador o para quien lee estas líneas. Al escribir esto del segundo episodio de “The Last of Us”, me arriesgo a que el lector se aburra y prefiera ver TikToks, pero hay un motivo para centrarme en lo que en apariencia no merece atención, una duda: ¿Es necesario adaptar hasta el detalle más nimio de un videojuego?
A continuación, SPOILERS.
Tess (Anna Torv), Joel (Pedro Pascal) y Ellie (Bella Ramsey) llegan al centro de Boston para cumplir la misión encomendada por las Luciérnagas. Allí descubren que la zona está llena de infectados, quienes podrían atacar en cualquier momento. El estado lamentable de la ciudad los lleva a buscar otro camino, por un museo, situación que los hace enfrentar a los chasqueadores (clickers), un tipo de infectado incluso más terrorífico de lo que ya se había visto en el episodio anterior.
Lejos del peligro, en el senado de Massachussets donde se suponía que entregarían a Ellie, solo hay miembros muertos de las Luciérnagas. Desesperada por el fracaso, Tess revela haber sido mordida por un clicker, herida que ya muestra rápidos signos de infección. Su transformación es inminente. Así, ella le pide a Joel cuidar de la niña, salvarla. Se entiende que esto es por ser la última esperanza de la humanidad. Tess aprovecha su infección para destruir la base de las luciérnagas en una explosión.
Un episodio que pudo ser más corto
Después de un flashback a Indonesia, donde se muestran los orígenes de la infección, la serie pasa veinte minutos haciendo que sus personajes vayan de un lado a otro del mapa. Solo tres personajes, a pie, preguntándose cosas, a lo que hay respuestas o negativas de respuesta. En lo que otra serie de zombies hubiese pasado a personajes en otras ubicaciones, para mostrar qué hacen y contribuir de alguna manera a la “narrativa central”, “The Last of Us” se toma las cosas con calma porque desde el inicio ya se enfoca en lo que importa: cuidar a Ellie.
En estos minutos iniciales la serie revela información del mundo postapocalíptico y construye a sus personajes. Muestra por un lado la luminosidad de Ellie (que es ingenua) y la dureza de Joel (quien a pesar de todo se ve afectado por la desgracia), mientras que Tess hace las veces de un intermedio entre ambos personajes, no solo por tener características de ambos extremos del espectro de emociones, sino porque conecta al adulto y la niña, hace que uno empiece a aceptar a la otra.
En este lapso ocurre la escena descrita a inicios de este artículo, la primera de varias. En ese mismo hotel, tanto en serie como en juego, Ellie pregunta sobre el mundo del pasado. Y más adelante, ella camina sobre unos tablones. Incluso se muestra maravillada por la vista desde las alturas. La mayoría de estos momentos construyen personajes, pero que estén sacados del videojuego de manera tan similar, idéntica por momentos, hace que se ponga en duda si los showrunners Neil Druckman y Craig Mazin pensaron suficiente al hacer su trabajo, si realmente era necesario ser tan fiel para contar la historia. ¿Cuál es el límite entre los guiños al jugador y lo indispensable para narrar?
Para empezar, en el juego la secuencia del hotel cumple la función de revelar información de los personajes, pero también de ser una pausa ante las constantes matanzas que el jugador, por medio de Joel, lleva a cabo. Asimismo, funciona como un rompecabezas, donde se busca una pieza que lleva a otra área, donde también se puede recolectar objetos que servirán después, etc. En el original, es la síntesis entre narración y jugabilidad; uno de los momentos que recompensa al jugador que usa su cerebro.
En la serie, la escena del hotel es un puente sin suficientes matices. Solo un escenario más. Bien hecho, pero cuya necesidad es discutible en el sentido general de la historia. Podría hasta haberse obviado para hacer al episodio más compacto.
Un final intenso
Ya las cosas mejoran en la secuencia del museo, donde “The Last of Us” combina la información revelada anteriormente con la amenaza de un nuevo enemigo: los chasqueadores, un tipo de infectado sin rostro, el cual ha sido reemplazado por un hongo que lo vuelve ciego, pero que en compensación le otorga un olfato muy agudo. Aquí ocurre lo contrario que en el hotel, pues a pesar de ser de otra escena salida del juego, con escenografía idéntica, el resultado final ofrece una muy necesaria sensación de peligro.
El peligro continúa en el senado, donde Tess revela su destino inminente y compara su herida con la de Ellie, quien no se ha infectado con la segunda mordida y demuestra ser una esperanza real. Conocimos en escasas escenas a Tess, pero se hizo notable por la performance de Anna Torv. Allí está ella mientras se desespera por usar el mechero que, finalmente, destruirá a los atacantes. Y también está el “beso” del infectado, quien la reconoce como uno de los suyos y pareciera que quiere pasarle incluso más hongos por medio de la boca. Este es un momento original de la serie que le otorga al personaje una potencia inédita.
En resumen, estamos ante un episodio que confía en lo que quiere contar. Por momentos se alarga innecesariamente, pero el balance es positivo. Aun así, genera dudas de si en los episodios restantes perderá un poco de impulso al trasladar momentos que no aportan a la serie. Una discusión que es necesaria tener a detalle, para salir del lugar común repetido hasta el hartazgo. Porque ser fieles al original no es sinónimo de calidad.
Pensamientos sueltos
- El cold open es un cambio de aire para la serie. Pero más que ver Jakarta en los inicios de la infección, el peso está en las performances respectivas de los actores indonesios Christine Hakim y Yayu A.W. Unru, que muestran el horror de quienes saben que no hay esperanza y solo bombardear las ciudades principales, matar a los infectados, podría detener la propagación del hongo. Énfasis en el “podría”.
- Por supuesto, la estrategia fracasó, pero sirve de explicación para la destrucción que se ve en la serie, además de darle peso a una decisión difícil: ¿Cómo puede alguien matar a tanta gente sin remordimientos? No se puede. Porque remordimientos hay.
- A diferencia del juego, aquí las redes de cordyceps sirven como una conexión entre los infectados, lo cual complementa la escena final, de la ola de atacantes alertados solo porque unos hongos frescos se activaron.
- En el juego solo aparece Bill, pero por lo que menciona Tess en sus últimos minutos, también veremos a Frank, que solo es mencionado en el original. Aquí, ambos son la esperanza de Joel para salvar a Ellie.
- La inflexión de voz que Ellie usa al decir que no tiene novio dice mucho para los que conocen el juego.
- Un gran momento del que debería hablarse más: cómo Pedro Pascal transmite corporalmente su miedo al ver que Tess está infectada. A pesar de que ella aún está consciente, él se aleja de manera instintiva. Ya no puede considerarla como una persona sana.
- Nunca me cansaré de los detalles que muestran lo distinto que ahora es el mundo: mientras Joel y Tess comen carne seca, Ellie tiene el sándwich fresco que le dio Marlene. Solo con eso ya se ve la importancia de la adolescente.
- “Nunca te pedí nada, ni siquiera sentir lo mismo”. Tess, dejando en claro que Joel no la amaba. Gran línea donde Anna Torv transmite todo su dolor.
CALIFICACIÓN
4 estrellas de 5
Puedes ver nuevos episodios de la serie todos los domingos por la noche en HBO Max.