Muchos han querido vincular el nuevo estreno de Netflix, “El ángel de la muerte” (“The Good Nurse” en su versión original), con la serie “Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer” fundamentalmente porque intenta recrear --desde lo dramático-- la historia de un asesino serial. Pero, en honor a la verdad, existen más diferencias que semejanzas entre la historia de Jeffrey Dahmer que cuentan Ryan Murphy e Ian Brennan con la nueva película de Tobias Lindholm.
Protagonizada por Eddie Redmayne y Jessica Chastain, este thriller de dos horas de duración desarrolla el accionar criminal de Charlie Cullen, un asesino que, a lo largo de 16 años laborando como enfermero en distintos hospitales de Estados Unidos, habría sido responsable de la muerte de 400 personas (solo asumió culpa en 29 casos). Sus delitos le valieron una condena equivalente a 18 cadenas perpetuas consecutivas.
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En “El ángel de la muerte”, Redmayne –conocido mundialmente por protagonizar filmes como “La chica danesa” y “La teoría del todo”—da vida a Cullen, un enfermero que llega a trabajar a un hospital de New Jersey. Aquí se encuentra con Amy Loughren (Chastain, famosa por cintas como “Interestelar” y “Misión rescate”), una colega que debe combinar sus inconvenientes personales (madre soltera de dos hijas menores y un problema cardiaco) con su exigente trabajo atendiendo pacientes en unidades de emergencia.
Ambos personajes trabajan en un hospital que, aunque equipado como corresponde a un servicio de salud de primer mundo, esconde una serie de falencias fundamentalmente en lo organizacional. Desde jefes que buscan optimizar el gasto de forma compulsiva, hasta representantes legales cuyo único fin es “la imagen”, aún por encima de lo que se supone debería ser la preocupación central de una institución de salud: los pacientes.
Como mencionamos al comienzo de esta nota, tal vez el único hecho que une a las historias que Netflix nos ha presentado sobre Dahmer y Cullen es su temática: asesinos seriales que conmocionaron una sociedad en determinado momento histórico. Por lo contrario, y si de identificar diferencias se trata, la serie “Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer” sobresale por su capacidad para abarcar todos los ámbitos posibles de su personaje central, mientras que “El ángel de la muerte” se reduce a una eficaz descripción del vínculo entre criminal y ‘delatora’.
A lo largo de dos horas de película será difícil, sino imposible, hallar interesantes o útiles alusiones al pasado de Charlie Cullen. En un momento, casi al inicio del filme y segundos antes de empezar a alistar un cadáver para ser llevado a la morgue, el enfermero le cuenta a su colega Amy que su madre murió en un hospital cuando este era niño. Según dijo, al acudir al lugar “el cuerpo se había perdido. Y al hallarla, ella estaba desnuda”. Salvo eso, poco o casi nada hay que nos permita entender un poco más la mentalidad y motivaciones del protagonista de esta película.
La poca profundidad del thriller de Netflix se repite, además, en otros momentos. Amy, por ejemplo, recibe en algún momento una advertencia de que en cualquier instante puede sufrir un paro cardiaco, debido a lo complicado de su estado de salud. En ese sentido, queda claro que el personaje interpretado por Chastain necesita un trasplante de corazón, algo que se relativiza al punto de desaparecer en gran parte de la trama. Esto a pesar de las crisis que la enfermera sufre incluso en horarios laborales.
La línea narrativa que sí queda muy bien expuesta probablemente sea la de los detectives (el lado bueno de la historia). Interpretados por Noah Emmerich y Nnmdi Asomugha, respectivamente, Tim Braun y Danny Baldwin tiene la función de escarbar en un contexto absolutamente desfavorable. Y es que, si bien ellos lucen convencidos de que “el caso 1″ es un crimen y no un lamentable hecho fortuito, en el camino se van encontrando con una serie de escollos, digamos ‘institucionales’, que les impiden hallar la verdad y detener las (posteriores) muertes.
Tal vez en este aspecto sí podemos encontrar aspectos notables dentro de la película de Netflix. Y es que, “El ángel de la muerte” recrea las falencias de un sistema dispuesto a proteger hasta el final –y con todas las armas posibles—la reputación de una institución, pero no siempre la vida de los pacientes. Pasa cuando los abogados del nosocomio en New Jersey le dicen a los enfermeros y médicos que “ahora más que nunca debe recordarse que la privacidad de cada paciente es fundamental” y que “si alguien quiere hablar con un detective de la policía solo puede hacerlo con un abogado del hospital al lado, tal como lo estipulan los contratos”.
Por lo dicho en estas últimas líneas, la película de Tobias Lindholm termina compartiendo los mismos aires no de “Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer” sino más bien de series como “Dopesick” (Star+) en la que Michael Keaton interpreta a Samuel Finnix, un humilde doctor que termina convirtiéndose el protagonista de la masificación del uso y abuso de drogas ‘médicas’ en parte de Estados Unidos. Ambas producciones comparten un halo de denuncia al sistema que, incapaz de controlar, termina convirtiéndose en casi un mero testigo de delitos criminales.
Si en “Dopesick” son los laboratorios farmacéuticos los que, en su intento por incrementar ganancias, crean y venden nuevos productos insuficientemente supervisados por la autoridad reguladora, en “El ángel de la muerte” tenemos a instituciones médicas que se hacen de la ‘vista gorda’ al acoger a un enfermero con pasado cuestionable que salta de un hospital a otro con escalofriante facilidad. Es más, hay un momento en que un nosocomio quiere deshacerse de Cullen y no lo hace por las evidentes sospechas en su contra, sino aludiendo “documentos mal llenados en su ficha de ingreso” a la institución.
De otro lado, aunque la actuación de Evan Peters como el escalofriante asesino serial Jeffrey Dahmer ha concitado múltiples elogios –por la seriedad y responsabilidad con la que se desempeñó--, tal vez sería incorrecto decir lo mismo de Eddie Redmayne. Aunque con excepciones, el actor británico parece esta vez maniatado por un guion poco ambicioso y dirigido fundamentalmente a exponer cómo una enfermera descubre a su colega asesino e intenta convencerlo de confesarlo todo frente a los detectives de la Policía.
La poca ambición del guion también afecta, lamentablemente, a Jessica Chastain. Su personaje nunca termina de definirse entre una madre preocupada por sus inquietas hijas, una enfermera que debe delatar a su compañero y amigo, y una mujer que precisa de un trasplante para salvar la vida. Nos da la impresión de que, al ser tantas cosas a la vez, el personaje de Amy termina muchas veces adoleciendo de orientación.
Nada de esto, sin embargo, hace de “El ángel de la muerte” una mala experiencia frente a la pantalla. La cinta cumple su objetivo de presentarnos a un asesino serial bajo el manto de un introvertido y servicial enfermero. Aunque en la serie de Dahmer pocos cabos quedan sueltos, en esta ocasión el filme sí abre un abanico de interrogantes que, felizmente, cualquiera podrá responder revisando en Google o leyendo “La buena enfermera: una historia real de medicina, locura y asesinato”, el libro que Charles Graeber publicó en 2013 y que sirvió como base para este thriller de Netflix.
"EL ÁNGEL DE LA MUERTE" / NETFLIX
Sinopsis: Una agobiada enfermera encuentra refugio en un generoso colega, hasta que una inesperada muerte levanta sospechas sobre las intenciones de su nuevo ángel guardián...
Elenco: Eddie Redmayne, Jessica Chastain, Nnamdi Asomugha
Guion: Krysty Wilson-Cairns, Charles Graeber
Dirección: Tobias Lindholm
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