Cuando se estrena un episodio en el que no hay “acción” propiamente dicha, lo que se comenta en redes es que se trata de una trama a plazo. Las analogías con una olla que hierve a fuego lento, o incluso la repetidísima “tensa calma” aparecen en la conversación. Todo eso es real con “Better Call Saul”, que en el quinto episodio de su sexta temporada se toma una pausa de los planes desarrollados en sus dos caminos principales, el de Jimmy y Kim por un lado; el de Gus y Lalo por otro. Aunque de manera pausada, ambas historias avanzan a la confrontación final en la ciudad de Albuquerque, donde los bandos de la droga en conflicto ejecutan sus jugadas, no de manera evidente; pero donde se aplica este odioso lugar común de la partida de ajedrez, donde un contrincante planea sus jugadas con mucha antelación. No recuerdo una serie que haya ejecutado esto de forma tan precisa.
A continuación, SPOILERS de “Better Call Saul” 5x06, “Negro y azul”:
El desierto
“Better Call Saul” ha perfeccionado el arte de los cold open, estas secuencias que empiezan antes de los títulos, y que en ocasiones anteriores han sido crípticas. La de este episodio se lleva todos los premios de misterio, pues nos sitúa en un taller de encapsulado en resina, donde vemos una regla de cálculo pasar por el proceso hasta que, al final, se le graban encima las palabras “In Liebe … Deine Jungs”. Una escena que, en lo inescrutable, apunta a la trama de Lalo Salamanca (Tony Dalton). Pero ya hablaremos de eso después.
Lalo ha estado presente en todo el episodio, a pesar de que solo muestra la cara en el acto final. No tiene que aparecer para que veamos los efectos que tiene en los demás, el miedo que produce. Kim Wexler (Rhea Seehorn) mantiene en secreto que Lalo sigue vivo, pero es su inquietud lo que no puede ocultar. Jimmy (Bob Odenkirk) nota la puerta de su apartamento bloqueada por una silla, pero mantiene silencio. El por qué no dice nada, sea porque entiende a la perfección cómo se siente su compañera, o al preferir no mirar la realidad; está por verse. Por su parte, Gustavo Fring (Giancarlo Esposito) también se muestra intranquilo, en la soledad de su oficina, por los planes eventuales del mexicano. Incluso cuando sale de allí para atender a sus clientes, pierde foco por pensar en su enemigo; una escena que revela más de lo que parece a simple vista.
Los problemas no tardan en seguir a Jimmy, en este caso al ser citado por un cliente misterioso en un gimnasio de boxeo. Aquí, otra vez, ante la incertidumbre de quién llama al abogado, la opción más temible parece ser la de Lalo; que por algún motivo podría requerir la ayuda de Jimmy McGill para establecer un vínculo entre el atentado de México y Fring. Pero lo que espera a Jimmy es otro tipo de consecuencia: Howard Hamlin (Patrick Fabian).
Hamlin, quien ata cabos luego de que Cliff Maine lo confrontara convencido de que tiene un problema con las drogas, ejecuta un plan muy al estilo de Jimmy; pero con pinceladas propias. Lo invita a un cuadrilátero de box, a una pelea para terminar con todas las peleas en la que Jimmy, herido en su amor propio, acepta y resulta físicamente golpeado. Un encuentro que no pone fin al conflicto, sino que promete llevarlo al siguiente nivel.
En los días que pasaron desde el estreno del capítulo y la publicación de esta crítica, me he topado de manera constante con una teoría que tiene sentido: Gus Fring sabe dónde está Lalo Salamanca. Al momento de atender a un cliente y sugerirle el plato especial de los Pollos Hermanos; ese momento en el que parece distraído es, en realidad, él recordando la reunión en Alemania donde presentó el mismo los spicy curls. ¿De dónde proviene Werner Ziegler? De Alemania. Son saltos lógicos donde el pollero no tiene todas las respuestas, pero que conociéndolo tienen sentido. Explica por qué el enemigo no ha hecho jugada alguna. No se trata solo de matar a Fring, sino de probar su culpabilidad en el atentado de México.
¿Pero de qué sirve que Gus Fring haya hecho esta conexión? Porque sabe que Lalo lo encontrará. Y que entrará al laboratorio. Gustavo se prepara para lo peor y por eso mismo, en su última escena del episodio, esconde su pistola en la oruga de una máquina excavadora. Incluso cuenta los pasos desde un cable eléctrico hasta el armatoste. A estas alturas del partido, el resultado es claro: Lalo Salamanca morirá. Y, posiblemente, será enterrado en el laboratorio. De lo contrario, Fring no habría estado tan tranquilo en “Breaking Bad”. La pregunta es quiénes morirán hasta que alcance su objetivo.
"A estas alturas del partido, el resultado es claro: Lalo Salamanca morirá. Y, posiblemente, será enterrado en el laboratorio. De lo contrario, Fring no habría estado tan tranquilo en “Breaking Bad”. La pregunta es quiénes morirán hasta que alcance su objetivo."
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El bosque
Lalo Salamanca no está en Albuquerque, ni siquiera en el país o el continente. Encontrarlo requiere cruzar el Atlántico, en Alemania. En un bar como cualquier otro, Lalo calcula un encuentro “fortuito” con Margerethe Ziegler (Andrea Sooch), la esposa de Werner Ziegler, el excavador responsable del laboratorio subterráneo de Fring que murió de manera indirecta por las indagaciones del narco. Para la mujer, se trata de un coqueteo casual. Para Lalo, un acto de ingeniería social para hallar lo que necesita.
Entrar por las buenas a casa de Margarethe fracasó, pero el día siguiente, cuando ella sale a su trabajo, Lalo entra a la casa. Tras unos minutos de tensión, a causa del repentino retorno de la dueña, Lalo saca la pistola; listo para matar sin remordimiento. Aquí la tensión aumenta, pues la familia Ziegler ya ha sufrido demasiado como para que pasen otra vez por la tragedia. El narco encuentra lo que necesita; es la regla conservada en resina, la de la frase “In Liebe … Deine Jungs” que, en español, significa “Con amor, tus muchachos”. Es un recuerdo enviado por los excavadores que trabajaron con Werner. Un objeto que, en la base, tiene una tarjeta del lugar que lo fabricó. Es el camino al “arma humeante”. Margerethe descubre una ventana abierta en su casa y la cierra, ya libre de peligro. Son otros quienes deben preocuparse a partir de ahora.
Salvo que Lalo, por todo lo dicho anteriormente, ya tiene definido su destino. El episodio ha manejado sus datos de manera bastante sutil; le pide mucha atención al espectador. Incluso el nombre del capítulo es una pista. ¿Por qué se llama “Negro y azul”? Tras pensar unos días, creo que tengo la respuesta, que tiene que ver con la canción del mismo nombre que apareció en “Breaking Bad. Es cosa de prestar atención a la última línea.
Pensamientos sueltos
- ¿Cómo encontró Lalo a Margerethe? La clave es Fred Whalen, el joven trabajador de Travelwire que mató en la cuarta temporada y que tuvo en su poder un documento con el nombre de la esposa. Solo con ese dato, estableció la conexión.
- Siempre es genial volver a ver a Francesca, la futura secretaria de la oficina de Saul Goodman. Desde aquí vemos que la relación de ambos es solamente monetaria. Además, ella parece haber cambiado de actitud a comparación de los episodios previos. ¿Qué le pasó en su anterior trabajo?
- Asimismo, esta realidad trae a colación otro asunto: que alguien tan preparado como Fring haya muerto por obra de Walter White (Bryan Cranston), un profesor de química con ego desmedido, es incluso insultante.
- Jimmy es perseguido por un detective privado, asalariado de Howard. Si Lalo busca al abogado, esto podría ser peligroso tanto para él como para Kim.
- ¿Ha sido esta la mejor performance de Giancarlo Esposito en toda la serie? Es muy posible. Pero la cosa no queda allí, pues el cómo representa a una persona mientras ata cabos sin decir palabra no lo había visto desde “Breaking Bad”; cuando caminaba hacia el coche bomba. Solo que ahora el personaje muestra más humanidad.
- Gran trabajo el de Melissa Bernstein en la dirección, al plasmar solo con imágenes, al sugerir el destino de los acontecimientos. Esto no es tarea fácil.
Calificación
4.5 estrellas de 5
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