Francia, glamour y amor. Si en un principio “Emily in Paris” intentó emular el estilo de “Sex and the City” con trajes de alta costura y romances trágicos, pero en el escenario de la Ciudad Luz, pues esa intención ya quedó en el pasado. Ahora, la serie de Netflix se ha convertido en un universo único, donde el idioma francés y el inglés conviven, y en su cuarta temporada, se añade el italiano. No se puede revelar el final de la serie, pero sí que tiene un gran cliffhanger que deja abierta la puerta a una quinta temporada.
Esta es nuestra crítica con spoilers de la parte 2 de la temporada 4 de “Emily in Paris”, compuesta por 5 capítulos, de los 10 episodios totales. Lily Collins, en el papel de Emily, ofrece un momento de clichés románticos y la elegancia del vestuario de la diseñadora Marylin Fitoussi. Además, la historia continúa entrelazando las pasiones y orgullos entre Emily y el chef Gabriel (Lucas Bravo).
(Cuidado, el siguiente texto contiene spoilers)
Repaso de la “Emily in Paris 4″ - Parte 2: muchas emociones
Camille (Camille Razat), incapaz de soltar a Gabriel, finge un embarazo para mantenerlo cerca, mientras Emily intenta reavivar su romance con él. Alfie (Lucien Laviscount), el británico que alguna vez fue su interés amoroso, queda relegado a un segundo plano en esta temporada, dejando un vacío en la serie que resulta lamentable.
Por otro lado, Mindy (Ashley Park) sigue apoyando pacientemente a su novio Nicolás (Paul Forman), quien parece no compartir la misma pasión por su carrera musical y su sueño de llegar a Eurovisión. Más bien, está preocupado por su imagen y sostener un puesto en la importante empresa de modas de su padre. Como en cada temporada, los ‘covers’ interpretados por Park, como de “Oops!...I Did It Again” de Britney Spears y otros que no se pueden mencionar, porque serían demasiado spoiler, son una delicia.
En el terreno profesional, Emily se enfrenta a nuevos desafíos en la agencia de marketing Sylvie (Philippine Leroy-Beaulieu). Tras conocer al italiano Marcello Muratori (Eugenio Franceschini), su jefa le encomienda la tarea de convertirlo en cliente, sin importar los riesgos que esto conlleve para su romance. Por su puesto, Marcello es el cliché más atractivo para una serie de rostros bellos, y tan encantador como para mirar a los ojos con honestidad, hacer una sonrisa pícara y decir: ‘Ciao, bella’. Pero, hay que admitirlo, es la cereza del pastel.
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“Emily en Roma”: Un nuevo escenario romántico
En resumen, la segunda parte de la temporada se envuelve en una atmósfera romántica y seductora, con Italia como la nueva protagonista. Roma, con su Fontana di Trevi y su rica cultura de pastas y pizza, contrasta con las diferencias entre las personalidades francesas versus las italianas. Si unos miran por encima del hombro, los otros gritan en la calle y dan abrazos apretados.
La serie deja ver la supuesta eterna rivalidad entre ambas naciones, Francia e Italia, que se manifiesta en cada conversación: quién tiene la mejor comida, arquitectura más impresionante, historia más rica o gente más encantadora. Collins y Bravo navegan por este entorno y es muy interesante verlo, incluso en la frustración de sus peleas en idiomas inglés y francés. Después de muchos giros en la serie, la perspectiva de Darren Star, el productor, llega a una armonía en el guion y marca la diferencia con otras comedias románticas.
Genevieve: el nuevo ingrediente en la trama
El elemento disruptor de esta temporada es la joven estudiante de Nueva York, Genevieve (Thalia Besson), la hija de Laurent G (Arnaud Binard), el esposo de Sylvie. Por un lapsus de amabilidad, la empresaria se muestra amable con la neoyorkina, dándole trabajo en su agencia y techo en su departamento. El problema surge cuando Genevieve y Emily se cruzan, pero también cuando la joven neoyorkina agarra demasiada confianza.
En tanto, el matrimonio de Sylvie y Laurent, descrito como una relación abierta, parece más frágil que nunca, especialmente cuando él disfruta de demasiada libertad con las mujeres cuando ella, más bien, es selectiva con los hombres. Ciertamente la trama protagonizada por Philippine Leroy-Beaulieu siempre ha sido muy interesante en “Emily in Paris”, no solo porque es una actriz francesa de primera categoría, sino que enrriquece al personaje.
Genevieve, no es una villana, pero funciona en la historia como una molestia para Emily. El carácter inocente de la joven de Nueva York y su posición como recién llegada, de alguna forma, permiten revelar una faceta más madura de Emily. Al interactuar con Genevieve, la protagonista se ve forzada a examinar su propia evolución, dejando ver cómo ha crecido desde su llegada a París. Eso también es muy interesante a nivel narrativo.
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Veredicto: un nuevo aire para Emily
Lejos de convertirse en un completo cliché, la temporada 4 ha resultado ser un placer inesperado. Incluso las pistas musicales, muy identificadas con Italia y Francia, así como las subtramas y los personajes secundarios, mantienen un balance adecuado. Es decir, la mayoría de escenas reciben un merecido protagonismo. Además, Roma es clave para darle ese aire romántico y fascinante a la estancia de Emily fuera de Chicago, su ciudad natal desde hace cuatro temporadas.
De pronto, Darren Star daría un paso más al mostrar la historia de origen de Emily. Hay cabos sueltos, como la relación que tiene con sus padres y ese desamor que dejó en Estados Unidos, o la misma ciudad de Chicago, de la que tanto habla. Ya sea “Emily in Paris” o “Emily en Roma”, el futuro de la serie es incierto y el final de la cuarta temporada acepta que la bella protagonista todavía tiene muchos caminos por recorrer.
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