Cuando a mediados de febrero de este año, Netflix lanzó el primer avance y las nuevas imágenes de “Érase una vez... pero ya no” vimos por primera vez a actores de la talla de Rossy de Palma, Asier Etxeandía o Itziar Castro interactuar en la nueva serie de Manolo Caro. La cosa parecía pintar bien, al menos en fotos. Sin embargo, la sensación no era la misma cuando le dimos play al pequeño teaser con Sebastián Yatra debutando como actor.
Con una gran incógnita en la cabeza, nos quedamos así hasta el pasado 11 de marzo, día en que la plataforma de streaming estrenó la ficción española.
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Expectativa vs. realidad
Tras su éxito con “La casa de las flores”, la expectativa por ver el trabajo de Manolo Caro, fue in crescendo. No importaba que la mencionada serie mexicana haya bajado en calidad hacia sus últimas temporadas, el productor, director y escritor mexicano se había convertido en una ficha importante en los planes de elaborar contenido en español de Netflix, quizás por ese estilo desenfadado al que le gusta abordar temas aún polémicos socialmente como la homosexualidad, las apariencias, la doble moral, entre otros.
“Hay una necesidad de burlarme de lo que nos convertimos como sociedad necesario en las ficciones actuales”, declaró alguna vez el mexicano de 37 años de edad.
En 2019 Netflix estrenó “Alguien tiene que morir”, un thriller de época que a pesar de pintar bien en un inicio no terminó de ordenar su relato, dando como resultado una historia sin la intriga prometida, una sensación de guion inconcluso y confuso.
Este año llegó el turno de “Érase una vez... pero ya no”, la tercera serie de Caro para el gigante del streaming. Y después de ver los dos primeros capítulos, podemos concluir que no nos interesó seguir viendo la serie por varias razones, entre ellas la cero expresividad para actuar del cantante colombiano.
Pero primero, expliquemos de qué va la trama de “Érase una vez... pero ya no”. La historia se ubica en el medioevo. Dos amantes, un pescador llamado Diego (Sebastián Yatra) y una princesa de nombre Soledad (Mónica Maranillo) están perdidamente enamorados; sin embargo, son conscientes que su amor es prohibido.
Ante esto el galán decidirá ir a la guerra para demostrar que es digno del amor de su princesa pero antes cederá al hechizo de una bruja que le advertirá que para que su amada no se enamore de otro hombre, deberá cuidar a un dragón azul hasta que él regrese. De morir el animal, una maldición se apoderará del pueblo y nadie podrá enamorarse hasta que se rompa el encanto. ¿Y cómo se rompe? Los enamorados deberán volver a estar juntos en la época actual o en las próximas.
Manolo Caro ha dicho que “Érase una vez... pero ya no” es un proyecto en el que ha volcado toda su libertad creativa y cuyo fin es precisamente entretener. Sobre la historia, el mexicano la ha defendido argumentando que “le gusta normalizar las cosas en esta industria”.
Y por ello, intuimos, ha querido mostrarnos esta especie de anti cuento que, usando las dos líneas de tiempo de la historia: la del medioevo y la actual, busca hacer un paralelismo de las restricciones de la sociedad de entonces con las de ahora, de una manera irónica. Pero es aquí donde el guion falla pues la trama no fluye sino que se ve forzada a decirnos que hoy se habla en lenguaje inclusivo, hay mucha libertad sexual y existe el feminismo, entre otros progresos sociales.
Todo ello se pierde aún más y se torna torpe en una historia que con el perdón del protagonista, no es verosímil por más fantasía que la envuelva, principalmente porque al galán de este cuento no se le cree nada.
Quizás a Caro le pareció buena idea que Sebastián Yatra, Nia Correia y Mónica Maranillo, sus tres protagonistas juveniles sean cantantes y no actores de profesión, por tratarse de un musical, pero lo del intérprete de “Tacones rojos” es insufrible.
Ver al protagonista como un gigoló, luciendo un jockstrap en algunas escenas y en muchas de ellas, teniendo relaciones sexuales mostrándonos su trasero en primer plano resulta más molesto que revolucionario o desenfadado.
De otro lado, es un deleite ver a Rossy de Palma haciendo de la dueña del alicaído hotel en el que se lleva a cabo la historia. Lo mismo ocurre, aunque varios puntos abajo, con la mexicana Mariana Treviño y la chilena Daniela Vega (Una mujer fantástica). La producción, los colores y hasta por momentos, algunos números musicales, los cuales nos hacen recordar mucho a los que veíamos en “La casa de las flores”, pueden resultar para su público objetivo, hasta divertidos.
En conclusión, “Érase una vez... pero ya no” no es para todo público. Repetimos, quizás algunos sí la disfruten y sientan que, como Caro, solo hay que buscar entretenerse. Y tú ¿Ya viste la serie? ¿Te gusto o no?
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