Quiero dejar algo en claro: a ti y a mí, a tu vecino o a tu amiga... a todos nos gusta el chisme, ya sea para esparcirlo o para escuchar como testigo silencioso. Bajo esa premisa, la dinámica de dimes y diretes que se produce en el ambiente escolar solo nos prepara para la vida. Y en “Aprendiendo a vivir” (“Heartbreak High”), serie disponible en Netflix, todo inicia con un chisme de tamaño descomunal: el destape de la vida sexo-afectiva de toda una escuela secundaria.
Amerie y Harper han observado por meses, quizá años, casi a modo de investigación antropológica el desarrollo de cada una de las relaciones de sus compañeros. Esta escena inicial es atrapante y atractiva. Lo que deja con la curiosidad de saber qué ocurre en el desarrollo de esta historia tras revelarse un mapa mental, que une cada ‘delito’, acercamiento o noche de pasión entre estos adolescentes, que saben más de sexo que sus maestros.
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De lo que no saben es de madurez emocional y aquí entra el dilema de esta serie australiana de 8 capítulos. En español el título elegido no podría ser más acertado: definitivamente aprenden a vivir. Sus decisiones tan impulsivas, sus ideales tan cerrados y las diferencias sociales y de identidad los ponen a prueba capítulo a capítulo. Pero no crea que es un drama, para nada. Aquí todos los enredos, aunque serios, tienen gran dosis de humor y sarcasmo.
“Aprendiendo a vivir” puede tener elementos de series como “Sex Education” y “Generation”, pero toma rápidamente su propio camino por lo que las comparaciones pasan a un segundo plano. Se trata de una serie de adolescentes que no es necesariamente para adolescentes, pero que resulta refrescante, más aún si consideramos que se trata de un título australiano, un país con un humor que pocas veces impacta más allá del Reino Unido. “Please Like Me” es quizás la única referencia en tiempos de ‘streaming’ de un título que tuvo mayor alcance. Pero en “Aprendiendo a vivir” hay un material interesante con un cásting es especialmente encantador y único, lo que le aporta frescura a las escenas.
La serie se ha preocupado por lograr una inclusión real. Los papeles de Quinni (Chloé Hayden) y Darren (James Majoos) al igual que sus papeles son autista y no binario, respectivamente. Creando una real conexión con estas realidades. Pero el chisme aquí no discrimina, no va por crear falsos rumores. También las amistades se ponen a prueba, tanto por las hormonas a flor de piel o por un par de errores con la justicia.
En “Heartbreak High” se puede decir que el chisme nace de la curiosidad y de una gran habilidad de observación (mal utilizada), pero finalmente son solo verdades que ellos como adolescentes aprenden a manejar a las malas. ¿A quienes arrastran el camino? Lo descubrirás capítulo tras capítulo y, si te quedas con las ganas de más cotorreo, tranquilidad, Netflix ya confirmó que grabará la segunda temporada.
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