Lo primero: ocho episodios parecen mucho para una historia cuyo principal gancho es apenas el vínculo entre dos jóvenes: Julio (Franco Masini) e Irene (Georgina Amorós). La nueva serie “Todas las veces que nos enamoramos” ha trepado rápidamente en los ránkings de lo más visto no solo en España, país donde se realizó, sino también en otras latitudes. Ahora, ¿lo hizo porque esconde una historia absolutamente innovadora y potente, o porque tiene todo lo que precisa el cada vez menos predecible algoritmo de Netflix?
“Todas las veces que nos enamoramos” cuenta la historia de Irene, una joven proveniente de Castellón (Comunidad de Valencia) que viaja hasta Madrid para estudiar cine. Ya en la capital de España vive junto a unos compañeros de la universidad. En su grupo se encuentran Da (Carlos González), Jimena (Blanca Martínez), Matt (Kyle Scuder) y Adri (Roser Vilajosana). Cada uno, por supuesto, con una personalidad absolutamente definida.
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El viaje para nuestra protagonista significó dejar atrás a sus padres, pero sobre todo a Fer (Albert Salazar), su novio. Ambos llevaban una relación de muchos años que en un inicio pensaron podría continuar pese a la distancia. Este ideal se trastoca rápidamente cuando Irene junto a sus amigos de piso acuden a una fiesta en la que participa Julio, otro estudiante universitario que, aunque no parece tener sus proyectos educativos tan claros como Irene, ostenta un encanto particular, el cual propicia se le abran las puertas en muchos lugares donde cualquier mortal no podría entrar.
La serie de Carlos Montero está planteada en dos planos temporales. En el primero vemos a Irene despidiéndose de su familia y empezando su vida en Madrid. El segundo, casi dos décadas después, la muestra como una graduada que intenta ingresar en el mundo que le apasiona. Sucesos de ambos planos se van intercalando durante ocho episodios de casi una hora de duración
Aunque inicialmente Julio no muestra mucho interés por Irene, rápidamente esto cambia y de pronto ambos hacen ‘click’. Aquí ocurrirá un hecho violento (un atentado yihadista en Madrid), que marcará la primera mitad de la serie. El impacto emocional de haber visto su vida en claro peligro se expande hasta Da, quien acompañaba a la futura pareja durante su viaje.
Valga la oportunidad de mencionar a Da para comentar brevemente sobre los personajes que rodean a Julio e Irene. Da es un joven gay que sueña con ser guionista mientras vive su día a día entre fiestas, tragos y noches con otros muchachos. Aunque demuestra una inteligencia envidiable, nunca parece tomarse las cosas muy en serio. Y aunque se enamora de todos, nadie parece corresponderle de la forma en que él espera. Por estos motivos, a ratos parece vivir la vida a través de las experiencias de quienes lo rodean.
Del otro lado está Jimena, la única que trabaja a medio tiempo en algo, digamos, no cinematográfico o televisivo. Como mesera tiene responsabilidades y ostenta una madurez que le permite levantar la voz de cuando en cuando al interior del piso que comparte con los amigos arriba mencionados. No parece un personaje muy favorecido por el guion hasta que un hecho ocurrido en la segunda tercera parte de la serie la catapulta al centro de las miradas.
Antes de referirnos sobre la relación entre Julio e Irene, toca decir que “Todas las veces que nos enamoramos” tiene en los detalles tal vez a sus mejores argumentos. Nos referimos a escenarios, épocas y situaciones cuidadosamente tratadas. Tenemos un campus universitario, aulas, y hasta comedores bastante bien dispuestos. En lo temporal, que los personajes usen celulares Nokia 3310 es un caramelo para los nostálgicos. Esto se repite, aunque en menor magnitud, con las viejas laptops. Finalmente, las caminatas nocturnas –post discoteca, fiesta o escapadita con los amigos—se terminan siempre en las estrechas callecitas de Madrid.
Si Da, Jimena y los elementos externos son lo mejor de la nueva serie de Carlos Montero, los puntos flacos se encuentran claramente en la historia principal. Aunque sospechamos a lo que nos atenemos con un título como “Todas las veces que nos enamoramos”, la serie nos resulta un interminable ‘bucle’ de rompimientos, reconciliaciones, engaños y ‘llamadas perdidas’ en el móvil. Lo que en tiempos actuales sería un ‘me dejó en visto’ de WhatsApp aquí son un mensaje de voz sin oír. Alargar esto por casi ocho horas –que es lo que dura la serie—corre peligro de resultar extenuante.
Siguiendo la línea, esta idea de una ‘historia de amor’ entre dos jóvenes encantadores se difumina para exponer a toda luz una relación tóxica en la que gritos, lisuras e hirientes reproches se ‘solucionan’ bajo excusas típicas como el exceso de trago. Y aquí, aunque todos en el piso de Irene son testigos de lo que ocurre, nadie es capaz de advertirlo a las partes. Ya fuera de casa, los padres de Irene ignoran por completo su día a día, mientras que los de Julio han sido (casi) castigados por un guion que los presenta como dos extremos de lo arquetípico: una mamá sobre-protectora y un padre que celebra tus conquistas sexuales, vive a través de estas, y es incapaz de aconsejarte seriamente.
Haciendo a un lado el tipo de relación que mantienen los protagonistas a lo largo de más de una década, hay otros ingredientes que también salpican la historia y nunca llegan a cuajar. En ocho episodios solo un par de veces Julio dice sentirse harto de que lo vean como un pedazo de carne sin talento. No se profundiza en esta línea dramática como tampoco ocurre con su fármaco dependencia. Aun a pesar de las flaquezas de su personaje, Franco Masini, el actor argentino que da vida a Julio, cumple la tarea con prestancia, tanto como Georgina Amorós lo hace en piel de Irene.
Ambos desempeños resultan mucho más sólidos en su etapa inicial (universitaria) que en la de adultez (cuando ya trabajan). Lo contrario ocurre, como ya lo adelantamos líneas arriba, con Da y Jimena (Carlos González y Blanca Martínez), quienes tienen un desenvolvimiento positivo de forma sostenida, acompañando como espectadores el descalabro sentimental de Julio e Irene.
Por la oportunidad que significa para canales de TV y cadenas de streaming lo masivo del público juvenil, “Todas las veces que nos enamoramos” no es ni la primera ni será la última serie enfocada en dicho mercado. Ahora, ¿estamos frente a una buena propuesta? Vista únicamente desde el ámbito del entretenimiento, el producto cumple. Ahora, ¿por sus temas y fundamentalmente por la forma en cómo los trata tiene chances de trascender en el tiempo como sí lo hicieron “Rebelde Way”, “Clase 406″ (por citar dos ejemplos latinoamericanos) o “Glee” y más recientemente “Euphoria” (desde Estados Unidos)? La respuesta no resulta necesariamente satisfactoria.
TODAS LAS VECES QUE NOS ENAMORAMOS/ NETFLIX
Creador: Carlos Montero
Elenco: Georgina Amorós,Franco Masini,Carlos González
Sinopsis: Desde que se conocieron, Irene y Julio se han enamorado muchas veces, se han separado otras tantas y lo han vuelto a intentar. ¿Encontrarán alguna vez su final feliz?
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