Tras encenderse las luces, lo único que se oía en esa sala eran aplausos. Los asistentes iban poniéndose de pie y seguían chocando las palmas como muestra de aprobación a lo que acababan de ver. La película era “The Whale”; el lugar, el Festival de Venecia; y el protagonista, Brendan Fraser. Los aplausos de pie de los asistentes, entre los cuales se encontraban muchos colegas suyos, fueron no solo una señal de admiración ante su trabajo en ese nuevo filme, sino una bienvenida de regreso a casa.
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Después de todo, si el mundo del cine le abrió sus puertas nuevamente a actores de proceder errático o excesivamente extravagante, como en su momento fueron Robert Downey Jr. o Mickey Rourke –convertido, el primero, en héroe de Marvel; el segundo, nominado al Oscar tras su gran “comeback”-, ¿Por qué negarle una nueva oportunidad a alguien que no ha tenido problemas con las drogas, con el alcohol o con sus directores o compañeros de reparto? A Hollywood le encantan las historias de reivindicación, aquellas en las que sus héroes viven un auge y caída, son incomprendidos, exiliados, abandonados a su suerte u olvidados, solo para volver más fuertes que antes, más lúcidos y exitosos que nunca. En este sentido, la ovación de pie en Venecia que recibió Brendan Fraser, una de las estrellas más rutilantes de fines del siglo XX e inicios de este, significa que el lugar vacante aún es suyo.
El actor –nacido en Indianápolis, 53 años atrás- lo agradeció poniéndose también de pie y ofreciendo una reverencia al público, que se entusiasmaba ante cada una de sus reacciones. Su emoción era evidente. Las lágrimas en sus ojos, también.
Algunos, sin embargo, se habrán preguntado, ¿Por qué llorar ante un aplauso? ¿Por qué mostrarse débil o vulnerable cuando solo ha hecho su trabajo en un nuevo filme? ¿Por qué todos actúan como si le tuvieran tanto respeto y cariño? Quizás porque ese día, a esa hora y en esa sala, tras la proyección, nadie se lo merecía tanto como él: esperó más de 15 años por un momento así en su carrera.
“Gracias por esta maravillosa acogida, deseo que esta película cause la misma profunda impresión que provocó en mi”, dijo Fraser en Venecia. Imposible encontrar un escenario más propicio para reencontrarse con el amor de su vida, ese que parecía haberlo dejado de lado: el cine.
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La vida es bella
Es improbable pensar en el cine americano de los 90 y no recordar el rostro de Brendan Fraser entre carcajadas y acrobacias. Quizás una de las primeras imágenes suyas que tiene el gran público nos remita a la divertida “Airheads”) o “Cabezas huecas” (1994), la historia de tres torpes rockeros que, desesperados porque sus canciones suenen en las radios, secuestran una estación. “Estamos en el aire, pero nadie está escuchando” era el lema del filme. Los otros dos músicos eran Adam Sandler y Steve Buscemi.
Fraser no parecía el mismo muchacho que, apenas 2 años antes, había sido nominado como Actor más Prometedor por la Asociación de Críticos de Chicago, gracias a su impactante actuación en el drama “School Ties”, la historia de una joven estrella del fútbol americano escolar que se ve obligado a ocultar que es judío. Allí tuvo un gran mano a mano con Matt Damon y otros prometedores actores de su generación, como Chris O´Donnell o Ben Affleck. El mismo año había hecho su debut en el cine con “Encino Man” (El hombre de California), donde era un gracioso cavernícola recién descongelado, expuesto a los peligros del siglo XX. Otra historia de estudiantes, “Con honores”, le dio la oportunidad de trabajar al lado de Joe Pesci. La vida parecía ir bastante rápido y Brendan parecía adicto a la velocidad.
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Los años de gloria de Brendan Fraser
Los años 97 y 98 fueron el preludio de lo que vendría. Primero, la confirmación de que en la comedia se movía con la misma singular naturalidad con la que George de la Jungla lo hacía de liana en liana. La comedia se convirtió en un éxito de inmediato y aún hoy aparece seleccionada entre las mejores de aquella década. No es una película precisamente buena, pero el carisma de Fraser le otorga un encanto particular. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que se aventurara a registros distintos. “Dioses y monstruos”, historia inspirada en la vida James Whale, director de los clásicos “Frankenstein” o “El hombre invisible”, fue una oportunidad que sirvió para demostrar que su vena dramática estaba intacta.
No pasó mucho tiempo para que Brendan Fraser iniciara una aventura con la que se le identificaría hasta hoy: “La momia”, taquillera saga que se extendió por 3 filmes y que lo convirtió en una de las estrellas más importantes del momento. Entre momia y momia, sin embargo, se dio tiempo para otros trabajos que mostrarán su versatilidad: la comedia “Al diablo con el diablo” (2000), donde es un ingenuo que le vende su alma a una Elizabeth Hurley sin cuernos, pero diabólica; “El americano impasible” (2002), intriga en la que actuó junto a Michael Caine o “Crash” (2004), drama que obtuvo 3 Oscar, incluyendo el de Mejor película. Por esos años también destacó en la TV, gracias a su participación como invitado en la comedia médica “Scrubs”.
El 2008, sin embargo, con el estreno de “La momia: la tumba del emperador dragón” –tercera y última entrega de la saga protagonizada por él- y “Viaje al centro de la tierra” –decepcionante adaptación del clásico de Julio Verne-, pareció terminar para siempre una etapa de su vida. Porque, a pesar de que siguió actuando –en proyectos perfectamente olvidables, eso sí-, ya nunca nada fue lo mismo. Hasta hace poco, nadie supo por qué.
¿Por qué desapareció Brendan Fraser?
“Me hace tan feliz ver esta preciosa ovación para Brendan. Él me apoyó cuando entré en su franquicia con un papel en ‘El regreso de la Momia’, que inició mi carrera en Hollywood”, comentó en sus redes sociales Dwayne Johnson, La Roca, sobre el aplauso recibido por Fraser en Venecia. Curiosamente, La Roca no solo terminó protagonizando un spin off de “La Momia”, “El Rey Escorpión”, sino que reemplazó a Fraser en la segunda parte de Viaje al centro de la tierra. Por aquellos años, Fraser vivía dificultades que el mundo ni imaginaba.
El 2003, en medio de un evento de la industria, Fraser fue víctima de acoso sexual por parte de Philip Berk, poderoso e influyente periodista sudafricano que fue presidente de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, institución que está detrás del Globo de oro. El relato que hizo el actor de los hechos, es estremecedor: “Su mano izquierda se movió hasta agarrar mi nalga y uno de sus dedos me tocó el perineo y lo empezó a mover. Me sentí enfermo, como si fuera un niño pequeño, como si tuviera una bola en la garganta. Pensaba que me iba a echar a llorar. Me culpaba a mí mismo y me sentía fatal, porque me decía: ‘Esto no es nada, este tipo se movió por ahí y me manoseó'. El verano pasó y no recuerdo qué película hice después. Hizo que me recluyera. Me convirtió en un huraño y el trabajo empezó a marchitarse para mí”.
Brendan Fraser, entonces de 34 años, temió la reacción de la gente al contarlo. Temió también por el futuro de su carrera. Sus agentes le exigieron una disculpa a la Asociación y solo recibió una protocolar carta de Berk en la que no aceptaba el hecho. “Me sentí como si alguien me hubiera tirado pintura invisible encima”, contó Fraser en una entrevista para la revista “GQ”, el 2018.
La humillación y minimización por lo ocurrido empezaron a afectarlo emocionalmente. No solo eso. También su cuerpo empezó a pedirle una pausa, tras años de escenas de acción, golpes y caídas mientras filmaba, sin usar dobles. “Creo que me esforcé demasiado, en una manera que es destructiva”, confesó más tarde.
Durante más de 7 años tuvo que someterse a costosos tratamientos y operaciones para paliar sus dolencias. Para el 2008, año en que protagonizó la mencionada “Viaje al centro de la tierra”, Brendan Fraser no daba más. En un corto lapso de tiempo, perdió a su madre y se divorció de su esposa y madre de sus tres hijos, Afton Smith, quien le exigió casi 80 mil dólares mensuales de manutención tras el fin de su matrimonio.
Los únicos proyectos que se le aparecieron al actor fueron mediocres o de escasa difusión lo que, por supuesto, no pagaba como los taquillazos a los que se había acostumbrado. Antes de que termine la primera década del siglo, el antiguo ‘sex symbol’ de ingresos millonarios y vida plena, era un hombre quebrado, de apariencia descuidada, que cada vez se iba hundiendo más en la tristeza, el sobrepeso y la intrascendencia cinematográfica, a pesar de su enorme talento.
“La ballena” y el regreso con gloria
Su reaparición, sin embargo, no fue de golpe. Papeles en series como “The Affair”, “Condor” o “Doom Patrol”, además de una pequeña aparición en “No Sudden Move”, el más reciente filme de Steven Soderbergh, influido por el cine negro, ya demostraban que Fraser bregaba por nuevas y mejores oportunidades. Hace unos meses, se le anunciaba como villano en “Batgirl”, proyecto que finalmente fue cancelado, dejando a sus actores –Leslie Grace, J.K. Simmons, Michael Keaton, entre otros- con una enorme decepción. Fraser acusó el golpe.
Pero luego llegó Darren Aronofsky con un proyecto para él. No es coincidencia que sea el mismo director de “The Wrestler”, el filme que resucitó la carrera de Mickey Rourke el 2008. Gracias a esa película, el director obtuvo un León de Oro. Tras verlo de casualidad en el tráiler de una película de bajo presupuesto, le propuso a Fraser el papel que le ha dado su propia reivindicación como artista. En “The Whale”, Charlie es un profesor de inglés de 250 kilos cuya única conexión con el mundo exterior son las clases que imparte online. Desde que perdió a su novio, la depresión lo ha vencido. Solo tiene un deseo: reconstruir la relación con su hija adolescente, interpretada por Sadie Sink, (Max, en “Stranger Things”).
A Aronofsky le había tomado 10 años hacer la película, simplemente porque no encontraba a Charlie. “Consideré a todos: todo tipo de actores diferentes, todas las estrellas de cine del planeta. Pero ninguno de ellos realmente hizo clic. Simplemente no me conmovió, ni se sintió bien. Hace un par de años, vi un tráiler de una película brasileña de bajo presupuesto, y vi a Brendan allí y se encendió una bombilla. No había visto “Dioses y monstruos” o “George de la jungla”. Al verlo allí, simplemente hizo clic. Le pedí a Brendan que viniera a conocerme… seguía haciendo clic”, aseguró Aronofsky.
“Tuve que aprender a moverme de un modo nuevo, desarrollé músculos que no sabía que tenía, sentí vértigos al final de la jornada cuando me quitaban la prótesis por una sensación ondulante como cuando bajas de una góndola en Venecia”, contó el actor. Para él, Charlie ha sido “un rayo de luz en un lugar oscuro”. Cabe mencionar que, además de que Fraser subió de peso, fueron necesarias varias prótesis para aumentar la sensación de obesidad.
Hoy, Fraser ya planea continuar con su soñado “come back”: participará en Killers of the Flower Moon, la nueva película de Martin Scorsese que tendrá también a Jesse Plemons y reunirá a sus dos actores fetiche: Robert De Niro y Leonardo Di Caprio. Fraser vuelve a las ligas mayores.
El hombre que fue George de la Selva o el Rick O´Connell de La Momia, le ha dado un lugar preeminente en su filmografía al personaje que hoy lo ha consagrado con su primer premio Oscar. “De lejos, creo que Charlie es el hombre más heroico que he interpretado, porque su súper poder es ver lo bueno en los demás y sacarlo a relucir en él”.
A la vista de los hechos, es el mismo súper poder que tiene Brendan Fraser en la vida real. Ese y haberse convertido en uno de los actores innegablemente más queridos de Hollywood. Uno que, a pesar de los abusos, la estigmatización, la depresión y sus problemas físicos, ha sabido regresar, incluso, con más fuerza que antes.
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