El público acepta con facilidad a los personajes obstinados en las películas. De alguna forma, entienden su sufrimiento. El espíritu del profesor Paul Hunham, protagonista de “The Holdovers”, tiene esa esencia. Pero no se haya en sus frustraciones hasta que, por circunstancias de la vida, tiene que pasar una Navidad con el alumno más rebelde y la cocinera del colegio. Es la trama de una hermosa y conmovedora historia dirigida por Alexander Payne, que estrenó en octubre en Estados Unidos y llega después de fiestas al Perú, el primer país de América Latina donde se lanza en cartelera.
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En su carrera, Alexander Payne ha trabajado con importantes estrellas del cine, como Reese Witherspoon (”Tracy Flick Can’t Win”), George Clooney (”Los descendientes”), Jack Nicholson (“Las confesiones del Sr. Schmidt”) y Paul Giamatti (”Entre copas”). Todos ellos se han sumado a la costumbre del director de satirizar a la sociedad estadounidense, criticando sus privilegios o delatando su cinismo, algo que continúa en “The Holdovers”.
El ganador a Mejor actor de un musical o comedia en los Golden Globes 2024, Paul Giamatti, es un estricto profesor en “The Holdovers”. La Academia Barton de Nueva Inglaterra, un internado que recibe a los hijos de las personas más influyentes del país, y tiene como alumno al obstinado Angus (Dominic Sessa). La cocina del colegio está liderada por Mary Lamb (Da’Vine Joy Randolph), una mujer que acaba de perder a su hijo en el campo de batalla. Una relación de ‘amor-odio’ surge entre ellos en la víspera de Navidad y el Año Nuevo 1971, conocido por ser un periodo de fuerte racismo en Estados Unidos y la desconfianza por la Guerra de Vietnam.
Payne se basa en “Merlusse” (1935), filme sobre un profesor que tiene un ojo de cristal y es detestado por sus alumnos. El hombre debe pasar las fiestas de fin de año con adolescentes a los que sus padres no podían (o no querían) recibir en casa durante las vacaciones escolares.
Al inicio, Paul parece una especie de Robbie Williams en “La sociedad de los poetas muertos” (1989), que enseñará a los acomodados jóvenes a comportarse y afrontar la vida. Sin embargo, la escondida adicción al alcohol de Paul, su mal olor corporal, un raro rechazo a las mujeres y la extraña comodidad que tenía de nunca salir de la academia resuelven que no es ningún tipo de ejemplo a seguir. Más bien, los alumnos lo odian, porque despotrica contra ellos y tiene un fuerte sesgo en contra de sus privilegios. Él odia poner buenas calificaciones a los alumnos que no lo merecen por disposición del director, quien está más preocupado por retener las contribuyen económicas que los padres de familia hacen al colegio.
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Angus es un adolescente desvergonzado al que expulsaron de tres colegios antes de Barton. Su madre se casó por segunda vez y, de su padre, no se habla en el inicio de la película. El profesor encuentra en el resentimiento del joven un trasfondo de dolor, que incrementa cuando su mamá decide pasar las vacaciones con su nuevo esposo, en vez de volver a ver a su hijo en Navidad. Paul halla una forma de doblegar la actitud arrogante de Angus, hablándole de la historia de las civilizaciones antiguas, su tema favorito, y cuidando de él en el invierno navideño. Al mismo tiempo, sede a acciones que nunca hubiera hecho por uno de sus alumnos, como darle de regalo un libro de meditación o llevarlo de excursión fuera de la ciudad. De vez en cuando, esa relación cobra cierto sentido del humor en la pantalla.
Sin embargo, la actitud amable de Paul fluye lento. Mary, interpretada por la ganadora del Golden Globe 2024 Da’Vine Joy Randolph, es el empuje maternal en esa inusual relación. En duelo por la muerte de su hijo único, ella sufre en silencio y sin tenerse compasión, pero es compasiva con la situación de Angus, alguien al que sus padres prácticamente abandonaron en la época más familiar del año. Mary no mira su ropa o su dinero al apiadarse de él, pero esconde con dureza su fracaso atribuido de no haber podido pagar educación universitaria a su hijo con su salario de cocinera.
Juntos en Nochebuena, Paul, Angus y Mary son el vínculo humano perfecto, al que se necesita escuchar en época de reflexión. En el fin de año, las personas se preguntan si fueron buenas, exitosas, familiares (o no), sino su vida se evalúa en el medidor social. “The Holdovers”, o en español “Los que se quedan”, trata esos temas sin caer en el sentimentalismo, usa finos toques de humor y tiene una auténtica aclaración sobre lo dura que es la vida con las personas blancas o negras, ricas y pobres. Era una película para ver en Navidad.
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