Semanas atrás fue noticia la frase que Steven Spielberg le dedicó a Tom Cruise en un almuerzo con candidatos al Oscar: “Le salvaste el trasero a Hollywood”. Por supuesto que se ha interpretado de muchas formas. El afamado director se refería a los más de 1300 millones de dólares que “Top Gun Maverick”, la secuela de “Top Gun” (1986), recaudara a nivel global en las postrimerías del año 2022. La cifra luce estratosférica, básicamente porque se da en un contexto en el que la salida de la pandemia aún continúa en diversos países, sumado a la fiebre del streaming (plataforma de la que el cineasta es uno de sus más mediáticos y pesados críticos, aunque ese es otro tema).
Sobre los números de la taquilla no hay duda, sin embargo, ¿qué llevó a que una película construida en torno a un solo personaje genere tanta convocatoria 36 años después de que todo empezó? Intentaremos desmenuzar algunas de las razones por las que “Top Gun Maverick” funcionó tan bien, devolviendo en parte la fe al poder movilizador (y recaudador) del cine.
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La historia de esta secuela va más o menos así. Tres décadas después de sorprender como uno de los pilotos más brillantes de la Fuerza Naval, el capitán Pete Mitchell, conocido como Maverick, es informado sobre el inminente cierre del programa en el que se encuentra inmerso: el desarrollo de un avión que alcance una velocidad casi insuperable (Mach 10). Aunque la decisión tomada por el almirante Cain (interpretado por un Ed Harris que no necesita hacer mucho para convencer) parece no tener marcha atrás, nuestro protagonista –como siempre—está dispuesto a todo para salirse con la suya (”Quieren Mach 10, hay que darles Mach 10″).
Aunque lograría conseguir la meta, el avión de Maverick luego se estrella y él salva milagrosamente la vida. Si bien la hazaña es histórica para los registros de la institución, se logró contraviniendo una orden superior, por lo que correspondería una fuerte sanción. Entonces, cuando una vez más la suerte parece echada para el carismático capitán, una nueva orden superior lo deriva a Top Gun, la academia en donde todo comenzó. ¿El motivo? Una tarea final.
A lo largo de sus casi dos horas de duración, “Top Gun Maverick” deja claro algo. Cautivador, valiente y todo lo que se pueda enumerar, el capitán Mitchell no deja de ser un hombre que ha dedicado casi su vida entera a su institución. Ya entrado en años (en la primera parte de la historia era apenas un jovencito y aprendía a ser piloto), hoy no se le conoce pareja, menos hijos. Ni siquiera una mascota o amigos cercanos que le permitan tener algo de vida social.
En ese sentido, cuando el oficial es asignado como instructor de un equipo de jóvenes pilotos que tienen una arriesgadísima misión en el exterior, reacciona diciendo que no tiene experiencia alguna en la formación de futuros colegas. Aunque pueda verse como una excusa para rehuirle a la tarea, no resulta muy alejado de la verdad decir que en esta “historia” todo cambió menos Maverick.
Entre aquello que se ha quedado igual puede considerarse, por ejemplo, la ‘fama’ de Mitchell. Una innegable habilidad para sobrevolar veloces aeronaves en misiones casi suicidas, combinada con un nutrido legajo de sanciones por desacato de las órdenes. Esto por supuesto que lo conocen sus nuevos alumnos en Top Gun, un variopinto elenco de muchachos (solo una mujer, pero que vale por cinco) con porte, buena presencia y ansias por aprender del mítico instructor a su cargo.
A partir de aquí empiezan a surgir una serie de líneas narrativas, algunas más consistentes y otras notoriamente débiles. La primera (fuerte) tiene que ver con el proceso de construcción del equipo que cumplirá la misión de destruir una planta de enriquecimiento de Urano de un país “no mencionado”. El perfil de los estudiantes de Maverick es propicio para los roces, las indirectas y los retos. Hangman (Glen Powell), es un pretencioso piloto de cabello rubio y ojos claros que se siente superior. ‘Phoenix’ (Mónica Barbaro) es sumamente habilidosa y no retrocede ante nada. Luego vienen ‘Coyote’ (Greg Tarzan Davis), ‘Payback’ (Jay Ellis) y demás. Pero hay un personaje sobre el que recae un peso mayor: Se trata de Bradley Bradshaw (Miles Teller). Rooster, como se le llama en Top Gun, es tal vez el nexo más fuerte con la cinta estrenada en 1986. Y es que estamos ante el hijo de Goose (Anthony Edwards), el compañero y amigo de Maverick que murió en un violento accidente aéreo del cual nuestro protagonista se ha sentido culpable siempre.
Entre Rooster y Maverick se genera una tensión casi natural. A la culpa que el capitán ha sentido desde que vio morir en sus brazos al padre de su hoy alumno, se le suma el resentimiento que el joven piloto tiene por quien cree frenó su carrera en la naval. Por supuesto que detrás de estas supuestas maniobras burocráticas de Mitchell hay una razón mucho más profunda que no mencionaremos aquí. Pero mientras eso sale a la luz sobran las miradas de rencor y los reproches.
Entonces, el vínculo entre Maverick y Rooster tiene como base un suceso del pasado. Y es precisamente apelando al pasado que la cinta de Joseph Kosinski presenta sus principales fortalezas. Cada flashback a la historia entre nuestro protagonista y Goose es efectivo por lo sentimental. Sumarle unas lágrimas lo es mucho más. Y escuchar a Mitchell encomendándose a Goose y pidiéndole que le “hable” es casi todo lo que un fanático de la primera entrega esperaba de esta algo tardía secuela.
Otro de los aciertos en esta segunda entrega (y lo era también a su manera en 1986 bajo la dirección del hoy fallecido Tony Scott) tiene que ver con lo bien trabajadas que están las secuencias aéreas. Aviones desplazándose a velocidades inimaginables, maniobras apenas por encima del suelo que exponen la vida del más habilidoso piloto, rostros eufóricos y frentes sudorosas son la dosis exacta de adrenalina que uno busca en una buena cinta de acción.
Lamentablemente, “Top Gun Maverick” no tiene solo fortalezas sino también una serie de debilidades que afectan su evaluación de distintas formas. No solo hay cero menciones a personajes como la instructora Charlie (Kelly McGillis), sino que quienes sí ‘repiten el plato’ han sido desperdiciados. Val Kilmer (Iceman), una especie de protector de Mitchell en esta segunda entrega, no pasa de una participación de tres minutos en la que apenas tira un par de frases motivacionales (“Es hora de dejar ir”) que, valgan verdades, pudieron pronunciarlas desde Warlock hasta Hondo.
El brevísimo tiempo que dura el abrazo entre Iceman y Maverick es solo una muestra de todas las veces que esta secuela de Top Gun rehúye a profundizar en lo dramático. Como si hubiera un cronómetro detrás, ni siquiera las discusiones entre Mitchell y Rooster se extienden mucho más de un minuto. En consecuencia, tenemos una propuesta ágil y digerible en la misma proporción.
Punto aparte merece el añadido de Penny, un personaje que en la película de 1986 apenas se mencionó, pero que esta vez –interpretada por la talentosa Jennifer Connelly—aparece como supuestamente la gran oportunidad en el amor de un ya maduro capitán Maverick. Nuevamente aquí da la impresión de que los diálogos ligeros y las escenas de amor recortadas prevalecen sobre algo que pudo generarnos mucho más. Frases como “No voy a volver a dejarte” terminan siendo apenas un chispazo –claramente cursi—de un guion debilucho si de lo romántico hablamos.
Porque apela a la nostalgia con acierto y naturalidad, “Top Gun Maverick” supo capturar la atención del público mundial en los últimos meses del año pasado. Las cifras de taquilla hablan por sí solas y, en comparación con la película que lo inició todo, esta secuela resulta superior en lo técnico y argumental. Sin embargo, ya vista en una terna donde se encuentran propuestas absolutamente trascendentales como “Los espíritus de la isla” o incluso la propia “Los Fabelman” del ya mencionado Spielberg, da la impresión de que la Academia no tendrá muchas dudas al momento de votar.
TOP GUN MAVERICK/ STAR PLUS
Director: Joseph Kosinski
Elenco: Tom Cruise, Jennifer Connelly, Miles Teller
Sinopsis: "Top Gun" (1986), fue uno de los títulos míticos de los años 80 dirigido por Tony Scott y protagonizado por Tom Cruise, en el que el actor daba vida a Maverick. Treinta años más tarde, veremos al aviador de élite de la Marina de los Estados Unidos después de haberse convertido en uno de los mejores pilotos de la escuela de vuelo.
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