El proceso de composición de Chabuca Granda comenzaba de noche, cuando el timbre dejaba de anunciar más visitas y a los niños les llegaba la hora de dormir. En medio de ese estimulante silencio, con los teléfonos sepultados en frazadas para apagar su sonido, nacieron muchas de sus canciones. “Mi mamá dejaba de componer a la hora que nos despertábamos para ir al colegio. Entrábamos a su cuarto para despedirnos y recién ahí ella se echaba a dormir”, recuerda Teresa Fuller Granda, su hija y guardiana de su legado. Una de esas mañanas en que la niña interrumpía a su mamá para darle los buenos días le debe haber causado tanta ternura a Granda que una musa misteriosa se activó. Entonces escribió la letra de “Mañanera”, con el subtítulo: “a mi hija Teresita”.
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