“Un pata de 35 años, más o menos, alto, tatuado, hablaba como centroamericano. Parecía un reguetonero”. En una entrevista para “La República”, Carlos Barba, oficial de inteligencia de la Marina en retiro, describió así al personaje que en los últimos días ha causado todo un revuelo en la política local con un escándalo que salpica directamente al expresidente Pedro Castillo y a altos jefes policiales.
Ese personaje se llama Jorge Ernesto Hernández Fernández y le dicen ‘El Español’. Nacido en Alicante, España, en 1990, llegó al país hace unos siete años con su pareja, una mujer peruana, y se instaló en el Callao.
MIRA TAMBIÉN: Alejandro Toledo, un hombre preso de sus propias palabras | PERFIL
En sus primeros años en el Perú, se dedicó al muy rentable negocio de intervenir teléfonos y computadoras ajenas, y extorsionar a sus propietarios. Después comenzó a cobrar hasta S/20 mil, según la policía, para hacer eso mismo pero a pedido. Era un hacker de alto vuelo. Los fines de semana, para distraerse, jugaba fulbito con algunos conocidos. Así empezaron sus vínculos con algunos oficiales de la Policía Nacional y, en paralelo, con Fray Vásquez, el sobrinísimo de Pedro Castillo.
El tipo con pinta de reguetonero llegó así a pararse frente al entonces presidente para convencerlo de que necesitaba un servicio de inteligencia paralelo, una unidad –ilegal, por supuesto– que pudiera intervenir las comunicaciones de todos quienes incomodaran a su gobierno, desde la fiscal de la Nación hasta el coronel Harvey Colchado, quien lideraba el equipo especial que lo investigaba.
‘El Español’ fue detenido en marzo y después liberado, probablemente porque ha aceptado un acuerdo de colaboración eficaz. Alguien con tanta información y tan pocos escrúpulos podría ayudar a desentrañar esta red de espionaje chicha con la que Castillo intentó sobrevivir mientras su gobierno se desmoronaba.
Aunque con distintos roles, en la historia política reciente ha habido otros casos de extranjeros que, invocados y arropados por altas autoridades peruanas, terminan por convertirse en piezas clave, en engranajes no necesariamente respetuosos de la ley.
Uno de estos personajes, muy influyente en su momento, fue Avraham Dan On, más conocido como Avi. El militar israelí en retiro fue nombrado jefe de seguridad de Palacio de Gobierno en los primeros meses de gobierno de Alejandro Toledo. Silencioso y muy discreto, se dejaba ver regularmente cuando acompañaba a su jefe en algunas actividades públicas, pero era muy reservado. Parecía estar siempre estudiando a quienes lo rodeaban, y sabía exactamente cuándo debía entrar en acción.
COMPARTE: Toledo, Castillo y más expresidentes: el racismo como excusa para sortear a la justicia | CRÓNICA
Fue así como, en una reunión informal en Palacio, en el 2004, Dan On se acercó sigilosamente a Jorge Barata y, copa en mano, se presentó como el intermediario de Toledo que podía hacer posible que Odebrecht ganara la licitación para los tramos 2 y 3 de la Carretera Interoceánica. Eso lo ha contado el mismo Barata ante las autoridades fiscales. De hecho, lo dicho por Avi se cumplió y, ese mismo año, el empresario brasileño y el presidente peruano se reunieron en un hotel de Río de Janeiro y acordaron los montos del soborno. El resto de la historia ya es conocido.
Jorge Hernández y Avi Dan On encabezan la lista, pero hay otro grupo de hábiles ciudadanos extranjeros que encontraron en el Perú una tierra fértil para convertirse en operadores políticos de mucha influencia.
Por ejemplo, Felipe Belisario Wermus, conocido como Luis Favre. Después de una larga aventura trotskista que lo llevó por varios países de Europa y América Latina, fue un cercano colaborador de Lula da Silva y lo acompañó en innumerables giras al extranjero para afianzar lazos con políticos de la izquierda sudamericana. Así conoció a Ollanta Humala, cuya campaña presidencial asesoró; más tarde, a Susana Villarán (en la campaña contra la revocación) y luego, inexplicablemente, a César Acuña. Astuto e inteligente, el asesor y publicista con fama de todopoderoso llegó a conocer los rincones más íntimos de la política local.
Un rol similar tuvo en su momento Maximiliano Aguiar, sociólogo argentino experto en comunicación y márketing político que trabajó para el gobierno de Martín Vizcarra. No se encargó de alguna campaña en particular, sino que su rol estaba claramente definido: cuando la gestión de Vizcarra atravesaba algún momento de crisis, Aguiar tomaba un vuelo desde Argentina, aterrizaba en Lima y de inmediato se reunía con el presidente. Incluso estuvo presente en alguna reunión del Consejo de Ministros, para sorpresa de varios de los funcionarios presentes.
No es difícil imaginar que un país con crisis domésticas tan seguidas pueda hasta resultar atractivo para personajes como ellos.
VIDEO RECOMENDADO
TE PUEDE INTERESAR
- ¿Quién es Polo Verde, el artista detrás de los videos de políticos peruanos en versión anime?
- La Ruta del Sillar: guía para una aventura imperdible en el corazón blanco del volcán
- Michelle Meyer-Kayser: ¿quién es la modelo peruana que ha conquistado las pasarelas más importantes de Europa?
- Isolina expande sus dominios: ¿cómo es el nuevo espacio de la famosa taberna en Surco?
Contenido Sugerido
Contenido GEC