Después de fiestas me doy cuenta que mis hijas suelen quedarse con el espíritu navideño y exigen comer panetón y otros bocados, en lugar de comer lo que cocino. Incluso me han querido negociar comer su almuerzo solo si les daba un postre, o si ellas podían escoger su comida. Me han dicho que no quieren comer cosas que normalmente comen con agrado, usando argumentos increíbles (son muy creativas). Entiendo que son niñas y que acaban de terminar las fiestas donde han probado hasta una casita de jengibre, y que están de vacaciones donde las rutinas normalmente cambian. Nadie dice que no pueden probar postres o cosas que les parezcan deliciosas (como un croissant o unas papas fritas) pero no pueden dejar de comer frutas y verduras. Como siempre digo, todo se puede con moderación.
Algo a nuestro favor es que mis hijas comen y disfrutan de todo desde bebitas (eso ayuda mucho, idealmente hay que educar su paladar desde pequeños para no patalear tanto después). Trato de no darle tanta importancia a esta situación para no generar estrés en el ambiente, ya que creo que será temporal y que están tratando de usar sus habilidades para negociar y así lograr comer lo que se les antoja. No podemos dejar que nuestros hijos tomen las riendas de su alimentación al 100% ya que probablemente no elegirán lo mejor para su salud, pero sí podemos hacerlos participar de ella y hacerlos sentir escuchados. Una buena forma de conseguirlo es armar el menú juntos.
Les cuento cómo he abordado este tema y lo que me está funcionando.
1. Ante un “no quiero comer eso” mi posición ha sido un calmado “ok, no comas si no quieres, pero me acompañas a la mesa por favor”. Después les he dicho que no habrá nada más hasta la próxima comida, aunque hagan berrinche (me vuelvo la santa paciencia en persona, hay que mantearse firme). Tal vez a la primera no coman pero después lo harán, recuerden que nos están midiendo.
2. Ante un “queremos el postre que sobró de ayer como desayuno”. Les he dicho “ok” y les he servido su desayuno habitual, que normalmente consta de fruta picada; huevo o palta, o queso o yogurt natural, con pan integral o avena. Y he incluido un pedacito del postre o panteón que sobró de las fiestas (así no lo ven como algo prohibido que les provoque más). De esta manera bajo la tensión y comen un poco de todo.
3. Validamos sus emociones y preferencias escuchándolas, siempre y cuando no hayan berrinches o condiciones. No negocio con eso. Cuando entendieron que no les iba a dar lo que querían con berrinches, y que podíamos hablar y tener un momento feliz en la mesa, disfrutaron de su comida como habitualmente hacen. Con esa buena actitud lograron conversar y ser partícipes de la elección del menú, validando sus preferencias. Así sienten que su opinión (y antojo) nos importan.
Ejemplos de lo logrado en estos pocos días:
1. Les he permitido variar el menú para un almuerzo, de lentejas a pesto y crema de zapallo con parmesano (escogieron de lo que había en el refrigerador e inclusive ayudaron a cocinar deshojando la albahaca y cortando el zapallito italiano que le ponemos al pesto).
2. Otro día quisieron causa con chicharrón de bonito y ensalada que me vieron preparar en mi programa. Como tenía todo para preparado, lo hicimos.
3. También adaptamos algunas sugerencias de las chicas: en vez de papas fritas de desayuno (eso me pidieron, ¡jaaa!) les preparé canastitas de papa rayada al horno.
4. Otro anécdota de estos días, es que en un almuerzo familiar en mi casa, me preguntaron que había de postre y les dije fruta (que les encanta normalmente) pero se quejaron (después de tantos postres por fiestas querían seguir con esa rutina). Igual serví la fruta en una bonita fuente, eran fresas, cerezas y ciruelas acompañada de una jarrita de jugo de naranja, miel de abeja y canela, todo por separado para que cada quien se sirva. A los 10 o 15 minutos no quedaba ni una fruta en la mesa, lo disfrutamos mucho.
5. Hace unos días no les provocaba el suflé de coliflor y lomito de cerdo que preparamos para el almuerzo, así que casi no almorzaron. Nunca las obligo a comer, pero en la noche se comieron todo con mucho gusto y hasta pidieron repetir.
Receta de las canastitas de papa al horno:
Ingredientes:
- 3 papas medianas para chicas, uso papa canchán pero usen la que tengan.
- 2 o 3 cucharadas de aceite de oliva
- Sal y pimienta
-Se necesita un molde de cupcakes de silicona embadurnado con aceite de oliva
Preparación:
Primero se prende el horno a 400° F para que vaya calentado. Luego se lavan las papas con piel, se secan bien y se rallan por la parte que normalmente rallamos las zanahorias para la ensalada.
Se les agrega el aceite de oliva, la sal y la pimienta y lo mueven con una cuchara para incorporar todo junto (no vuelvan a lavar las papas después de rallarlas porque le quitaran el almidón que necesitas para pegarse, ni las dejen mucho tiempo antes de prepararlas que se les oxidaran).
Se colocan las papas apretaditas en los moldes de cupcakes como hasta la mitad, máximo tres cuartos y se les agrega una gotitas de aceite de oliva para que doren. Se colocan en el horno precalentado por 25 minutos aproximadamente o hasta que estén doradas.
Nuestros hijos comen lo que les ofrecemos y lo que tienen a su alrededor. Entendimos (todos) que las formas son muy importantes y que mientras haya entendimiento y respeto todo será más fácil.
Muchos cariños,
Colette Olaechea