Luis Miranda

Lo que más llama la atención de Barranca es su pequeña ‘Costa Verde’ como la de Lima, incluso con playas llamadas Miraflores o Chorrillos. Una Lima chiquita con alma de provincia. Es un kilómetro de vista al mar que inspira sobre todo a la hora del sunset, con el astro rey suspendido en un horizonte casi caribeño. Aquí es imposible soslayar el magnetismo que irradia el joven chef Lito Acuña. Con pinta de tablista y abdomen erizado de coquitos, el chico ha creado un restaurante barra donde despacha como loco a una clientela que suele hacer cola para saborear las delicias que van saliendo de sus manos: casi siempre cebiches fresquísimos de palpitantes mariscos y pescado.

Lito tiene otro local arriba del acantilado, también llamado Delito, en la misma ciudad de Barranca, donde ha montado un restobar con piscina que a todos salpica de alegría, además de tragos alegres y platos imperdibles como el cebiche de dos tiempos, con chicharrón de cabezas de pulpo. Es el único local donde puedes llevar a tu perro.

Comer rico hasta quedar como pez globo es la condena de los que llegan a Barranca. No olvidemos que esta es la tierra del famoso Tato y sus tacutacus moldeados en sartén, llevaderos gracias a la refrescante brisa marina.

PAISAJE GASTRONÓMICO. Miguel Córdova ‘El Sama’ es un propulsor del turismo en Barranca. Aquí presenta un compendio de exquisiteces: tacu tacu, pato en arnaucho, ceviche, cau cau de lapas y un arroz con mariscos.
PAISAJE GASTRONÓMICO. Miguel Córdova ‘El Sama’ es un propulsor del turismo en Barranca. Aquí presenta un compendio de exquisiteces: tacu tacu, pato en arnaucho, ceviche, cau cau de lapas y un arroz con mariscos.
/ LUIS MIRANDA

“Tenemos el privilegio de disfrutar del mar a unos cuantos pasos del centro de la ciudad”, dice Katia Márquez, propietaria del restaurante Kaztelo, donde se rinde culto al ají arnaucho, el aromático ingrediente de muchos platos bandera de Barranca como el cebiche de lenguado y el pato al arnaucho. Y sobre todo de un coctel que se sirve heladito y que tiene los morados frutos macerados en pisco lugareño como ingredientes principales. Un trago para machos de cualquier sexo.

En la playa no deje de pedir la jalea de El Sama. Y píntese la lengua con una raspadilla de fresa cibernética.

En verano, el circuito de playas de la ciudad de Barranca hierve de actividades. Los domingos hay tantos bañistas que las calles se congestionan y el municipio debe convertir la costanera en pista de una sola dirección. Menos mal que hay arena para todos en estos mil metros de línea costera ininterrumpida. Póngase una ropa de baño y empodérese mientras las olas hacen su trabajo en su calcinado cuerpo.

Junto a la caleta de pescadores de Puerto Chico, donde brillan los botes multicolores de la pesca artesanal, destaca un negocio de diversiones náuticas: el famoso banano donde se montan grupos enteros para pasear por el mar en atrevido trencito, excursiones en zódiac y alquiler de motos acuáticas.

BARRANCA TE DA ALAS. El psicoterapeuta Carlos Alberto Ferrer, cultor del deporte veraniego, da fe de que no hay mejor terapia que la paleta.
BARRANCA TE DA ALAS. El psicoterapeuta Carlos Alberto Ferrer, cultor del deporte veraniego, da fe de que no hay mejor terapia que la paleta.
/ LUIS MIRANDA

En la zona llamada Miraflores se disputan campeonatos de paleta gracias a un grupo de lugareños que quiere revitalizar este deporte. Perdón si le cae la pelota en la espalda. Aquí está prohibido beber alcohol en la arena, pero sí se puede acampar. También hay rugby de playa, el clásico vóley y clases de bodyboarding.

En las noches la línea playera está gobernada por las luces de las discotecas y los pubs de moda. No beba mucho, a menos que quiera despertar en la playa al mediodía como un postre de dos colores.

Quienes no son de Barranca pero la aman dicen que lo mejor de este pueblo rodeado de playas y caletas bien caletas es la hospitalidad de su gente y, sobre todo, su ya mencionada gran gastronomía. Los barranquinos del norte viven orgullosos de sus atractivos, como Caral, la fortaleza de Paramonga y los templos con vista al mar contemporáneos de Caral. Además, los desayunos con tamal de Supe hacen suspirar.

AJÍ DE LA REGIÓN. Katia Márquez y Arturo Cueva, del restaurante Kaztelo, restauraron una de las antiguas casonas de la época de esplendor azucarero para ofrecer buenos platos y el macerado de arnaucho, ají emblemático de la región.
AJÍ DE LA REGIÓN. Katia Márquez y Arturo Cueva, del restaurante Kaztelo, restauraron una de las antiguas casonas de la época de esplendor azucarero para ofrecer buenos platos y el macerado de arnaucho, ají emblemático de la región.
/ LUIS MIRANDA

Últimamente se está intentando que los veraneantes se queden en Barranca después de un día de playa. Se ha creado la ruta del pisco y el vino, con epicentro en la bucólica Carretería, y también la ruta del ají arnaucho, que incluye visitas a museos, zonas de cultivo y a las ruinas de Áspero, cinco veces milenaria, y donde se han encontrado semillas de dicho ají en los sondeos arqueológicos. Prueba de que aquí se come rico desde antes de que se inventaran los platos.

A 200 kilómetros de Lima, la última provincia de la región hacia al norte espera recibir 200 mil turistas durante la temporada. Diga esta vez con gusto que forma parte de las estadísticas. //

COPA EN ALTO. Pocos saben que la denominación pisco alcanza hasta Barranca. Carretería forma parte de la nueva ruta de los viñedos con sus piscos y un extraordinario vino seco con aroma a frutas frescas.
COPA EN ALTO. Pocos saben que la denominación pisco alcanza hasta Barranca. Carretería forma parte de la nueva ruta de los viñedos con sus piscos y un extraordinario vino seco con aroma a frutas frescas.
/ LUIS MIRANDA


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