Desde 1992, cada 22 de marzo es la fecha escogida por las Naciones Unidas para recordar la importancia de este líquido esencial para la vida. Parece que siempre está ahí, con un abrir de la llave del caño, pero contar con ella es hoy un privilegio, cuando debería ser un derecho para todos. Se estima que en el mundo dos mil doscientos millones de personas viven sin acceso a agua potable.
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La preocupación por el agua es un tema que se debería tener presente todo el año, y no solo cada 22 de marzo, cuando llega el Día Mundial del Agua. Somos agua y sin ella apenas podríamos vivir entre tres y cinco días. Y es un bien escaso, que no todas las familias del Perú pueden gozar.
El agua potable que con suerte llega a nuestros grifos no solo se debe ahorrar sino, en la medida de lo posible, optimizar por un tema de salud: esta puede tener desde microrganismos, cloro y cal hasta metales pesados que no son visibles a los ojos pero pueden ser dañinos.
En otras épocas, cuando el agua de verano llegaba a los caños cargada de tierra y lodo por los continuos huaicos, los limeños la filtraban con procesos caseros como arena y mallas, piedras y también por acción de la gravedad. Dejabas el agua reposando en un balde durante la noche y la tierra se asentaba. Hoy son más las personas que optan por adquirir filtros y purificadores.
Estos pueden tener diversos mecanismos (carbón activado, ósmosis inversa, filtros cerámicos, de gravedad) pero todos tienen el mismo fin: filtrar lo que tomamos de partículas sólidas y microbios que pueden dañar nuestra salud. El resultado es un agua potable sin sabores ni olores, como debería ser siempre.//
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